El hallazgo del cuerpo de Debanhi Escobar movió a colectivos, a familiares de mujeres desaparecidas y a víctimas de violencia feminicida en la Ciudad de México donde, al igual que en otros estados de la República, respondieron a la convocatoria para urgir a las autoridades atender las múltiples denuncias y urgencias de justicia por la muerte de mujeres.
A las muertes y desapariciones, se unió el llamado de libertad para las que llamaron presas políticas. Y es que entre las manifestantes había familia y amigos de las mujeres que recientemente fueron vinculadas a proceso por ocupar la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
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En el Monumento a la Revolución, que se ha convertido en el punto de partida principal para este tipo de marchas, se reunieron familiares de víctimas, mujeres integrantes de colectivos, madres y padres de familia con letreros donde se leían frases como “Ni una más”, “Fosa común=México”, “Libertad a las presas por luchar”.
Las y los manifestantes partieron organizados: en frente, las víctimas y los familiares de éstas, de las desaparecidas, asesinadas y violadas; en medio, se ubicaron los colectivos feministas e integrantes de colectivos feministas; atrás de ellas marcharon mujeres embarazadas e infancias; y en la vanguardia, grupos mixtos, mujeres y hombres con el mismo objetivo de pedir justicia por sus muertas.
Antes de las 15:00 horas, salió el contingente, rodeado de decenas de Ateneas, que son las mujeres policías que se encargan de resguardar este tipo de marchas. Las uniformadas acompañaron la manifestación a los extremos de la misma.
En esta ocasión, el bloque negro, integrado por mujeres encapuchadas, no pintó los escudos de las Ateneas que, cabe señalar, algunos de ellos se veían nuevos, no tenían ni un rayón, se veían transparentes. En las protecciones de las policías colocaron fichas de búsqueda, con los nombres y fotos de desaparecidas, niñas y jóvenes la mayoría.
Caminaron por avenida Juárez, hacia avenida Juárez y posteriormente por la avenida Balderas, para dirigirse a la sede de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX). En el trayecto, fueron mínimas las pintas en mobiliario del Metrobús, aunque en estructura del carril confinado sí colocaron manos blancas.
Enfrentamientos mínimos con la policía
En la estación del Metrobús Balderas ocurrió el primer encontronazo entre policías y manifestantes, cuando estas últimas intentaron ingresar a la estación que se encontraba abierta. Las uniformadas rápidamente formaron una barrera para impedirlo, chocaron cuerpos con escudos, con la única consecuencia de vituperios a gritos.
Ya en el Búnker, las mujeres se toparon con una Fiscalía resguardada con vallas metálicas, inamovibles e indestructibles. Ahí, como en los escudos de las policías, también colocaron fichas búsqueda impresas.
Fue hasta que llegaron a la sede de la Policía de Investigación, perteneciente a la FGJCDMX, cuando ocurrió la primera reacción de la fuerza pública, cuando mujeres encapuchadas intentaron ingresar y fueron recibidas con extintores, cuyo polvo no causó más allá de ojos irritados.
Al finalizar el mitin, se escucharon las voces de las familias que buscan a sus mujeres, vivas o muertas; eran familias de la CDMX, del Estado de México, de Michoacán y de Puebla, por mencionar algunos estados presentes.
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Una de las voces fue la de Carmina, hermana de Magda, quien fue detenida en la recuperación de la sede de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos; otro testimonio fue el de Rocío Reyes, de Michoacán, quien pide justicia para Katia Berenice, asesinada por su expareja. “¡No estás sola!”, “Katia, Magda, Annie, Pamela…Hermana, aquí está tu manada”, se escuchó con cada nombre en las calles de la CDMX.
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