Sullivan 78, el agente que vela por policías en panteón de Iztacalco

Erick Antonio murió en 2010 en un operativo, sus padres y compañeros lo recuerdan con respeto

Gerardo Campos | El Sol de México

  · jueves 2 de mayo de 2019

En la tumba de Erick los floreros dicen Sullivan 78 al igual que una placa / Foto: Ernesto Muñoz

Existe un oasis en el panteón San José. Pareciera la zona VIP del cementerio pero se trata del ya conocido por la comunidad pasillo Sullivan, en donde cerca de cien tumbas son arregladas y cuidadas voluntariamente por los padres de un agente de investigación de la Ciudad de México sepultado ahí.

Francisco Rodríguez Suárez y su esposa, Lilia Guerrero Flores, ambos de la tercera edad y ya pensionados, se han dedicado desde hace ocho años y medio a embellecer, cuidar y mantener limpia una sección del panteón con la única intención de que su hijo, Erick Antonio, descanse como debe ser en su última morada.

En el lugar existe pasto inglés perfectamente cortado así como arboles y arbustos perfectamente podados y siempre verdes, las tumbas vecinas lucen limpias y con flores sembradas. Todo está iluminado por las noches por cuatro faroles de pedestal, mismos que coloco también el matrimonio.

“Don Francisco, ¿porque hacen todo esto?”, le cuestionó El Sol de México.

“Ah pues mire ahí está sepultado mi hijo Erick Antonio y donde él vive tiene que estar limpio y tener una buena convivencia con sus vecinos que también son buenas personas que se dejan arreglar sus tumbas”, respondió.

Y añadió: “Mi hijo era policía de investigación, nació en el 78 y ese número también es la clave de radio de policía de inteligencia y el jefe de mi hijo, el señor Jorge Martínez Vertiz, clave Tiburón, le puso Sullivan como su clave distintiva”.

En la tumba de Erick los floreros dicen Sullivan 78 al igual que una placa de nomenclatura en la esquina del pasillo.

El padre de Erick cuenta que hay varios judiciales sepultados pero ya los olvidaron / Foto: Ernesto Muñoz

A Francisco y Lilia les costó seis meses emparejar la tierra de las cerca de cien tumbas que rodean la de su hijo, después colocaron el pasto, las flores, los árboles y los faroles. Van los sábados, domingos, martes y jueves a arreglar. “Ya estamos pensionados y mi mujer me dice que qué hacemos, pues vamos al panteón y agarramos la manguera y cosas de jardinería, las cubetas y nos venimos medio día”.

VIGILANCIA ETERNA

Con emoción, Francisco narró a este diario algunas anécdotas. “Mire ahí en el pasto de la tumba hay como 15 balas, vienen los compañeros de mi hijo a verlo y sacan una de su arma y la entierran, dicen que es para que los cuide; su pareja en la patrulla, Juan Carlos Silva, me contó que en un operativo en Tepito lo encañonaron y se le encasquilló el arma al delincuente y eso le salvó la vida. Vino y nos encontró aquí y nos platicó que le pidió a su ángel que lo cuidara”.

El padre de Erick, el ángel de sus compañeros, cuenta que en el panteón hay varios judiciales sepultados pero ya los olvidaron. “Este si dicen que está muy consentido pero mientras Dios no de vida seguiremos cuidándolo”.

“Mi muchacho nació el 10 de abril de 1978 y murió en un operativo policiaco defendiendo a la ciudadanía el 17 de noviembre del 2010, tenía 32 años era muy joven aún”.

Su placa con el número de agente 5268 también está grabada en la lápida de mármol y su padre está muy orgulloso de que fuera un buen policía que cuidaba a la gente y a la ley. “Él estaba orgulloso también de ser policía de investigación y sus compañeros lo querían mucho”.

Les costó seis meses emparejar la tierra de 100 tumbas que lo rodean / Foto: Ernesto Muñoz

El matrimonio usa parte de sus pensiones para arreglar la sección. No le piden dinero a nadie y la herramienta se las presta el administrador: pico, pala, desbrozadora lo que ocupen ellos, pues ya son conocidos en el cementerio y piensan arreglar otros dos pasillos.

Juan Caballero, el administrador, explica que ya todos los conocen y a veces les ayudan. “Si hubiera más de ellos, el panteón estaría bonito siempre”, afirmó.