Visitar Tepito en martes podría parecer una mala idea pues es el único día de la semana en el que no se cubre de lonas amarillas, de ofertas de productos ni de puestos de comida. Pero para su gente, es el mejor día para apropiarse de las calles y cumplir con un propósito: recordarle al barrio, a través de la cultura, de qué están hechos.
Luis Arévalo nació, creció y ha vivido en Tepito durante sus casi 80 años. Habla del barrio con un brillo en los ojos pues es su gente y quiere verla crecer y mejorar. Reconoce que adentro hay muchos intereses pero su trabajo es que la gente “agarre la onda” y luche por un Tepito mejor.
Espera detrás de las puertas de Casa Barrio Tepito, un foro de cultura frente a la estación del Metro, donde una frase de un querido artista de casa recibe a todo aquel que se encuentra con este espacio: “Si todos jaláramos parejo, la vida sería más chida”. A unos metros las lonas dejan ver por un pequeño espacio a un convoy de patrullas de la policía de la Ciudad de México que monta guardia sobre Avenida del Trabajo, al menos hay 20 elementos. El barrio sigue como si no estuvieran ahí aún cuando unos días antes vivieron un polémico operativo contra La Unión Tepito.
Pero Don Luis como el promotor que es, logra borrar esa imagen de fortaleza con sus historias de la colonia pues a través de sus palabras da cuenta del talento que existe en el barrio y no solo de la presencia de la delincuencia. Su receta, destaca, es motivar a la gente con cultura, educación y capacitación.
Por ello creó y ha visto crecer la Red de Espacios Culturales de Tepito que se conforma de Martes de Arte, Escuela de Paz, Escuela de Arte Libre de Tepito y otros colectivos que buscan revivir las artes y oficios en sus propias calles y que hoy se enfrentan nuevamente a una promesa que ya conocen: dotarles de un espacio establecido para detonar la cultura.
Se trata de revivir a la abandonada escuela primaria Vasco de Quiroga, ubicada frente a los Palomares, a unas cuadras del metro Tepito y en el límite de las alcaldías Venustiano Carranza y Cuauhtémoc -que comparten al barrio bravo- para tener un espacio abierto con talleres y actividades para pacificar al barrio, para recordarles a sus jóvenes para qué sirven sus manos, tal como el muralista Daniel Manrique lo buscó a través del arte en los inmuebles del barrio. A la escuela exclusiva de varones ya nadie fue pues, según cuenta Don Luis, las lonas (comercio informal) ganaron la batalla del proyecto de vida sus estudiantes.
Don Luis se enteró hace unos días que el gobierno de Claudia Sheinbaum quiere transformar esta primaria abandonada en un centro cultural para Tepito. No es la primera vez que escucha esta promesa pero confía en que, ahora sí, se logre este espacio para su gente.
Por su buena ubicación y su espacioso terreno, le echó el ojo y empezó la gestión para convertir el inmueble abandonado en un espacio abierto a su barrio, fue así que en 2016, justo el día del niño, se iniciaría el proyecto. Aquel día nada ocurrió y el barrio siguió trabajando como lo sabe: desde sus calles y con su gente.
Y así lo demostraron este año. Ayer celebraron entre shows, sonidero y mucha comida, la apropiación de su espacio público a través de una serie de murales donde participó su gente y aquellos colectivos que han sido adoptados por el barrio. La Escuela de Paz, a través de los colectivos culturales comunitarios de la Ciudad de México, llenaron de color a Los Palomares. Tepito vive, baila, come, reza y trabaja en las calles, así que si no se da la recuperación de la primaria abandonada, el barrio confía en que seguirán impulsando el arte y la cultura en donde está su gente, apropiándose de las calles del barrio bravo.