Para no llevar a casa al virus del Covid-19, médicos y enfermeras extreman medidas sanitarias, además de decidirse por un difícil y complicado autoaislamiento con el propósito de no afectar a sus seres queridos.
Es el caso de la alergóloga Rosario Canseco, quien trata con enfermos de vías respiratorias y dice a El Sol de México que en su casa sus padres ya son personas mayores a los 75 años de edad, y por ello cuando regresa después de un día de trabajo no sólo hace todo un ritual de limpieza, sino que decidió tener el menor contacto posible con sus familiares por lo que se aísla en su recámara.
La doctora Canseco explica a este diario que en el consultorio extrema medidas limpíeza y una vez que llega a su casa, se quita los zapatos y los limpia, los desinfecta, inmediatamente se quita la ropa para lavarla, lava sus llaves, se baña. “Busco el lugar más apartado de la casa para hacerlo. No hay contacto con mis papás porque no quiero contagiarlos, ellos saben cuál es mi trabajo y lo respetan”.
Para la enfermera Yésica Henríquez, quien trabaja en un hospital privado, es una situación muy difícil porque tiene dos hijas, una de 10 y la otra de dos años de edad. Cuando termina su jornada de trabajo se baña en el mismo nosocomio y se cambia el uniforme.
Con tristeza dice que cuando llega a casa se lava las manos y evita el contacto con sus hijas, quienes exigen de ella no sólo sus cuidados sino un abrazo, un beso.
“A veces se me olvida no besarlas”. A sus hijas las cuida su mamá, quien tiene 52 años de edad y padece diabets.”A mi mamá ya le dije que salga de casa lo menos posible, mi hermana es la que va al mercado, ya les enseñé cómo deben lavarse las manos”.
Se le preguntó como sería su vida en una posible fase tres de la contingencia sanitaria: “Ya nos dijeron que posiblemente vamos a doblar turnos, ahorita dejaron ir a su casa a las personas mayores de 60 años, las vamos a suplir”.
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