México.- “Un día después del sismo del 19 de septiembre decidí abrir el negocio para darle un gustito a la gente, no porque fuera a vender o solucionar los problemas, eso no podía hacerlo, pero entre tanta tragedia, al menos la gente podía voltear y ver las flores, algo bonito”, recordó Josué Castillo, uno de los dueños de una pequeña florería ubicada en la Condesa.
En la esquina de Ámsterdam y Michoacán se ubica el pequeño puesto familiar, que a pesar de encontrarse en medio una de las zonas más afectadas por el sismo de 7.1 grados que sacudió a la Ciudad de México, no cerró sus puertas y puso su granito de arena convirtiéndose en una flor en medio del caos.
Josué Castillo, junto con su hermano y su padre, se hace cargo de la florería desde hace 15 años, de manera que sus clientes, además de ser sus vecinos, son sus amigos y decidió apoyarles a su manera.
“El día que tembló si cerré porque tenía que ir a ver a mi familia, vivo a 45 minutos de aquí y me hice dos horas, pero afortunadamente encontré a todos bien. Al otro día le dije a mi hermano: vamos al puesto. Por su puesto no vendimos nada, pero allí nos manteníamos, fue como nuestro acto solidario ”.
Para el día 21, Josué vendió solo 25 pesos, pero no le importó, ver a cientos de jóvenes de todas las condiciones trabajando en las labores de rescate, “gente que se veía de dinero y que tal vez ni barren”, describió, lo motivó a solidarizarse con aquellos que en su momento iban a comprarle flores y ahora lo habían perdieron todo.
“Pasó una muchachita y me ofreció un sándwich, pero en esa situación que estábamos viviendo ¿a quién le dan ganas de comer?, todo se veía bien feo. Ella me preguntó si vendía y le contesté que no y le expuse los motivos por los que seguía abriendo”.
Fue así que un día después de la charla con la joven acudió otra persona al puesto de Josué para pedirle una foto y dar a conocer su noble labor, de tal manera que en las redes sociales comenzó a circular la imagen del puesto con la frase: “No hemos vendido nada, pero abrimos para que por lo menos se vea algo bonito por aquí”.
“A la gente que pasaba y me informaba de los edificios caídos lo único que podía decirles es que no tenía nada que ofrecerles más que flores. Tenía algunas líneas abiertas y las regalé”.
Josué relató que la venta era casi nula y después de la réplica que se registró el sábado 23 de septiembre fue peor, la colonia Condesa estaba desierta y las pocas personas que se podían ver estaban apresuradas en desalojar sus epartamentos por miedo a que llegara un nuevo movimiento.
“Parecía como si todos se fueran de viaje, llevaban maletas, otros carros llenos de muebles y ropa, pasaban por aquí mis clientes y me decían: Nos vemos ya no voy a vivir aquí, tengo miedo, no me importa dejar mi depósito o medio año de contrato. Solo me quedaba desearles que Dios los bendijera, por un momento pensé que esto se iba a vaciar por completo”.
Mantener su florería abierta no fue el único gesto de solidaridad que tuvo Josué, pasados varios días del sismo también hizo arreglos para colocarlos en los edificios colapsados por el sismo, en memoria de su clientes conocidos: ramos de rosas naranjas y cuatro docenas de Lilís amarillas, adornadas con líneas de casablanca y flor Acapulco.
“En este mundo todos necesitamos de todos, yo llevo trabajando aquí 15 años y la colonia me hado mucho por eso yo también le entrego. Sé que va a pasar un buen tiempo para que las cosas se calmen, pero lo más importante es que la gente que perdió gente sane y después apoyarnos para reconstruir”.
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