Los restos de Don José Antonio fueron velados la tarde-noche de este martes, después de permanecer durante tres días en el hospital por quemaduras de tercer grado, tras la explosión en la colonia Pensil dentro de la alcaldía Miguel Hidalgo, el pasado 13 de noviembre, donde también pereció su sobrina Marlén Santos.
El cuerpo fue entregado a su familia el lunes por la noche, quienes lo trasladaron hasta las calles Lázaro Cárdenas e Isidro Fabela, en la colonia Emiliano Zapata del municipio de Naucalpan en el Estado de México, a la morada de sus seres queridos.
Desde la madrugada de este martes, hermanos, sobrinos y amigos despidieron a Don José, quien vivía en la colonia Pensil desde hace 40 años, primero al cuidado de su madre y después solo, sin la posibilidad de trabajar, debido a problemas de salud que le aquejan.
El hombre de 82 años de edad, con frecuencia visitaba a su familia en Naucalpan, con quienes convivía y pasaba el tiempo, escapando de la Ciudad donde no contaba con pareja ni hijos, pero sí muy cerca de su sobrina Marlén, quien perdió la vida tras la explosión la mañana del sábado.
“Venía muy seguido mi hermano, decidimos traerlo aquí, allá no había manera de velarlo”, comentó su hermana Trinidad Hernández Ávila, quien también resintió la pérdida de su joven sobrina y lamentó la tragedia que dejó a varias familias sin un techo”.
“Mi hermano trabajó durante un tiempo de ayudante de albañil, pero desde hace algunos años ya no podía y yo le mandaba su dinero, si él no venía yo lo iba a visitar para saber cómo estaba de todo”, contó para LA PRENSA, Celia Hernández Ávila, hermana de don José y tía de Marlén.
El impacto fue grande al enterarse del derrumbe del lugar donde vivían sus familiares, “supimos por las noticias, cuando yo llegué a estaba todo acordonado, ya no me dejaron pasar, le dije a los policías que iba a ver porque mi hermano estaba ahí. Los vecinos nos dijeron que se lo llevaron el Rubén Leñero”, dijo la señora Celia.
El diagnóstico de los médicos fue poco alentador desde el principio ya que estuvo intubado, compartieron las hermanas, “desde un inicio nos dijeron que estaba grave, que tuviéramos eso en mente, nos daban un 50 por ciento, si teníamos un poca de esperanza, pero se nos fue”.
En el predio, don José no pagaba renta, ya que la propiedad quedó sin dueño y estaban a la espera de que, por parte del gobierno, se les construyeran viviendas que quedaran a su nombre, por lo que solo se preocupaban de sus gastos corrientes, situación que hacían con cariño para su hermano.
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Sobre la intervención del Gobierno de la Ciudad de México, dijeron que “hasta ahora, nos han apoyado con el funeral, nos hablaron y nos dijeron que nos iban a dar unas ayudas, nos comentaron que nos traerían flores, pero no han traído nada, el padre vendrá a la una y no hay flores, no sé qué clase de ayuda nos darán”.
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