Los falsos refrescos de Coca-Cola hallados en una bodega de Iztapalapa eran distribuidos en el Centro y la Central de Abasto, en la Ciudad de México, así como en Chalco y Nezahualcoyótl, en el Estado de México, informó la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México.
El vocero de la dependencia local, Ulises Lara López, indicó que en el lugar asegurado la noche del miércoles, en Santa Martha Acatitla Norte, trabajaban 10 personas que se dedicaban a lavar, envasar, sellar y transportar la falsa bebida.
Ayer, El Sol de México informó que además de Iztapalapa, en el municipio mexiquense de Nezahualcóyotl hay una tienda que, a decir de testigos, también vende refresco pirata.
El vocero detalló que David N, de 24 años de edad, lavaba los envases de vidrio, mientras que Jesús N, de 28 años, los sellaba con corcholatas compradas. Los envases después eran repartidos en los lugares mencionados.
Aseguró que el Misterio Público de Investigación Estratégica continuará con las indagaciones para poder ubicar a todas las personas que tengan una posible participación en esta actividad, así como la investigación por la posible clonación o alteración de bebida.
En el lugar se encontraron 48 botellas de vidrio, 13 cajas de plástico con seis envases de tres litros de capacidad, así como 797 cajas con botellas de vidrio.
Otra tienda
“Si te dan una coca, busca que traiga fecha y código; y si no los trae es hechiza y las rellenan”, contó a El Sol de México un testimonio que pidió anonimato por su seguridad.
Explicó que en otro punto ubicado en Avenida de la Noria, en la colonia Impulsora, en Nezahualcóyotl, operan de la misma manera que en la bodega de Iztapalapa que fue cateada por la Fiscalía el pasado 3 de mayo.
“Compran refresco retornable, lo meten a cámaras de refrigeración, lavan los embases de vidrio y los rellenan con coca cola de tres litros”, explicó.
Manifestó que el negocio principal de esta casa era una tienda de abarrotes, sin embargo desde 2015 comenzaron con la venta de refresco clon.
El modus operandi de estas personas es comprar botellas de vidrio que cuestan cinco pesos, conseguir las corcholatas en la calle o establecimientos de comida, rellenar las botellas y venderlas.
“Se dedican a comprar envases usados, tienen en su negocio de abarrotes un letrero de que compran embases de vidrio y consiguen las corcholatas en taquerías o en la calle”, resaltó.