Como una “compulsión lucrativa”, así describió el coordinador de la Autoridad del Centro Histórico, Jesús González Schmal, el embate que sufre el patrimonio arquitectónico del primer cuadro de la Ciudad de México, que está siendo afectado y transformado en plazas comerciales, estacionamientos o bodegas.
Al presentar el Programa Integral de Manejo del Centro Histórico 2017-2021, informó que han presentado cinco denuncias ante la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México y una ante la General de la República por diversos daños a inmuebles del Centro Histórico, considerado patrimonio cultural de la humanidad.
En el caso de la denuncia presentada ante la PGR es por el daño a los murales del mercado Abelardo L. Rodríguez, ubicado sobre República de Venezuela, en el perímetro B del Centro Histórico. Las piezas fueron pintadas por siete artistas mexicanos, dos estadunidenses y un japonés en la década de los 30, considerados estudiantes de Diego Rivera.
Otros casos son es el inmueble de Rodríguez Puebla 35, que es ocupado como bodega y locales comerciales, cuando el uso de suelo es habitacional –aunado a que en el Centro Histórico se padece de un rezago de población- en la misma situación se encuentran otros 20 predios en calles como Colombia, Lecumberri, Manuel Doblado, en el Perímetro B.
En febrero de 2017 se empezó la construcción de un estacionamiento de cinco niveles en la calle de Santo Tomás 28; entró en operación de manera irregular este año, en marzo se le colocaron sellos de suspensión y al mes siguiente volvió a estar en funcionamiento.
En Eje Central 117, en un inmueble con valor artístico se construyeron dos niveles sobre la azotea de manera irregular y sin contar con el aval del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
Aunado a esto reveló que al intentar frenar estos actos irregulares se han encontrado con que en la alcaldía de Cuauhtémoc se hacen perdidizos los expedientes y el Instituto de Verificación Administrativa (Invea) actúa con dilación.
Para González Schmal la pérdida de este patrimonio es irreversible y representa una “amnesia histórica” impuesta a las nuevas generaciones a costa de lo que él llama la “compulsión lucrativa”.