Fabricantes y vendedores de ropa nacional de las calles Manuel Doblado y República de Venezuela, en el Centro Histórico, han sido desplazados desde 2022 por la comercialización de prendas chinas, las cuales, señalan, son hasta tres veces más baratas y de menor calidad.
Mario, nombre ficticio para proteger su identidad, fabrica ropa deportiva para mujer desde hace 28 años en estas calles. Hasta hace dos años su negocio tenía 25 costureros y costureras, pero con la llegada de esta mercancía sus ventas bajaron 60 por ciento, por lo que hoy su maquila se sostiene con siete trabajadores.
“Empecé revendiendo, yo lo compraba ya elaborado aquí en el Centro Histórico con otros fabricantes. Al ser un buen sector, porque todos quieren ropa, empecé a ver la posibilidad de fabricarlo yo mismo. Entonces fue como aprendí todo el sistema, compré mis propias máquinas y de ahí empecé”, dijo Mario a El Sol de México.
Las telas que usa para mayones, tops deportivos, playeras y hasta chamarras también son adquiridas con empresarios textiles del Centro Histórico.
Siempre han sido buenas telas, busco de la mejor calidad para que duren mucho, tengan una forma, elasticidad y sean cómodas
Mario, comerciante
Sus productos, detalló, eran adquiridos por revendedores de los estados colindantes a la Ciudad de México y por compradores minoristas de la capital y Estado de México, quienes los ofrecían en tiendas y pequeños puestos. Hasta los mismos ambulantes que, desde hace más de una década invadieron Manuel Doblado, adquirían sus productos para revenderlos.
Las ventas, afirmó, eran buenas hasta la llegada de la pandemia de Covid-19, a inicios del año 2020, y apenas las autoridades levantaron por completo las medidas sanitarias, muchos negocios lastimados económicamente no resistieron ante la nueva competencia.
“En 2022 empezó a expandirse lo que es la mancha china por decirlo así, ha sido una extensión muy disparada. Nos hemos visto muy afectados, al grado de que nuestro producto ya no compite, traen artículos mucho más económicos de lo que aquí podemos fabricar y vender”, lamentó Mario.
El fabricante relató que la comunidad asiática comenzó a ofrecer a los dueños de los locales rentas del doble de lo que pagaban sus inquilinos, mientras que a los vendedores que eran propietarios de sus tiendas les prometían más dinero del que ganaban con sus productos, por lo que en menos de un año los negocios fueron desapareciendo.
Este fenómeno, precisó, comenzó en República de Venezuela, siguió en calles colindantes como Leona Vicario, Rodríguez Puebla, San Antonio Tomatlán, y se extendió a Manuel Doblado y Mixcalco, donde se concentraban las fábricas de ropa.
“Nuestros negocios tenían la leyenda 'Hecho en México'. Ya nos conocíamos, teníamos ventas grandes para los estados. Lamentablemente hoy lo Hecho en México es hasta 300 por ciento más caro, uno de mis conjuntos deportivos cuestan 300 pesos, y los chinos los traen en 100 o 150 pesos, pero son de mala calidad, a la primera puesta les salen bolitas y no viene a la figura de la mujer mexicana”, puntualizó Mario.
Durante casi tres décadas, Mario logró comprar dos locales donde vendía su ropa, hoy sólo vende en uno y el otro lo renta a un fabricante que apenas sobrevive.
“Los chinos ya me han buscado, me ofrecen hasta 70 mil pesos de renta, cuando yo lo estoy rentando mucho menos de la mitad, porque es un amigo y quiero ser leal con nuestro rubro. Pero si ya no aguantamos en un tiempo, he pensado en rentar los dos locales a los chinos y retirarme de la maquila. Ahorita sólo tengo siete costureros, cuando eran 25”, explicó.
Mario asegura que quienes se mantienen en el negocio es porque son dueños de sus locales, pero con ventas de menos de la mitad.
Plazas reconvertidas debido al Made in China
La Plaza Mía, en el número 118 de República de Venezuela, desapareció a mediados de 2023 para dar paso al negocio Importa China Textil, donde, bajo la leyenda “Importadores directos de China”, se comercializan pantalones desde 40 pesos hasta ropa de “calidad premium”, como chamarras de mezclilla y abrigos, que no superan los 350 pesos.
Este lugar fue una plaza comunitaria de dos pisos que en 2011 fue reconstruida para convertirla en un inmueble con planta baja y tres pisos, allí se ofertaba ropa nacional, sobre todo hecha a base de mezclilla, algodón y lycra. Tras 12 años fue adquirida por la comunidad asiática.
En 2023, según comerciantes locales, denunciaron este inmueble ante el Invea, pues los nuevos dueños, construyeron un piso extra con láminas y expandieron el almacén.
Sacaron a los que vendían ahí, se apoderaron de la plaza y le construyeron un piso de más todo improvisado, y las autoridades nunca hicieron nada
Remedios Pérez, vendedora
Lo mismo ocurrió en las plazas París, del Sol y Zafiro, ubicadas en los números 57, 40 y 37 de la calle Manuel Doblado, respectivamente, así como en la Plaza Don Francisco, en el 123 de República de Venezuela.
Claudia, quien es vendedora minorista en la Miguel Hidalgo, acude a esta zona desde hace 20 años para comprar ropa de mujer. El año pasado decidió meter a su puesto prendas chinas debido a los precios, modelos y colores.
“Yo compraba antes mexicano, decían las etiquetas, era muy barato, pero ahorita ya todo es chino, y la ropa es muy distinta, es más llamativa, pero a las dos puestas ya no sirve. Ahorita compré pantalones deportivos de 50 pesos, yo los voy a vender en 150. Antes los conseguía en 100 pesos y los vendía en 200”, explicó.
Entre los comerciantes minoristas y los propios fabricantes llama la atención el tipo de telas de las prendas asiáticas, ya que, afirman, no son combinaciones de algodón, lycra, terciopelo, polar, mezclilla o popelina, utilizadas durante décadas, sino mezclas que no habían visto antes en el mercado.
Además, la comunidad asiática ha adoptado dinámicas de convivencia como cambiarse el nombre.
“Mi jefe habla poco español. Nos entiende, pero no habla mucho, nos dijo su nombre real pero es raro, no se puede pronunciar y se enojaba, mejor se puso Francisco”, comentó Johana, dependienta venezolana, que forma parte de la plantilla de migrantes que trabaja para los empresarios chinos.
En el número 18 de San Antonio Tomatlán existió hasta 2021 la tienda de ropa para mujer Luany Casual, que en sus lonas publicitarias aseguraba ofertar ropa de origen mexicano, pero durante la pandemia cerró, dando paso en 2022 a una bodega de pijamas de origen chino. Hoy, la lona con el nombre de la tienda anterior con el logo “hecho en México” es lo único que perdura. Esta historia se repite en toda la zona.
Pago en efectivo
Actualmente, la mayor parte de las tiendas con dueños de origen asiático únicamente aceptan pagos en efectivo y sólo aquellos que ofertan en páginas en línea como Mulaya, AlieExpress y Alibaba ofrecen facturas y notas como el negocio ubicado en el número 35 de Leona Vicario, que antes fue una tienda de ropa mexicana.
El Sol de México solicitó en octubre una entrevista con la Cámara de Comercio de la Ciudad de México (Canaco) para conocer el aumento del comercio chino en el Centro Histórico, pero dijo no tener cifras actualizadas.
➡️ Suscríbete a nuestro Newsletter y recibe las notas más relevantes en tu correo
En mayo, la Canaco informó a este diario que detectó 85 millones de operaciones de ingreso al país de lotes con un valor menor a los 50 dólares, por los cuales no pagaron impuestos. Parte de esta mercancía, detalló, es la que llega al Centro Histórico.
“Existe un análisis de la Canaco en relación a un crecimiento desmedido de productos de origen chino. Están llegando una gran cantidad de productos a muy bajo precio, pero de mala calidad, y afecta la productividad y el desarrollo de la industria mexicana y sin duda alguna distorsiona los precios de mercado”, explicó entonces José de Jesús Rodríguez, líder de esa cámara empresarial.