El caso Aideé, la estudiante universitaria que falleció de un balazo sigue abierto y continúan las investigaciones para localizar al o los probables responsables de dicha muerte, reconoció ayer la Procuraduría General de Justicia (PGJ) local.
La institución, explicó, ha contado con la opinión técnica-científica de peritos y especialistas en diversas áreas de casas de estudios, por ejemplo, el Politécnico Nacional, y la Secretaría de la Defensa Nacional, a través de la Fiscalía General de Justicia Militar, a fin de realizar diversos estudios y peritajes con el apoyo de equipos de vanguardia a fin de determinar científicamente los hechos.
Paralelamente, la PGJ brinda un trato humano y sensible con respeto a los derechos humanos a la familia, a quienes desde el día en que se registraron los hechos, el 29 de abril de este año, mantiene contacto permanente con la familia del joven, a quien se le comunican los avances de las diligencias y se le da acompañamiento con atención integral, apoyo sicológico y jurídico.
Ese día, la estudiante tomaba una clase de matemáticas en un aula del Colegio de Ciencias y Humanidades Oriente, alcaldía de Iztapalapa, cuando repentinamente se desplomó y posteriormente murió.
En un principio, se pensó que una bala calibre .22 le había quitado la vida, pero la necropsia mostró que murió por el impacto de una ojiva de .9 milímetros. Ese, es el único dato cierto, porque las investigaciones han dado bandazos.
Debido al tamaño de dicha munición, se planteó que quizá hubiera venido de las instalaciones de la Armada de México, que están a un lado de dicho plantel de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Casi dos meses han pasado, y la titular de la PGJ, Ernestina Godoy, ha dado a conocer que se incluso se emplearon drones para determinar la trayectoria del disparo que se impactó en la alumna.
La funcionaria agregó que se ha hecho toda una investigación del entorno de la víctima y se interrogaron a los estudiantes presentes en el salón, a fin de determinar si alguien la asesinó por venganza.
Finalmente, la realidad es que el caso sigue irresoluto.