A un año y medio del caso de Marco Antonio Sánchez, el estudiante de la UNAM contó por primera vez lo que realmente pasó el día que desapareció luego de que policías de la Ciudad de México lo detuvieron por presuntamente robar un celular, y aseguró que fue agredido en cuatro ocasiones por los oficiales.
Marco, quien en ese entonces tenía 17 años, fue hallado con lesiones psicológicas cinco días después de haber sido reportado como desaparecido. El joven relató al diario El País que varios policías lo golpearon y no recuerda a detalle qué pasó cuando estuvo deambulando por las calles. "Conforme iba por mi travesía me encontraba con policías, que por cierto sí me golpeaban, por eso quedé así tan moreteado".
Primera agresión
Explicó que el día que lo detuvieron iba a ir con un amigo al museo, pero por cuestiones de tiempo decidieron salir a la calles a tomar fotos, describió que cerca del metrobús El Rosario había unos grafitis y ahí fue cuando policías comenzaron a cuestionarlo.
“Ese día yo iba a encontrarme con un amigo y la idea era ir al Museo Soumaya, de Plaza Carso, pero lo abrían hasta las 10, entonces estuvimos ahí un rato, después salimos y en vez de ir a otro museo, salimos a ver las calles”.
“Yo iba tomando fotos y vi un montón de grafitis a la orilla del metrobús y en eso llegaron los policías y dijeron: '¡ey! ¿Qué están haciendo?' Y nos empezaron a revisar, yo saqué mi celular y me lo querían arrebatar. Como en esa época corría por gusto, me eché a correr lo más rápido que pude, entonces corrí a la estación del metrobús y empecé a gritar: '¡ey, ayuda, me quieren robar!'”.
Marco relata que los policías lo alcanzaron, comenzaron a forcejearlo y golpearlo hasta que lograron ponerle las esposas, después llegaron más policías en una patrulla y lo subieron al vehículo en donde le estuvieron "dando vueltas”, aseguró que en el camino los oficiales discutía sobre si lo iba a detener o no, y posterior a ello sus recuerdos comienzan a ser "difusos".
“El (policía) que iba a pie me alcanzó y me tiró al piso, y me empezó a forcejear. Yo me defendí y le solté una patada a uno de los policías y le bajé una parte del casco. El que tenía enfrente me dio un golpe aquí (en la nariz), y entonces me dijeron: '¡ya levántate!' Ahí fue cuando me lograron poner las esposas".
“Llegó otra patrulla y se bajaron más policías, ahí ya me subieron y me dieron paseos. Me estuvieron dando vueltas, ahí como que entre ellos estaban discutiendo como si me llevaban o no, y pues ahí empiezan a ser difusos mis recuerdos”.
Luego de ello, Marco dijo que los policías lo dejaron ir, y caminó hacia el Colegio de Ciencias y Humanidades Azcapotzalco. "Ya no tenía nada: llaves, dinero, teléfono, todo me lo quitaron".
Segunda agresión
Marco contó que luego de ser liberado por los policías, dos días después lo golpearon otros oficiales, explicó que le dijeron que corriera "antes de que pase algo peor".
"Fue en una avenida poco transitada, se acercaron y me dijeron: 'a ver hijo de tu puta madre, ¿qué estás haciendo?, ¿qué escondes?' (...) me soltaron un golpe en la nariz y me dijeron: '¿sabes correr?', yo les dije sí, y me dijeron 'pues corre antes de que que pase algo peor'. Me eche a correr".
"Ya no sentía la cara"
Luego de ser liberado comenzó a deambular por calles del límite entre la Ciudad de México y el Estado de México, y fue entonces cuando policías lo volvieron a golpear, pues describe que intentó meterse a un edificio de oficinas que estaba en alquiler. “Volvió a llegar la policía, para ese entonces ya ni sentía la cara, hacía mucho frío”.
La última agresión
La última golpiza fue antes de ser llevado a un juzgado en el municipio de Tlalnepantla, Estado de México, donde fue captado por las cámaras de seguridad un día antes de ser encontrado. “Los golpes fueron en las costillas, donde tenía una herida que había empeorado con el paso de los días".
"(…) Aparezco en un juzgado cívico o no sé qué sea y ahí no me dijeron te vamos a procesar, danos tus huellas y nombre, nada, así como entré me dejaron salir. Traté y traté de buscar un camino a mi casa, mis pies estaban destruidos de tanto caminar, yo solamente quería llegar a mi casa”.
El hallazgo
Marco fue hallado en el municipio de Melchor Ocampo, Estado de México, a más de 30 kilómetros de donde había sido detenido. “El último viaje que recuerdo (en una patrulla) fue antes de que me encontraran. Llegué a una tienda, llegó una unidad y después me llevaron paseando hasta llegar a un lugar frío, no sé dónde era. Después me subieron a otra patrulla. Ahí me vistieron. Cuando me tomaron la foto, ya estaba disfrazado totalmente".
Marco dijo que después de reunirse con su familia supo que encontraron en su sangre tolueno, benzodiacepinas y anfetaminas, "pero yo nunca he consumido eso", sin embargo, después lo que le sucedió valora más su vida, y que quiere que en algún tiempo las personas no lo reconozcan por ser “el chico que se perdió, sino por el que hace muy buenas canciones".
Desaparición forzada
En mayo, un tribunal federal resolvió una demanda de amparo tramitada por los familiares y defensores del joven y concluyó que las autoridades de la Ciudad de México y del Estado de México son responsables del delito de desaparición forzada en contra de Marco Antonio.
El tribunal ordenó la reparación integral del daño para él y sus familiares por la "grave violación a derechos humanos" de las que fueron víctima.
Mientras que la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), la Oficina de Defensoría de los Derechos de la Infancia, y el Instituto de Justicia Procesal Penal Presunción de Inocencia, indicaron que Marco fue víctima de detención arbitraria y tortura por parte de elementos de seguridad del gobierno capitalino, por lo que también exigieron una investigación exhaustiva y sanción a los funcionarios que negaron su desaparición forzada.