/ miércoles 25 de noviembre de 2020

Te buscamos Kendra: tras violencia, Daniela lucha para encontrar a su hija

Daniela ha denunciado tres veces a su agresor, quien se llevó a la pequeña y la amenazó con hacerle daño si insiste en demandarlo

Tres mujeres de la Ciudad de México, no sólo comparten el mismo nombre, Daniela, también que la Fiscalía General de Justicia local ha creído más en sus agresores que en ellas. Cada una ha sido demandada sin ninguna prueba por sus violentadores, en cambio las víctimas sólo observan una lenta y obstruida justicia.

Las tres se han convertido en detectives para demostrar que ellas son las violentadas, pero hasta la fecha, han pasado casi tres años exigiendo justicia que no les llega. Actualmente peligran sus vidas y la guardia de sus infantes.

Hoy en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, El Sol de México narra la primera de tres historias sobre cómo las mujeres viven con violencia en la capital del país.

Te buscamos Kendra

Era 20 de septiembre. El violentador de Daniela le pidió que le prestara a su hija de cinco años y ella tuvo que acceder pues aunque tenía más de dos años separada de él, la amenazaba con matarlas si se negaba.

Ambas llegaron a la estación del Metro Balbuena, en la alcaldía Venustiano Carranza. Cuando Daniela iba a soltar la mano de la pequeña para que su padre la tomara, Kendra apretó a su mamá y le dijo: “no quiero ir con él”. Y es que desde dos semanas antes Kendra tuvo sueños en los que se la robaban y despertaba llorando.

En ese momento Daniela decidió ya no prestársela, pero él empezó a golpearla -con más énfasis en los brazos para que la soltara- y la jaloneó hasta que logró quitársela. Kendra se fue llorando.

Daniela rápido se acercó a una patrulla en la avenida y le dijo lo que había pasado, los oficiales respondieron: “son 72 horas para reportar y él tiene derecho por ser su papá”.

La misma noche las vecinas de la casa del padre le enviaron a Daniela audios de la niña gritando con llanto mientras su expareja le decía vía WhatsApp que hasta el día 21 se la regresaría. Pero no sucedió y él escapó de ese domicilio.

Daniela acudió el martes 22 de septiembre a la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX). El personal que la recibió la envió al Centro de Apoyo a la Violencia Intrafamiliar (CAVI) y luego de cinco horas en ese sitio le dijeron que se dirigiera a la Agencia 59, pues ese centro sólo atendía violencia de género y no la retención de su hija.

El desconocimiento de los funcionarios llevó a que Daniela llegara hasta las 21:00 horas al lugar correcto, ya en la Agencia 59 esperó 40 minutos y los oficiales le expusieron que regresara mejor un día después porque ya había mucha gente y que ahí no había lugar para dormir.

Así volvió a las 10:00 horas del miércoles 23, pero fue hasta las 17:00 horas cuando la atendieron.

Una vez que le tomaron la declaración, con número de carpeta CI-FIDCANNA/59/UI/-2 C/D/00848/09-2020, detuvieron el proceso porque no llevaba la foto impresa de la menor. Salió por la fotografía y regresó lo más pronto que pudo para continuar, sin embargo como no se acordaba del color de los tenis que vestía su hija ni de la calle donde se la arrebataron, la Alerta Amber no se activó de inmediato, contrario a la declaración de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, en la que envió órdenes para girar este tipo de alertas de manera inmediata tras el secuestro y feminicidio de Fátima Cecilia, otra menor que no tuvo acceso a la justicia.

Con Kendra no se siguió el protocolo que por ley se exige y la Alerta Amber llegó hasta el 26 de septiembre, seis días después del robo de la menor.

En lo que va del año, la Fiscalía de Justicia de la Ciudad de México investiga 582 casos de sustracción de menores.

El enemigo en casa

Desde 2013, Daniela enfrentó violencia de su pareja y apenas a dos meses de vivir en la misma casa, decidió dejarlo. Se fue con su mamá, pero la corrían de su casa.

Él la convenció que no tenía a nadie y que mejor regresara por el bien de la menor, la violencia física y psicológica seguía y ella no se animaba a huir por miedo y vergüenza.

Para 2016 volvió a quedar embarazada, él la golpeó y la llevó a abortar, por miedo no le dijo nada a los médicos del Centro de Salud Juan Duque de Estrada, también en la alcaldía Venustiano Carranza.

En 2017 encontró que el papá de su hija se masturbaba enfrente de la menor -ella lo corrió, él la agarró a golpes-. Daniela había comprado una lámpara y cuando la aventó al piso chocó con el ropero, esa misma lámpara usó para defenderse y empezó a gritar “auxilio, ayuda”. Frente al edificio donde vivían está un Centro de Rehabilitación de Alcohólicos Anónimos y a quienes acudían ya les había tocado ver cómo él la golpeaba en la calle, por eso siempre estaban pendiente y fue así que cuando escucharon la solicitud de apoyo de Daniela salieron del centro y sacaron al violentador.

Todo 2018 él esperaba que abrieran el portón del edificio y lograba ingresar al departamento, la violaba y si no quería, le decía que lo haría con su hija. Le destruía su ropa, le robaba los zapatos.

Para ese tiempo él la había denunciado en tres ocasiones, incluso llevó a policías de la entonces Secretaría de Seguridad Pública a los que convenció de que Daniela era una “prostituta” y “alcohólica” por lo que corría riesgo la menor. No le creyeron a ella que esos dichos eran mentiras y los policías le pusieron las esposas para subirla a una patrulla, la menor empezó a hacerse pipí y le preguntaron con quién se quería quedar. “Con mi mamá”, fue la respuesta con la que Kendra salvó a Daniela y la dejaron libre.

Daniela exigió pensión alimenticia, pero tenía que ir por el dinero a la empresa de su violentador, luego él la esperaba entre las calles para exigirle que se lo regresara.

Ella vio obstruida la justicia pues cuando acudió a su ampliación de declaración de la carpeta CI-FIDVF/75/UI-7 S/D/01269/09-2020 por violencia familiar, encontró que el violentador estaba en el CAVI. Daniela se lo comentó a los oficiales de la Fiscalía y fue a ella a la que sacaron del centro para que él no se le acercara o de lo contrario perdería las medidas precautorias que le habían asignado.

La segunda denuncia que interpuso fue por la sustracción de su hija en septiembre de este año y dos meses después, la expareja de Daniela le envió un video de su hija desnuda.

El 11 de noviembre Daniela interpuso la tercera demanda contra su violentador y el secuestrador de su hija, ahora en la agencia de Delitos Sexuales, la cual quedó con número de carpeta: CI-FIDS/FDS-6/UI -FDS-6-03/01429/11-2020.

Él la sigue amenazando con hacerle daño a la pequeña si sigue denunciando, lo último que recibió fue un video de la menor corriendo desnuda en la casa de su mamá y con todo y pruebas, la menor no ha regresado con su mamá.

"Vivo con mucha angustia por lo que pudiera estar viviendo mi hija, ya les dije dónde está y no hacen nada y tampoco puedo ir a esa casa", lamenta Daniela.




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Tres mujeres de la Ciudad de México, no sólo comparten el mismo nombre, Daniela, también que la Fiscalía General de Justicia local ha creído más en sus agresores que en ellas. Cada una ha sido demandada sin ninguna prueba por sus violentadores, en cambio las víctimas sólo observan una lenta y obstruida justicia.

Las tres se han convertido en detectives para demostrar que ellas son las violentadas, pero hasta la fecha, han pasado casi tres años exigiendo justicia que no les llega. Actualmente peligran sus vidas y la guardia de sus infantes.

Hoy en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, El Sol de México narra la primera de tres historias sobre cómo las mujeres viven con violencia en la capital del país.

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Ambas llegaron a la estación del Metro Balbuena, en la alcaldía Venustiano Carranza. Cuando Daniela iba a soltar la mano de la pequeña para que su padre la tomara, Kendra apretó a su mamá y le dijo: “no quiero ir con él”. Y es que desde dos semanas antes Kendra tuvo sueños en los que se la robaban y despertaba llorando.

En ese momento Daniela decidió ya no prestársela, pero él empezó a golpearla -con más énfasis en los brazos para que la soltara- y la jaloneó hasta que logró quitársela. Kendra se fue llorando.

Daniela rápido se acercó a una patrulla en la avenida y le dijo lo que había pasado, los oficiales respondieron: “son 72 horas para reportar y él tiene derecho por ser su papá”.

La misma noche las vecinas de la casa del padre le enviaron a Daniela audios de la niña gritando con llanto mientras su expareja le decía vía WhatsApp que hasta el día 21 se la regresaría. Pero no sucedió y él escapó de ese domicilio.

Daniela acudió el martes 22 de septiembre a la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX). El personal que la recibió la envió al Centro de Apoyo a la Violencia Intrafamiliar (CAVI) y luego de cinco horas en ese sitio le dijeron que se dirigiera a la Agencia 59, pues ese centro sólo atendía violencia de género y no la retención de su hija.

El desconocimiento de los funcionarios llevó a que Daniela llegara hasta las 21:00 horas al lugar correcto, ya en la Agencia 59 esperó 40 minutos y los oficiales le expusieron que regresara mejor un día después porque ya había mucha gente y que ahí no había lugar para dormir.

Así volvió a las 10:00 horas del miércoles 23, pero fue hasta las 17:00 horas cuando la atendieron.

Una vez que le tomaron la declaración, con número de carpeta CI-FIDCANNA/59/UI/-2 C/D/00848/09-2020, detuvieron el proceso porque no llevaba la foto impresa de la menor. Salió por la fotografía y regresó lo más pronto que pudo para continuar, sin embargo como no se acordaba del color de los tenis que vestía su hija ni de la calle donde se la arrebataron, la Alerta Amber no se activó de inmediato, contrario a la declaración de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, en la que envió órdenes para girar este tipo de alertas de manera inmediata tras el secuestro y feminicidio de Fátima Cecilia, otra menor que no tuvo acceso a la justicia.

Con Kendra no se siguió el protocolo que por ley se exige y la Alerta Amber llegó hasta el 26 de septiembre, seis días después del robo de la menor.

En lo que va del año, la Fiscalía de Justicia de la Ciudad de México investiga 582 casos de sustracción de menores.

El enemigo en casa

Desde 2013, Daniela enfrentó violencia de su pareja y apenas a dos meses de vivir en la misma casa, decidió dejarlo. Se fue con su mamá, pero la corrían de su casa.

Él la convenció que no tenía a nadie y que mejor regresara por el bien de la menor, la violencia física y psicológica seguía y ella no se animaba a huir por miedo y vergüenza.

Para 2016 volvió a quedar embarazada, él la golpeó y la llevó a abortar, por miedo no le dijo nada a los médicos del Centro de Salud Juan Duque de Estrada, también en la alcaldía Venustiano Carranza.

En 2017 encontró que el papá de su hija se masturbaba enfrente de la menor -ella lo corrió, él la agarró a golpes-. Daniela había comprado una lámpara y cuando la aventó al piso chocó con el ropero, esa misma lámpara usó para defenderse y empezó a gritar “auxilio, ayuda”. Frente al edificio donde vivían está un Centro de Rehabilitación de Alcohólicos Anónimos y a quienes acudían ya les había tocado ver cómo él la golpeaba en la calle, por eso siempre estaban pendiente y fue así que cuando escucharon la solicitud de apoyo de Daniela salieron del centro y sacaron al violentador.

Todo 2018 él esperaba que abrieran el portón del edificio y lograba ingresar al departamento, la violaba y si no quería, le decía que lo haría con su hija. Le destruía su ropa, le robaba los zapatos.

Para ese tiempo él la había denunciado en tres ocasiones, incluso llevó a policías de la entonces Secretaría de Seguridad Pública a los que convenció de que Daniela era una “prostituta” y “alcohólica” por lo que corría riesgo la menor. No le creyeron a ella que esos dichos eran mentiras y los policías le pusieron las esposas para subirla a una patrulla, la menor empezó a hacerse pipí y le preguntaron con quién se quería quedar. “Con mi mamá”, fue la respuesta con la que Kendra salvó a Daniela y la dejaron libre.

Daniela exigió pensión alimenticia, pero tenía que ir por el dinero a la empresa de su violentador, luego él la esperaba entre las calles para exigirle que se lo regresara.

Ella vio obstruida la justicia pues cuando acudió a su ampliación de declaración de la carpeta CI-FIDVF/75/UI-7 S/D/01269/09-2020 por violencia familiar, encontró que el violentador estaba en el CAVI. Daniela se lo comentó a los oficiales de la Fiscalía y fue a ella a la que sacaron del centro para que él no se le acercara o de lo contrario perdería las medidas precautorias que le habían asignado.

La segunda denuncia que interpuso fue por la sustracción de su hija en septiembre de este año y dos meses después, la expareja de Daniela le envió un video de su hija desnuda.

El 11 de noviembre Daniela interpuso la tercera demanda contra su violentador y el secuestrador de su hija, ahora en la agencia de Delitos Sexuales, la cual quedó con número de carpeta: CI-FIDS/FDS-6/UI -FDS-6-03/01429/11-2020.

Él la sigue amenazando con hacerle daño a la pequeña si sigue denunciando, lo último que recibió fue un video de la menor corriendo desnuda en la casa de su mamá y con todo y pruebas, la menor no ha regresado con su mamá.

"Vivo con mucha angustia por lo que pudiera estar viviendo mi hija, ya les dije dónde está y no hacen nada y tampoco puedo ir a esa casa", lamenta Daniela.




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