Nunca me vi formando una familia tradicional, nunca me vi teniendo hijas o hijos”, confesó Angélica Soriano López, de 37 años de edad, quien dejó a un lado los estigmas y las presiones familiares para no vivir una maternidad.
Angélica es comunicóloga de profesión, locutora de radio y feminista por convicción, por lo que dedica la mayor parte de su tiempo al trabajo y a sus proyectos personales.
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En entrevista con El Sol de México, la profesionista comentó que nació en una familia tradicional en la que las mujeres suelen casarse, tener hijos y dedicarse al hogar. Desde muy joven decidió seguir otro camino, uno que le hizo comprender el contexto de las mujeres de su familia.
“Como la mayoría de las niñas y niños, en mi casa no faltaron los juguetes que hacían alusión a la maternidad, nenucos, muñecas, con los cuales se jugaba a la mamá y al papá, sin embargo, siempre tuve claro desde pequeña que aquello era sólo parte de un juego “Desde muy chica comencé a trabajar y a ganar mi dinero e incluso me independicé muy joven y lo que me interesaba era viajar, estudiar, prepararme y no recuerdo haber tenido el deseo de convertirme en mamá”, dijo.
Soriano López afirmó que su decisión, difícil de asimilar para su abuela y su madre al principio, le permitió tener mayor conciencia sobre su proyecto de vida a futuro, en cómo sería su vida de adulta, cómo quería morir y si ello iba de la mano en la forma en que quería vivir.
“A pesar de la presión familiar, social y que biológicamente sentía que mi cuerpo me pedía tener hijos, a los 28 años tomé la decisión definitiva de no maternal”, mencionó esta mujer que vive con plenitud su madurez y su vida.
Contra el mito de la madre
Luego de diferentes experiencias con sus parejas, de un aborto doloroso y complicado, y contrario a la idea del rol que debe tener una mujer en la sociedad, Raquel Ramírez Salgado, de 42 años, decidió no tener hijos.
La feminista y doctora en Ciencias Políticas explicó a este diario que desde hace tiempo está bajo tratamiento médico por una fuerte depresión, por lo que priorizó su vida y su salud sobre una maternidad que podría haber traído otros problemas.
“He vivido mucho desamor y, en algunos casos, violencia por parte de hombres. El hecho de compartir la crianza de un bebé me parece que me colocaría frente a una mayor vulnerabilidad, hubiera creado un lazo indisoluble o tenido que pelear por el sustento compartido”, sostuvo.
Raquel cuestionó como el periodista Rafael Alducín impulsó en 1922 instaurar el Día de las Madres, que festeja “a la mejor madre, a la más sufrida, a la más abnegada y es algo que se ha ido reafirmando, porque el sistema económico político tiene ganancias, no es un mero capricho”.
“Es la reproducción de la vida, es llevar a cabo, por los estereotipos de la maternidad, las actividades de cuidado y del trabajo, quien alimenta y cuida a la clase obrera, quien lava la ropa, quien cuida a las personas enfermas. Es la justificación perfecta para crear este mito maternal, que eso es casi nuestro destino”, agregó.
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Feliz con las decisiones
Durante el conversatorio del pasado 24 de febrero, Sin hijxs. Respuesta desde los feminismos, en la UNAM, Ana Elena Contreras, contó que si bien desde que era niña supo que no quería ser madre, a los 25 años de edad se puso como edad límite los 30 para tener hijos, pero aplazó tres veces el tiempo y ya no pudo hacerlo.
La mujer explicó que padeció de ovario poliquístico, que puede causar infertilidad, y aunque intentó con su pareja tener hijos no lo lograron.
A sus 46 años de edad, Ana decidió elegirse como prioridad y abandonar la idea de ser madre “a pesar de lo que te dice la sociedad y la familia, que si no tienes hijos eres una mujer incompleta”.
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“Después de tomar esta decisión de no seguir aferrada a esta idea de la maternidad, decidí reconocerme como una mujer plena, completa y muy feliz con las decisiones que he tomado, una mujer de más de 40 años que no es madre, pero que cumple otros roles que me hacen sentir feliz”, sostuvo.