Madres de familia de diversas delegaciones de la Ciudad de México experimentan temor de que regresen sus hijos a la escuela porque consideran que hace falta una revisión exhaustiva de los planteles por parte de ingenieros, Protección Civil y autoridades de la SEP, y hasta que no vean el Dictamen de Seguridad Estructural firmado y sellado por un Director Responsable de Obra en la puerta, no llevarán a sus hijos.
Claudia Mayorga, madre de familia residente de la delegación Gustavo A. Madero, compartió que la escuela de su hijo de primaria sufrió fisuras en paredes y escaleras; un plantel antiguo y de cinco pisos.
“Algunas escuelas están poniendo cartulinas de que ya pueden regresar, pero en nuestro caso hasta que no tengan ese papel con el dictamen, mi hijo no regresa. Estamos al pendiente, esperaremos el tiempo que sea necesario”, afirmó, ya que fue testigo del colapso de un edificio al lado de su lugar de trabajo, en la Roma Norte.
Janeth Martínez Camargo, de la delegación Tláhuac, nos dijo que hay una grieta en toda la colonia que cuenta con varias primarias y secundarias. Además, dice, los hundimientos de los suelos están de 50 a 1.50 metros.
“Estuvimos 4 días sin luz, estamos sin agua. La escuela de mi hijo en la Villa Centroamericana tiene una cuarteadura donde se ven los salones desde afuera. No nos dejan pasar a los maestros, no sabemos qué daños serios tenga. Queremos que el dictamen no lo haga la delegación, exigimos un ingeniero civil, un arquitecto y un geólogo, así como personal de la SEP. Los padres de familia no vamos a dejar que ingresen los niños hasta que no se tenga ese dictamen. Seguimos con el nervio, esta emergencia todavía no pasa, la Tierra se tiene que seguir acomodando”, dijo.
Hoy, tendrán una junta con los directivos de las escuelas y tomarán las medidas más convenientes para la seguridad de sus hijos.
Por su parte, niños entrevistados de preescolar, primaria y secundaria nos compartieron que sintieron mucho miedo de experimentar el sismo del 19 de septiembre en sus escuelas, se pusieron a llorar, pero sus profesores los calmaron: “dándonos un pedacito de algodón con tantito alcohol, para que lo oliéramos, abrazándonos”.
Aunque también sienten temor de que se caiga su escuela, han estado jugando, han estado tristes de que se perdieron vidas de niños de su edad, pero ya están más tranquilos, pues saben qué medidas de seguridad tomar en sus escuelas y casas ante un sismo.