/ domingo 5 de septiembre de 2021

Acusa al DIF de Neza de quitarle a sus dos hijas

Leonor confió en su mejor amiga, quien la denunció por abandono, y ahora lleva tres años sin poder verlas

Al escuchar el mensaje al otro lado de la línea telefónica se quedó estupefacta. No supo qué hacer. Tampoco qué decir. “Sus hijas están en el DIF de Nezahualcóyotl por abandono y maltrato”, le dijeron de manera breve.

Enseguida, la joven madre explicó que no las abandonó y estaban a cargo de una de sus amigas en su casa, porque ella salía a trabajar.

Antes de colgar, esa mañana del 6 de junio de 2019 Leonor Granados, de apenas 29 años, se enteró que la supuesta amiga era la misma que las entregó a la institución y levantó la denuncia. En ese instante sintió impotencia y coraje por la mala jugada de Elizabeth, de 54 años, a quien durante años le confió el cuidado de las niñas. No sólo eso. La consideraba como una abuela para ellas.

Al día siguiente, Leonor Granados se presentó en el DIF de Nezahualcóyotl para aclarar la situación, pero la sorpresa fue que su “amiga” se encontraba en la oficina donde la recibirían. Al entrar, sin mediar palabra, una abogada la atendió de manera déspota y le dijo que sus hijas fueron recogidas por abandono y maltrato.

Leonor intentó aclarar que eso era mentira y dijo que se comunicaría con un abogado. Sin embargo, la funcionaria llamó a un par de elementos de seguridad para impedirle hablar por teléfono o salir del lugar y enseguida le acercó un escrito.

“Tiene que dejarle las niñas a la señora, si usted no firma el papel sus hijas se van a quedar en custodia del DIF, pero lo que sus hijas sufran aquí adentro no nos hacemos responsables”, la amenazó.

El documento que le dieron a firmar era para otorgarle la guarda y custodia a Elizabeth y a su pareja Valente, según se muestra en el expediente: PROCU/DIF-NEZA/83/19, del cual este diario posee una copia.

Leonor se negó y dijo que no lo haría, que en todo caso sería mejor que la guardia y custodia se la diera a su hermana. De nuevo la abogada la presionó e intimidó con la advertencia de que algo malo les podría pasar a las niñas si no aceptaba. La joven madre se sintió acorralada. Ofuscada. Ante el temor de que sus hijas Jade y Fernanda, de apenas 6 y 8 años, sufrieran algún daño, firmó con la esperanza de que al salir resolvería todo. No fue así.

Han pasado tres años desde que la vida de Leonor Granados cambió. Los mismos que no ha podido bañar en besos y envolver en abrazos a sus retoños.

A pesar de que contrató un abogado para levantar una denuncia por los hechos y recuperar a sus pequeñas, hasta el momento las autoridades del Juzgado Quinto Familiar de Nezahualcóyotl, que llevan el caso, no han dado una resolución al expediente 767/2020. La pandemia por Covid-19 también le complicó el proceso, y apenas en marzo pudo ver a Fernanda en un careo.

El tiempo que llevan sin verse ha sido complicado. A Leonor Granados le ha pegado anímicamente la separación. “La vez pasada me sentía muy mal y fui a ver un psiquiatra. Me recetó medicamento, me preguntó que si tenía deseos de suicidarme o de quitarme la vida, le dije no tengo esos deseos. Pero sí me siento mal, no duermo, no descanso y me dio un medicamento para eso”.

En tanto Jade y Fernanda viven en un hogar en un ambiente de condiciones precarias, donde realizan los quehaceres domésticos y otras actividades; además, por el tiempo que llevan con Elizabeth y su pareja, han sido alienadas y manipuladas al grado de que las han convencido que su madre es una mala persona para que no deseen regresar con ella, señala una autoridad cercana al caso sobre el desahogo de pruebas en materia de trabajo social y psicológico, quien pidió el anonimato y a la que este diario tuvo acceso.

–¿Si pudiera hablar con sus hijas qué les diría? –se le pregunta a Leonor.

–Les diría que las amo, que regresen conmigo, que me hacen mucha falta, porque ya no sé qué va a pasar si no están conmigo.

Al respecto, se buscó al área de prensa del DIF de Nezahualcóyotl para solicitar una postura, sin embargo, manifestaron desconocer el caso a pesar de que existe un expediente abierto, y declinaron dar algún comentario.

UNA MILUSOS

A Leonor su pareja la abandonó sin importar su embarazo y que tuvieran una niña de un año. El apuro para sostener las necesidades del hogar y los gastos de una bebé en camino hizo que la joven madre buscara un trabajo.

En ese tiempo conoció a Elizabeth porque era suegra de su excuñada. Al tratarse el ambiente fue amable que se tornó en una buena amistad, la misma que avivó una confianza para que Leonor le dejara al cuidado de su hija.

Al nacer su bebé, Elizabeth se volvió su apoyo incondicional para Leonor como si fuera una madre. Así que la ayudaba en el cuidado de ambas niñas. Para Leonor era lo mismo emplearse en limpieza, vendedora ambulante, comerciante o hasta en una funeraria, cualquier labor era digna con tal de que a sus hijas no les faltara nada.

Para retribuir el apoyo de su amiga, Leonor, asegura, le proporcionaba dinero para los gastos de las niñas, comida y otras cosas que requerían, además de que le daba el dinero que ella le pidiera para cualquier otro asunto.

Durante una mala racha la joven madre quedó desempleada y Elizabeth le abrió las puertas de su hogar hasta que la situación mejoró y Leonor encontró un nuevo empleo y entabló una relación estable.

Como el consejo que da una madre, su amiga le recomendó que no expusiera a sus hijas con su nueva pareja pues existían casos de abuso sexual de padrastros; que mejor las dejara con ella y probara durante algún tiempo cómo era el carácter y la relación con él. Leonor escuchó con atención el “consejo” y lo hizo. Gran error.

Ese argumento años más tarde le serviría a Elizabeth para acusarla de abandono.

Al escuchar el mensaje al otro lado de la línea telefónica se quedó estupefacta. No supo qué hacer. Tampoco qué decir. “Sus hijas están en el DIF de Nezahualcóyotl por abandono y maltrato”, le dijeron de manera breve.

Enseguida, la joven madre explicó que no las abandonó y estaban a cargo de una de sus amigas en su casa, porque ella salía a trabajar.

Antes de colgar, esa mañana del 6 de junio de 2019 Leonor Granados, de apenas 29 años, se enteró que la supuesta amiga era la misma que las entregó a la institución y levantó la denuncia. En ese instante sintió impotencia y coraje por la mala jugada de Elizabeth, de 54 años, a quien durante años le confió el cuidado de las niñas. No sólo eso. La consideraba como una abuela para ellas.

Al día siguiente, Leonor Granados se presentó en el DIF de Nezahualcóyotl para aclarar la situación, pero la sorpresa fue que su “amiga” se encontraba en la oficina donde la recibirían. Al entrar, sin mediar palabra, una abogada la atendió de manera déspota y le dijo que sus hijas fueron recogidas por abandono y maltrato.

Leonor intentó aclarar que eso era mentira y dijo que se comunicaría con un abogado. Sin embargo, la funcionaria llamó a un par de elementos de seguridad para impedirle hablar por teléfono o salir del lugar y enseguida le acercó un escrito.

“Tiene que dejarle las niñas a la señora, si usted no firma el papel sus hijas se van a quedar en custodia del DIF, pero lo que sus hijas sufran aquí adentro no nos hacemos responsables”, la amenazó.

El documento que le dieron a firmar era para otorgarle la guarda y custodia a Elizabeth y a su pareja Valente, según se muestra en el expediente: PROCU/DIF-NEZA/83/19, del cual este diario posee una copia.

Leonor se negó y dijo que no lo haría, que en todo caso sería mejor que la guardia y custodia se la diera a su hermana. De nuevo la abogada la presionó e intimidó con la advertencia de que algo malo les podría pasar a las niñas si no aceptaba. La joven madre se sintió acorralada. Ofuscada. Ante el temor de que sus hijas Jade y Fernanda, de apenas 6 y 8 años, sufrieran algún daño, firmó con la esperanza de que al salir resolvería todo. No fue así.

Han pasado tres años desde que la vida de Leonor Granados cambió. Los mismos que no ha podido bañar en besos y envolver en abrazos a sus retoños.

A pesar de que contrató un abogado para levantar una denuncia por los hechos y recuperar a sus pequeñas, hasta el momento las autoridades del Juzgado Quinto Familiar de Nezahualcóyotl, que llevan el caso, no han dado una resolución al expediente 767/2020. La pandemia por Covid-19 también le complicó el proceso, y apenas en marzo pudo ver a Fernanda en un careo.

El tiempo que llevan sin verse ha sido complicado. A Leonor Granados le ha pegado anímicamente la separación. “La vez pasada me sentía muy mal y fui a ver un psiquiatra. Me recetó medicamento, me preguntó que si tenía deseos de suicidarme o de quitarme la vida, le dije no tengo esos deseos. Pero sí me siento mal, no duermo, no descanso y me dio un medicamento para eso”.

En tanto Jade y Fernanda viven en un hogar en un ambiente de condiciones precarias, donde realizan los quehaceres domésticos y otras actividades; además, por el tiempo que llevan con Elizabeth y su pareja, han sido alienadas y manipuladas al grado de que las han convencido que su madre es una mala persona para que no deseen regresar con ella, señala una autoridad cercana al caso sobre el desahogo de pruebas en materia de trabajo social y psicológico, quien pidió el anonimato y a la que este diario tuvo acceso.

–¿Si pudiera hablar con sus hijas qué les diría? –se le pregunta a Leonor.

–Les diría que las amo, que regresen conmigo, que me hacen mucha falta, porque ya no sé qué va a pasar si no están conmigo.

Al respecto, se buscó al área de prensa del DIF de Nezahualcóyotl para solicitar una postura, sin embargo, manifestaron desconocer el caso a pesar de que existe un expediente abierto, y declinaron dar algún comentario.

UNA MILUSOS

A Leonor su pareja la abandonó sin importar su embarazo y que tuvieran una niña de un año. El apuro para sostener las necesidades del hogar y los gastos de una bebé en camino hizo que la joven madre buscara un trabajo.

En ese tiempo conoció a Elizabeth porque era suegra de su excuñada. Al tratarse el ambiente fue amable que se tornó en una buena amistad, la misma que avivó una confianza para que Leonor le dejara al cuidado de su hija.

Al nacer su bebé, Elizabeth se volvió su apoyo incondicional para Leonor como si fuera una madre. Así que la ayudaba en el cuidado de ambas niñas. Para Leonor era lo mismo emplearse en limpieza, vendedora ambulante, comerciante o hasta en una funeraria, cualquier labor era digna con tal de que a sus hijas no les faltara nada.

Para retribuir el apoyo de su amiga, Leonor, asegura, le proporcionaba dinero para los gastos de las niñas, comida y otras cosas que requerían, además de que le daba el dinero que ella le pidiera para cualquier otro asunto.

Durante una mala racha la joven madre quedó desempleada y Elizabeth le abrió las puertas de su hogar hasta que la situación mejoró y Leonor encontró un nuevo empleo y entabló una relación estable.

Como el consejo que da una madre, su amiga le recomendó que no expusiera a sus hijas con su nueva pareja pues existían casos de abuso sexual de padrastros; que mejor las dejara con ella y probara durante algún tiempo cómo era el carácter y la relación con él. Leonor escuchó con atención el “consejo” y lo hizo. Gran error.

Ese argumento años más tarde le serviría a Elizabeth para acusarla de abandono.

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