“¡Histórico!’’ encuentro sin violencia el queprotagonizaron ayer las marchas lésbico-gay y la feligresíacatólica; por un lado, la defensa de los matrimonios igualitariosy la diversidad sexual; por el otro, la marcha por la familia:“un hombre y una mujer’’, “biología, no ideología’’.Y como árbitro, en medio de ambos bandos, “la victoriaalada’’ del Ángel de la Independencia.
El “ajuar’’ vistoso, alegre y llamativo; y el contrastedel culto al hábito, al rosario a la Biblia.
Con un Gobierno que prendió la mecha con su iniciativa dematrimonio igualitario, la comunidad lésbico-gay y la Iglesiacatólica, aunque con posturas radicales a favor y en contra, lamovilización de ayer sábado por la avenida Reforma, fue una“probadita’’ de la madurez política y social, delconglomerado de voces que hoy ofrece la “Ciudad de laslibertades’’.
Y por primera vez dos sectores radicales, sin ceder terreno, seencuentran, en un solo punto: la Columna de la Independencia, parahacer valer lo que consideran sus derechos civiles y legales; parahacer respetar sus creencias religiosas, para defender a lafamilia, porque “defender a la familia no es homofobia’’.Pero lo único cierto, la verdadera discordia, son los matrimoniosigualitarios, el motor de las movilizaciones que hoy tieneconfrontados a diversos sectores de la sociedad.
Al Ángel de la Independencia llegó el Frente Nacional por elOrgullo Gay; y también lo hizo el Frente Nacional por la Familia;y el único amago de crispación lo protagonizaron cuatro jóvenesen la glorieta de la Diana, que intentaron detener la marcha de losreligiosos; y un intento más por romper las vallas de seguridadocurrió a las 14 horas junto al Hotel Sheraton, pero la oportunaintervención de los policías de la Ciudad de México, detuvo suavance.
“Estado, Iglesia, ni contigo ni marido’’; “Saquen surosario, que no es nuestro ovario’’, son consignas de jóvenesque gritaron cuando intentaron acudir a la concentración delFrente Nacional por la Familia.
LA VICTORIA “ALADA’’ DE AMBOS LADOS
Desde las 10 de la mañana comenzaron a llegar comunidades delesbianas, gays, bisexuales, transgénero, transexuales, travestise intersexuales (LGBTTTI); familias de todas las edades y géneros,cada quien con su historia, con sus pancartas: “¿Que no me metacon tus hijos?; tú no te metas con mis derechos”; “NorbertoRivera, vístete de güera”; “Gaviota, Gaviota, Norberto es unajota”.
Y ahí estaban acompañando supervisores de los derechos humanosdel Distrito Federal, legisladores como la diputada federalCristina Gaytán, quien dijo que independientemente de lascreencias y de la posición que cada quien tenga, frente ainiciativas como el matrimonios igualitario, lo más importantes esrespetar el derecho de todas y de todos.
“Nosotros no vamos a dar un paso para atrás en nada, por elcontrario, lo que queremos, por la vía de los hechos, demostrarque no hay ninguna acotación a los derechos de nadie.
“Que la gente entienda que la discriminación y la homofobiason situaciones gravísimas que no debemos dejar permitir ennuestra sociedad, por ahí debemos empezar. El gran reto eshacerlos entender que no estamos afectando ningún derecho y opinardiferente no es una agresión, es un derecho”, dijo Gaytán.
Alrededor los gritos y las consignas: “Si Juárez viviera, connosotros estuviera”; “Francisco (papa) queremos un Méxicolaico”; “Cuando la familia apoya, la sociedad nodiscrimina”.
Y ahí estaba Mayte Rivera Vivanco, una madre de dos hijos, peroque ella viene de una madre lesbiana, que después de 15 años decasada y procrear seis hijos, se juntó con otra mujer. Hoy todosviven en familia sin ningún complejo ni discriminación, por elcontrario, con una nueva cultura generacional.
También Marina Gómez Robledo que junto con Norma Berumen,asistieron al orgullo gay porque están a favor del matrimonioigualitario, a favor de la iniciativa de ley que presentó elEjecutivo. Todos somos iguales ante la ley. Somos heterosexuales,pero todos somos iguales y debemos tener las mismas oportunidades,coincidieron.
“Falacia de que si tu papá es gay, yo también”; “No soytortilla, soy tlayuda’’, se podía leer en grandes pancartas.MÚSCULO Y LIBERTAD “ROSA’’
Pero la de ayer, fue una libertad “rosa”, porque lacomunidad lésbico-gay quiere hacer valer el músculo que tiene asu favor: las leyes que los liberaron, que los protegen; de romperlas cadenas de la marginación, de la humillación, de laincomprensión, de la impotencia, de la obscuridad de losclósets.
Ayer su protesta callejera fue de poder con la Iglesiatradicional; de quemar a los que se oponen al matrimonioigualitario en su propia hoguera. Hoy se descaran por la granciudad, se abrazan sin rubor, se cachondean sin el miedo a lasofensas. Hoy tienen a sus defensores en organismos de derechoshumanos y de la sociedad civil, en las tribunas legislativas, consus familias. Hoy el miedo está en los gobiernos y en lospolíticos de perder devotos.
¡Ay Jalisco no se raja!; y ¡Dónde la vida no vale nada!, enGuanajuato, quedaron en otros tiempos. Hoy la comunidad gay seapoderó de la Zona Rosa en la CdMx, de la que tomaron como suya; yqué decir del último vagón del Metro para atreverse a tomarse dela mano y besuquearse “bigote con bigote’’, de pasearse porla Alameda, por las calles céntricas, de ganar espacios con antrosgay; de descararse en las discotecas, de correr juntos en lasplayas, de viajar en pareja del mismo sexo con hijos.
Porque la de ayer (marcha) son los tiempos de la diversidadsexual. Son los tiempos contrarios a la Iglesia. Es lacontrarreligión. Es el principio del fin a lo que le teme tanto laIglesia: al Frankenstein, de crear vida sin la mano Divina.
Y porque ayer este segmento de la sociedad tiene su propio cine,su propia música: “A quién le importa lo que yo haga, lo que yodiga; yo soy así, nunca cambiaré…”. De festejarse a símismos, de gritar que están dispuestos a dar la batalla por susderechos, por el reconocimiento a la igualdad de enlace matrimonialy de adoptar hijos.
Y la Iglesia, acostumbrada a quemar en la hoguera a susdetractores, a la herejía, la brujería y la traición, hoy setopa con un Gobierno que prendió la mecha con su iniciativa dematrimonio igualitario, que no visualizó su alcance; que tiene asectores de la sociedad en la confrontación.