/ jueves 28 de enero de 2016

Hollande “perdió su último taparrabos de izquierda”

Carlos Siula / El Sol de México

Corresponsal PARÍS, Francia. (OEM-Informex).– ChristianeTaubira, la última ministra realmente de izquierda que subsistíaen el Gabinete del presidente François Hollande, renunció ayer ala cartera de Justicia en desacuerdo con la decisión del Gobiernode privar de la nacionalidad a los franceses condenados porterrorismo.

“Esta vez, el rey quedó realmente desnudo”, escribió laprensa de derecha tras la demisión de esa mujer de 64 años, quedurante los tres años, ocho meses y 11 días que permaneció en elpoder se caracterizó por su independencia y su “indisciplinatemperamental”.

“Abandonó el Gobierno sobre un desacuerdo político mayor”,escribió en un tweet luego de una tormentosa reunión con elprimer ministro Manuel Valls y el presidente Hollande. Ambostrataron sin éxito de convencerla que, a pesar de su oposición,aceptara defender el proyecto de ley que comenzó a ser discutidoayer por la Asamblea Nacional.

“A veces, resistir es permanecer. Otras veces, es partir”,explicó en su cuenta Twitter.

La ministra fue reemplazada por Jean-Jacques Urvoas. Esediputado, que presidía la Comisión de Justicia del Parlamento, esun partidario incondicional de la Reforma Constitucional anunciadapor Hollande, que debe incluir la medida de privación de lanacionalidad a los franceses acusados de terrorismo.

Hollande y Valls decidieron introducir severas medidas deurgencia en la Carta Magna después de los ataques islamistas de2015.

Esa política fue severamente criticada por numerosasorganizaciones defensoras de derechos humanos y tropezó con lafuerte resistencia del ala izquierda del Partido Socialista (PS),que acusó a Valls y Hollande de no respetar los principioshumanistas.

Taubira, a quien algunos analistas definían como el “últimotaparrabos de izquierda que le quedaba a Hollande”, sanciona laruptura definitiva de los sectores más radicales del PS con elPresidente.

Los primeros en tomar distancia, en abril de 2014, fueron losministros ecologistas que integraban el Gabinete. Cuatro meses mástarde fueron seguidos por los ministros Arnaud Montebourg(Industrias), Benoit Hamon (Educación) y Aurélie Filippetti(Cultura).

Esa enamorada de literatura y ecologista practicante  -quesolía ir a trabajar en bicicleta-  se aleja del Ministerio deJusticia adorada por algunos y detestada por otros. En 2014concentró el odio de una parte de la sociedad por su defensa de laLey del Matrimonio para Todos.

Mujer, ministra y negra, nacida en la Guyana francesa, Taubiraresistió sin pestañear el odio, el escarnio y las peores injuriasracistas lanzadas por los reaccionarios de todas las latitudes.Difícilmente, un ministro francés haya sido objeto de tantoaborrecimiento.

En un momento del debate sobre el matrimonio homosexual, ungrupo de niños  -sin duda manipulado-  le arrojó bananasdurante uno de sus desplazamientos oficiales. En otra ocasión, unacandidata municipal del Frente Nacional (FN) la calificó de“mono” en su cuenta Facebook y, ante la presión política,debió renunciar a sus aspiraciones políticas e incluso fueexpulsada de su partido.

En esos casos, su estrategia consistía en evitar sentirseatacada en forma personal y reaccionaba en función del agraviopolítico. Siempre respondía, por ejemplo, que las agresionesracistas “eran un ataque al corazón de la república”.

Desde el principio nadie ignoró que Taubira no aprobaba el girosocial-liberal del Presidente francés y mucho menos las políticasde su primer ministro. Pero la situación empeoró después de losataques terroristas de enero y noviembre del año pasado en París,cuando Hollande decidió instaurar el Estado de Urgencia y conferirmás poderes a la Policía, limitando así la autoridad de lajusticia.

"La gota que desbordó el vaso" fue el proyecto de Hollande yValls de despojar de la nacionalidad francesa a los terroristasnacidos en Francia. En un primer momento, la medida debía recaersobre aquellos individuos que tuvieran doble nacionalidad. Luego lamedida se “universalizó” aun cuando esa medida viole una reglainternacional que prohíbe a los Estados crear apátridas.

Taubira, así como la izquierda socialista, interpretan esamedida como un peligroso gesto electoralista en dirección de laderecha y la extrema derecha. También consideran que ese despojono es jurídicamente aceptable y no tendrá ninguna utilidadpráctica, pues a un kamikaze dispuesto a inmolarse “poco leimporta perder la nacionalidad francesa”.

El Gobierno terminó por admitir que la futura disposición espuramente simbólica.

Otros dos barones socialistas también se oponen a ese proyecto,aunque en términos más moderados. Jean-Christophe Cambadélis,secretario del partido, y Bruno Le Roux, líder del grupo en laAsamblea Nacional, criticaron algunos aspectos del proyecto, perosin llegar a la ruptura.

La tensión entre Hollande y Taubira se hizo insostenible, sobretodo porque  -a pesar de su oposición-  ella no estaba dispuestaa defender el proyecto de ley ante el Parlamento.

Esa dimisión facilitará la tarea del Presidente y de su primerministro y probablemente el Gobierno logrará en febrero inscribirla medida, llamada “pérdida de nacionalidad”, en laConstitución sin demasiados sobresaltos. Pero, en cambio, lapérdida del apoyo del ala izquierda socialista puede perjudicarseriamente sus planes de obtener la reelección en 2017.

Carlos Siula / El Sol de México

Corresponsal PARÍS, Francia. (OEM-Informex).– ChristianeTaubira, la última ministra realmente de izquierda que subsistíaen el Gabinete del presidente François Hollande, renunció ayer ala cartera de Justicia en desacuerdo con la decisión del Gobiernode privar de la nacionalidad a los franceses condenados porterrorismo.

“Esta vez, el rey quedó realmente desnudo”, escribió laprensa de derecha tras la demisión de esa mujer de 64 años, quedurante los tres años, ocho meses y 11 días que permaneció en elpoder se caracterizó por su independencia y su “indisciplinatemperamental”.

“Abandonó el Gobierno sobre un desacuerdo político mayor”,escribió en un tweet luego de una tormentosa reunión con elprimer ministro Manuel Valls y el presidente Hollande. Ambostrataron sin éxito de convencerla que, a pesar de su oposición,aceptara defender el proyecto de ley que comenzó a ser discutidoayer por la Asamblea Nacional.

“A veces, resistir es permanecer. Otras veces, es partir”,explicó en su cuenta Twitter.

La ministra fue reemplazada por Jean-Jacques Urvoas. Esediputado, que presidía la Comisión de Justicia del Parlamento, esun partidario incondicional de la Reforma Constitucional anunciadapor Hollande, que debe incluir la medida de privación de lanacionalidad a los franceses acusados de terrorismo.

Hollande y Valls decidieron introducir severas medidas deurgencia en la Carta Magna después de los ataques islamistas de2015.

Esa política fue severamente criticada por numerosasorganizaciones defensoras de derechos humanos y tropezó con lafuerte resistencia del ala izquierda del Partido Socialista (PS),que acusó a Valls y Hollande de no respetar los principioshumanistas.

Taubira, a quien algunos analistas definían como el “últimotaparrabos de izquierda que le quedaba a Hollande”, sanciona laruptura definitiva de los sectores más radicales del PS con elPresidente.

Los primeros en tomar distancia, en abril de 2014, fueron losministros ecologistas que integraban el Gabinete. Cuatro meses mástarde fueron seguidos por los ministros Arnaud Montebourg(Industrias), Benoit Hamon (Educación) y Aurélie Filippetti(Cultura).

Esa enamorada de literatura y ecologista practicante  -quesolía ir a trabajar en bicicleta-  se aleja del Ministerio deJusticia adorada por algunos y detestada por otros. En 2014concentró el odio de una parte de la sociedad por su defensa de laLey del Matrimonio para Todos.

Mujer, ministra y negra, nacida en la Guyana francesa, Taubiraresistió sin pestañear el odio, el escarnio y las peores injuriasracistas lanzadas por los reaccionarios de todas las latitudes.Difícilmente, un ministro francés haya sido objeto de tantoaborrecimiento.

En un momento del debate sobre el matrimonio homosexual, ungrupo de niños  -sin duda manipulado-  le arrojó bananasdurante uno de sus desplazamientos oficiales. En otra ocasión, unacandidata municipal del Frente Nacional (FN) la calificó de“mono” en su cuenta Facebook y, ante la presión política,debió renunciar a sus aspiraciones políticas e incluso fueexpulsada de su partido.

En esos casos, su estrategia consistía en evitar sentirseatacada en forma personal y reaccionaba en función del agraviopolítico. Siempre respondía, por ejemplo, que las agresionesracistas “eran un ataque al corazón de la república”.

Desde el principio nadie ignoró que Taubira no aprobaba el girosocial-liberal del Presidente francés y mucho menos las políticasde su primer ministro. Pero la situación empeoró después de losataques terroristas de enero y noviembre del año pasado en París,cuando Hollande decidió instaurar el Estado de Urgencia y conferirmás poderes a la Policía, limitando así la autoridad de lajusticia.

"La gota que desbordó el vaso" fue el proyecto de Hollande yValls de despojar de la nacionalidad francesa a los terroristasnacidos en Francia. En un primer momento, la medida debía recaersobre aquellos individuos que tuvieran doble nacionalidad. Luego lamedida se “universalizó” aun cuando esa medida viole una reglainternacional que prohíbe a los Estados crear apátridas.

Taubira, así como la izquierda socialista, interpretan esamedida como un peligroso gesto electoralista en dirección de laderecha y la extrema derecha. También consideran que ese despojono es jurídicamente aceptable y no tendrá ninguna utilidadpráctica, pues a un kamikaze dispuesto a inmolarse “poco leimporta perder la nacionalidad francesa”.

El Gobierno terminó por admitir que la futura disposición espuramente simbólica.

Otros dos barones socialistas también se oponen a ese proyecto,aunque en términos más moderados. Jean-Christophe Cambadélis,secretario del partido, y Bruno Le Roux, líder del grupo en laAsamblea Nacional, criticaron algunos aspectos del proyecto, perosin llegar a la ruptura.

La tensión entre Hollande y Taubira se hizo insostenible, sobretodo porque  -a pesar de su oposición-  ella no estaba dispuestaa defender el proyecto de ley ante el Parlamento.

Esa dimisión facilitará la tarea del Presidente y de su primerministro y probablemente el Gobierno logrará en febrero inscribirla medida, llamada “pérdida de nacionalidad”, en laConstitución sin demasiados sobresaltos. Pero, en cambio, lapérdida del apoyo del ala izquierda socialista puede perjudicarseriamente sus planes de obtener la reelección en 2017.

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