Hace unas semanas falleció el doctor Gregorio Mercado Ochoa, uno de los amigos más cercanos de mi padre y de mi familia, un hombre devoto del conocimiento, la ciencia y la música. Su partida hizo que por azar recuperara una foto tomada hace ya varios años perdida en alguna memoria USB, donde aparece en primer plano mi director de tesis de licenciatura Froylan Mario López Nárvaez, y al fondo, uno de los sinodales, el general brigadier y doctor en ciencia política Francisco Gallardo Rodríguez.
La imagen corresponde a mi examen profesional en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Al contemplarla un sentimiento de melancolía y pesar me invadió. La muerte de Gallardo en abril y del maestro Froy en noviembre, hizo parpadear la memoria de los días del 2021. Un año de sortear dificultades y enfermedades, de logros para mi equipo editorial, y de reencuentro con seres muy queridos.
Pérdidas dolorosas para muchas personas por el Covid-19. En un año tan frenético, estas paradas obligatorias nos hicieron regresar a la premisa básica de que la vida como la muerte vienen unidas, quizá por ello el poeta Rilke decía “porque a la vida, incluso entre lágrimas hemos de celebrarla”.
Y hemos de celebrar la amistad, los reencuentros, las sonrisas de los niños, la memoria de quienes han partido. Sin duda la poesía sirve para acompañar todo principio y final, y ante el nuevo año que vendrá Rilke se la sabe. “Ten ánimos porque todo se encuentra delante de ti y las épocas en las que pesan las dificultades nunca son tiempo perdido”.