Desde 2009 el sector público mexicano ha sido deficitario, con excepción de 2017, es decir, gasta más de los ingresos que registra. Aunque por sí solo no es malo, sí presenta una vulnerabilidad financiera, pues el gobierno debe recurrir a la deuda para afrontar sus compromisos.
Aunque 2018 no ha acabado, a marzo el gobierno ya contaba con un déficit de 219 mil millones de pesos y será una de las herencias del presente gobierno para la nueva administración.