El lunes 1 de marzo, cuando el presidente López Obrador sostuvo su primera conversación con su homólogo de Estados Unidos, Joe Biden, hizo referencia a una frase ya histórica para los mexicanos, atribuida, dijo López Obrador, a Porfirio Díaz: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.
Para el mandatario nortemericano la frase pasó casi desapercibida, pero en el ánimo nacional, siempre ha quedado presente. Sin embargo, no hay prueba contundente de que la frase la haya pronunciado en primera instancia el ex mandatario Porfirio Díaz.
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Nemesido García Naranjo, abogado, periodista, escritor, historiador, político, catedrático y académico mexicano, dejó asentado en un artículo publicado en El Heraldo de Chihuahua la historia de dicha frase.
Colaborador asiduo de ese periódico, perteneciente a Organización Editorial Mexicana, escribió en su artículo del 3 de diciembre de 1962, la historia detrás de tan sutil crítica.
El artículo se titula “Historia de una frase sensacional” y narra que en el año de 1926, escuche en la ciudad de Nueva York, de labios del sacerdote Carlos M. Heredia, la expresión que ha tenido después revuelo; “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de EU’’.
-Hágame el favor de repetir esa frase -le dije al inteligente jesuita- porque la voy a utilizar en algún discurso.
El padre Heredia la repitió y se manifestó sorprendido de que fuese para mí una novedad, porque le era familiar desde muchos años antes.
-¿Quién es el autor? -le pregunté- y él me contestó que su hermano Vicente -también de la Compañía de Jesús- le había dicho que el general Díaz había externado esas palabras ante algunos amigos íntimos.
-No lo creo- le conteste categóricamente- porque don Porfirio no acostumbraba desahogarse con expresiones tan cortantes y trascendentales.
La frase es sutil, fina, espiritual y no encaja en un carácter de bronce, remata su texto el historiador García Naranjo.
García Naranjo sabía de lo que hablaba, fue colaborador en el régimen de Porfirio Díaz, diputado en esos años y partícipe de la celebración de la Independencia. También formó parte del gabinete de Victoriano Huerta y fue dos veces desterrado del país.
En su trayectoria escribió para varios periódicos, entre ellos Excélsior de México, La Prensa de San Antonio, Texas, El Universal, de México y El País de La Habana, Cuba. Y por supuesto, para el Heraldo de Chihuahua, diarios que ya se acerca a su centenario.
Aquí dejamos el texto íntegro de esa colaboración.
HISTORIA DE UNA FRASE SENSACIONAL
Por Nemesio García Naranjo
(Artículo publicado el 3 de diciembre de 1962 en El Heraldo de Chihuahua)
La diplomacia del buen vecino
En el año de 1926 escuché en la ciudad de Nueva York, de labios del sacerdote Carlos M. Heredia, la expresión que ha tenido después, tanto revuelo: “Pobre México tan lejos De Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.
Hágame el favor de repetir esa frase -, le dije al inteligente jesuita- porque la voy a utilizar en algún discurso
El padre Heredia la repitió y se manifestó sorprendido de que fuese para mi una novedad, porque le era familiar desde muchos años antes.
-¿Quién es el autor?-, le pregunté. Y él me contestó que su hermano Vicente -también de la Compañía de Jesús- le había dicho que el general Días había externado esas palabras ante algunos amigos íntimos- No lo creo-, le contesté categóricamente-, porque don Porfirio no acostumbra desahogarse con expresiones tan cortantes y trascendentales.
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La frase es sutil, fina, espiritual y no encaja en un carácter de bronce. El vocabulario del canciller Bismarck no es el de Maquiavelo; don Benito Juárez no hablaba “echando chispas” como don Francisco Bules; don Melchor Ocampo fue un anticlerical, pero su anticlericalismo no se parecía en nada al de Nigromante ni al del general Riva Palacio.
Veo -me dijo con satisfacción aquel noble amigo- que la frase que yo cité le ha causado una honda impresión.
-¿Cómo no, - le respondí- cuando entraña una formidable síntesis de historia. El presidente Lerdo de Tejada pensaba lo mismo que el autor de la referida frase, puesto que se opuso a la construcción de los ferrocarriles, porque a su juicio, “entre la fuerza y la debilidad, lo indicado era el desierto”. El talento de don Sebastián era tan luminoso que a veces llegaba hasta el genio, pero nunca fue agudo ni delicado ni elegante ni fino ni avispado y por eso no le dio a su propósito de alejamiento, la forma exquisita de la frase que su hermano Vicente le atribuía a don Porfirio.
Es posible que algún espíritu refinado de aquella época haya hecho la apreciación, y luego la repitiera el general Diaz -me replicó el padre Heredia.
-También desecho esta hipótesis -le repliqué- porque don Porfirio nunca hizo definiciones tan peligrosas, ni mucho menos desde la Presidencia de la República.
Tal fue, en resumen, la conversación que sostuve con el padre Heredia en la ciudad de Nueva York, hace más de un tercio de siglo.
***
Poco tiempo después emprendí una serie de conferencias que se inició en la ciudad de Brounsville y que siguió en las poblaciones ribereñas del Bravo (San Benito, Mac Allen, Rio Grande, Laredo) y que luego se extendió desde San Antonio y el Paso, Texas hasta Los Angeles y San Francisco, California. En algunas de mis disertaciones intercalé la frase de: “Pobre de México, tan lejos De Dios y tan cerca de Estados Unidos” y su eficacia tribunicia se manifestó con aplausos estruendosos.
Como era debido no me presenté como el autor de la apreciación, sino que algunas veces dije vagamente y sin precisar, que era de un espíritu sutil, y en otras ocasiones manifesté que se atribuían esas palabras al general Díaz.
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No obstante de que “las ovaciones que recibí en aquella gira fueron muy ruidosas, no repercutieron más allá de los salones en que se pronunciaron las conferencias. Después vinieron los dos años que pasé en Europa, los otros tres que residí en Nueva York y los dos restantes en que me brindó un generoso asilo la República Venezolana. En diciembre de 1934 al repatriarme y durante todo este tiempo, no volví a referirme a la frase tantas veces citada.
Muchos años antes, Mrs. Florence Griswald había fundado en San Antonio, una institución femenina que tomó el nombre de Panamerican Round Table y en la cual 24 señoras contrajeron el compromiso de representar a los países del nuevo mundo. El programa teórico de aquella organización era y sigue siendo el de fortalecer la fraternidad del Continente. La tarea era muy difícil porque los Estados Unidos habían metido la mano en la política interior de Nicaragua, de Haití y de México; pero Mrs. Griswald era una mujer muy dinámica y muy simpática que no dejaba pasar ninguna de las fechas gloriosas de los países iberoamericanos. Cuando yo residí en la ciudad de Álamo pronuncié en el seno de aquella asociación, en un 5 de mayo, un discurso en honor del general Zaragoza y otro discurso en honor del libertador Bolívar en un 24 de julio. Las nobles damas sabían que yo era una de tantas víctimas de los atracos de Wilson y de Bryant y me agradecían que cooperara con ellas en la tarea unificadora que habían emprendido. Una tarea romántica, pero que de cualquier modo ponía de manifiesto la nobleza de sus corazones.
***
Poco tiempo después de que Mr. Franklin D. Roosevelt fue electo para dirigir los destinos de su país, le extendió a Mr. Josephus Daniels, el título de embajador en México; lo más probable es que quiso rendirle un agasajo a quien había sido su superior jerárquico durante la administración del presidente Wilson. Para los cercanos, aquel nombramiento fue una píldora muy …… porque a Daniels le tocó ser jefe de la marina norteamericana, cuando el 21 de abril de 1914 fue bombardeado el Puerto de Veracruz. Probablemente con el objetivo de … aquel acto, el Presidente Roosevelt anunció que el mentado Daniels iba a … México la política del buen vecino. Y efectivamente, el nuevo diplomático hizo todo lo posible porque la … el atentado de …. Se comprometió como un … y México correspondió demostrándole con hechos que no es un país rencoroso.
Con esos antecedentes es lógico que “The Panamericanismos Round Table” organizara un banquete solemnisimo para celebrar la “diplomacia del buen vecino”, y quiso el destino que yo llegara a San Antonio de regreso de un viaje que había hecho a Los Ángeles y en la víspera de aquel ágape extraordinario Mrs. Griswold se enteró por la prensa de mi llegada a la ciudad de Alamo.
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En reunión con sus colaboradores me hizo una visita a la residencia de Don Ignacio L. Lozano para pedirme que … al día siguiente sobre aquel tema trascendental. Les di las más cumplidas gracias por su generosa invitación pero les pregunté: ¿Cómo puedo yo creer en la buena vecindad cuando … celebraron el año pasado el centenario de la llamada independencia de Texas? … me respondieron que en dicha celebración no se había pronunciado una palabra ofensiva contra nuestro país y yo les contesté riendo que las ofensas que más duelen son aquellas que se hacen con buena educación. La señora Griswold me contestó diciéndome que ella conocía mi manera de pensar y que me autorizaba para que dijera en el templete todo lo que yo quisiera con la seguridad de que nadie tomaría a mal mis palabras, cualesquiera que fuesen. Ante aquella insistencia bondadosa me consideré obligado a aceptar.
Y en cumplimiento a la promesa que había empeñado, me presenté al día siguiente en el hotel Saint Antony en donde el comité de recepción me acogió con la mayor cordialidad. ¡Qué iba a decirles a aquellas gentilísimas damas? Como ya se agotó el espacio de esta colaboración, me veo obligado a reservar el relato del banquete para mi próximo artículo. Tengan paciencia lectores, porque dentro de una semana reconstruiré mi discurso y quedarán enterado de cómo recibos aquel anfitrión norteamericano la … frase: “Pobre de México, ¡Tan lejos De Dios y tan cerca de los Estados Unidos!”
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