Con la nostalgia en las palabras, el deseo de todo tipo de suertes, la selfie con los compañeros de curul, con los hijos; en ese marco de risas y voces entrecortadas por la emoción, la Cámara de Diputados cerró formalmente los trabajos correspondientes al Segundo Periodo Ordinario de Sesiones del Tercer Año de Ejercicio de la LXIII Legislatura.
Fue una despedida con sabor a golondrinas, con los abrazos y saludos efusivos; las sonrisas y carcajadas tronantes y otras risas al borde del llanto; algunos aprovecharon para llevar a sus familiares y tomarse el autorretrato, la autofoto.
El de hoy fue un día distinto, alejado de las descalificaciones y los reclamos. Ahí reunidos los 500 legisladores se mostraron afables con sus pares. Muchos no volverán a encontrarse, otros más estarán en otras trincheras de política y debate.
Pero la de hoy –sesión- se contaminó de parabienes y mucho éxito en sus futuras actividades.
Y aunque saben que dejan de ser legisladores hasta el 31 de agosto próximo, cuando lleguen los de la LXIV Legislatura, para la LXIII se acabó su periodo de tres años.
El presidente de la Mesa Directiva, el priista Edgar Romo, informó al Pleno que comunicará por escrito la conclusión de este periodo ordinario a los titulares del Poder Ejecutivo y de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), así como a la Cámara de Senadores.
El Pleno aprobó el acta de la sesión, en votación económica, y se ordenó su distribución a los grupos parlamentarios.
Inmediatamente se entonó el himno nacional, después los legisladores aplaudieron y el diputado presidente levantó la sesión.