A más de seis meses del inicio de la invasión rusa a Ucrania, México ha mantenido una postura de no intervención en el conflicto, algo que para Norma Soto Castañeda, especialista en Relaciones Internacionales de la Facultad de Negocios de la Universidad La Salle, es lo correcto, ya que tomar un bando podría resultar contraproducente en el largo plazo.
“Nos mantenemos como espectadores porque no podemos tomar postura ni de Ucrania ni de Estados Unidos, ni de Rusia, porque cualquier declaración es muy peligrosa, es mejor mantener un discurso un poco ambiguo, porque se mantiene ajeno al conflicto”, afirma la académica.
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Desde el 24 de febrero de 2022, cuando Rusia comenzó la invasión a Ucrania, la postura oficial de nuestro país ha sido llamar a las partes a una resolución pacífica del conflicto. Por lo que Juan Ramón de la Fuente, representante de México en Naciones Unidas, ha manifestado que la mejor salida a la guerra es el diálogo.
Aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador ya condenó públicamente la guerra, su discurso repite el llamado al diálogo entre rusos y ucranianos.
Esta postura tiene fundamento, explica Soto Castañeda, en la misma Constitución mexicana, que es clara en la no intervención en conflictos extranjeros.
“México tiene una forma de poder quedar bien a nivel internacional en esta cuestión de los conflictos apegándonos a la Constitución del 17, porque tenemos principios de política exterior emanados de la política instaurada desde (Venustiano) Carranza que son muy buenos, como la solución pacífica de las controversias, no intervención en asuntos ajenos”, dice.
La académica comenta que esta postura le ha permitido a México mantener buenas relaciones con Rusia, Ucrania y Estados Unidos, país que si bien no está en la guerra, sí tiene intereses en ella.
“Somos amigos de las dos naciones, hay una relación comercial, aunque sea mínima con Ucrania 0.5 por ciento (del comercio internacional de México) y con Rusia de uno por ciento, de tal manera que no es tan fuerte la relación”.
Daño colateral
Aunque al principio se decía que Moscú podría tomar Kiev, la capital ucraniana, en menos de una semana, eso no ha pasado.
El alargamiento del conflicto bélico ya está teniendo consecuencias tanto en política internacional, como en la vida cotidiana de las personas.
En lo internacional, la “noticia” de la guerra como tal ya es vieja, salvo casos concretos en los periódicos mexicanos ya no se habla mucho del conflicto. Pero eso no significa que nuestro país deba olvidarlo.
El tablero internacional está cambiando, ejemplo de ello es que ante el corte del suministro del petróleo ruso ahora Estados Unidos retomó el diálogo con Venezuela, explica Soto Castañeda.
La académica de La Salle comenta que esto demuestra que hasta el momento la posición ambigua de México ha sido la correcta ya que, al ser un país exportador de materia prima y suministros, estar bien con todos le evita problemas en un contexto de guerra.
“Si un país se enoja con México las cadenas de suministro se ven afectadas, no podría haber materias primas o productos determinados. Por ello se ha mantenido una buena relación para que no se vea afectado nada”.
Eso a nivel países, pero a nivel personas la situación no es tan buena. La guerra ha encarecido los combustibles, y con ello los productos de primera necesidad.
En Europa se espera una severa crisis de energéticos a unas semanas de que comiencen a descender las temperaturas por el otoño, mientras que en nuestro país la canasta básica es la principal afectada por la inflación.
“La preocupación que debe de tener el mexicano promedio es el proceso inflacionario, porque al haber un encarecimiento de las fuentes de energía principales, entonces se empiezan a encarecer los productos, empieza a haber escasez, y eso hace que la persona con un salario mínimo y que vive al día se vea afectado. La inflación va a seguir por la guerra y la falta de políticas internas gubernamentales para poder solucionarla. Esto nos debe de preocupar a los ciudadanos”, dice la especialista en Relaciones Internacionales.
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Un mal escenario
La guerra entre Rusia y Ucrania nos hace recordar los tiempos de la Guerra Fría. Las tensiones que se vivieron en la segunda parte del siglo XX podrían repetirse si el conflicto entre Moscú y Kiev se alarga, lo que no son buenas noticias ni para el mundo, ni para México.
Soto Castañeda comenta que en un caso hipotético, donde explote un conflicto bélico entre rusos y estadounidenses, México sería el más perjudicado.
“Si Rusia tuviera un conflicto con Estados Unidos a quien tendría que atacar para debilitarlo es a México porque nosotros lo abastecemos de muchísimas cosas y entonces una de las maneras de ganar esa guerra sería atacando a México. Estados Unidos sabe que en una confrontación directa con Rusia no atacan primero, sino a su cadena de suministros que es México, principalmente en la frontera norte de nuestro país, en la península de Yucatán, Campeche y Tabasco por el petróleo y la capital porque ahí está el poder político”, afirma.
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Este escenario es pesimista, pero la guerra, por muy lejos que pareciera estar, no deja de cubrirnos con su sombra.