El Gobierno federal quitará más de 300 millones de pesos al presupuesto de la Dirección General para la ONU, que depende de la Secretaría de Relaciones Exteriores, justo cuando México volverá a ocupar, por quinta ocasión, un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas. Este Consejo es el máximo órgano de la institución internacional con autoridad para tomar decisiones vinculantes en materia de paz y seguridad.
De acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la Federación de 2021, aprobado por la Cámara de Diputados el mes pasado, la dependencia que encabeza Marcelo Ebrard contará con mil 176 millones 265 mil 141 pesos para la oficina encargada de la relación con la ONU, esto es, 382 millones 48 mil pesos menos a lo destinado este año.
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A consideración de expertos como Javier Urbano, internacionalista de la Universidad Iberoamericana (Ibero), esta reducción en el gasto podría afectar el desempeño del país en el Consejo de Seguridad, lugar que ocupará para el bienio 2021-2022.
“Sin duda las disputas políticas y burocráticas en un equipo de gobierno heterogéneo como el de Andrés Manuel López Obrador, así como la escasez de recursos y disfuncionalidad administrativa por medidas de austeridad, acotarán y complicarán la actividad de México en el Consejo de Seguridad”, afirmó el especialista.
Juan Ramón de la Fuente, representante de México ante Naciones Unidas, explicó en febrero, en la sede del organismo en Nueva York, que nuestro país buscará una reforma al Consejo de Seguridad, principalmente de sus mecanismos de participación y votación. Actualmente, el organismo está compuesto por 15 países donde sólo cinco de ellos –China, Francia, Rusia, Estados Unidos y Reino Unido– son miembros permanentes. La propuesta mexicana supone aumentar el número de naciones con un asiento permanente, así como la restricción del uso del veto por parte de estos países en las resoluciones, una petición añeja de parte de varios países adheridos a Naciones Unidas.
Sin embargo, de acuerdo con Urbano, más allá de la intención mexicana por lograr un Consejo de Seguridad moderno y equitativo, el panorama internacional al que se enfrentará se perfila como uno de los más turbulentos desde el fin de la Guerra Fría. Primero, porque los saldos de la emergencia sanitaria por el Covid-19 y del hundimiento de la economía mundial en pobreza, desigualdad, desempleo, hambre, desplazamiento, malestar social e inestabilidad política se sentirán con fuerza en todos los rincones del orbe y muy especialmente en América Latina y el Caribe. Y segundo, por sus consecuencias geopolíticas en la escalada de las tensiones y la rivalidad entre Estados Unidos y China.
Disfuncionalidad administrativa complicará la actividad de MéxicoJavier Urbano / Internacionalista de la Universidad Iberoamericana
La competencia mundial por las vacunas, inversiones y recursos para el desarrollo –explicó el experto– se recrudecerá junto con los conflictos internos, la inseguridad, los cierres de fronteras, los controles migratorios y el proteccionismo comercial y financiero.
Además, los gobiernos y líderes políticos estarán ensimismados atendiendo sus respectivas emergencias sanitarias y recesiones económicas, mientras que la precarización de las condiciones sociales en muchos países hará que sus ciudadanos demanden políticas proteccionistas de “sálvense quien pueda”.
“Se avizoran tiempos poco solidarios a pesar de que la coordinación multilateral será más necesaria que nunca ante la incapacidad de los estados para controlar y atender la situación”, indicó Javier Urbano. Para el especialista, la sacudida de la pandemia podría acelerar la erosión del multilateralismo o, por el contrario, servir para el surgimiento de coaliciones en su defensa, en las que México deberá ser líder desde su asiento en el Consejo de Seguridad. “No hay que perder de vista que México ocupará un sitio temporal en un órgano paralizado por la falta de entendimiento entre las grandes potencias y sin haber delineado un proyecto integral de política exterior con objetivos, estrategias e instrumentos claros, pero además con recortes importantes al presupuesto de la Cancillería y de la oficina para la ONU que sin duda afectará su desempeño en el organismo internacional”, concluyó.
La Secretaría de Relaciones Exteriores ha adelantado que además de intentar reformar al Consejo, impulsará el respeto al derecho internacional y de los derechos humanos, en apego a los principios de solución pacífica de los conflictos, la no intervención y la autodeterminación de los pueblos.
México ha ocupado cuatro veces un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad, la primera de ellas fue en 1946, cuando respaldó una resolución para condenar la dictadura de Francisco Franco en España.