Discurso Luis Donaldo Colosio Murrieta en la toma de protesta como Presidente del Partido Revolucionario Institucional PRI
Saludo con reconocimiento y respeto a los integrantes de este Consejo Nacional que han depositado en nosotros su confianza.
Saludo a los distinguidos militantes que en sus respectivos estados encabezan la realización del proyecto político de nuestro partido: los saludo con afecto señores gobernadores.
Saludo con respeto y solidaridad partidaria a la dirigencia de ayer y de hoy - militantes de siempre - que hoy con su presencia dan singular realce a esta reunión extraordinaria del Consejo Nacional de nuestro partido.
Compañeros priistas:
Hace unos momentos, cuando ante ustedes rendí protesta, he vivido a plenitud mi libertad, porque no conozco ejercicio mayor de la libertad que la voluntaria asunción de un compromiso; y ante ustedes, hace apenas unos minutos, he contraído el compromiso más importante de mi vida.
Acepto con seriedad y con responsabilidad mi encargo. Procuraré cumplirlo al máximo de mis fuerzas, con la ayuda de ustedes y con mi pasión por mi partido.
Jorge de la Vega, como Presidente, y Manuel Camacho Solis, como Secretario General, dejan una huella en nuestra Institución Política. Sus esfuerzos se sumaron, en situaciones por demás difíciles, a los que en su momento realizaron ex presidentes que hoy nos honran con su presencia.
He de dar continuidad a la ruta que ellos trazaron. Para ello, cuento con la colaboración de uno de los priístas más probados dentro del partido, el licenciado Rafael Rodríguez Barrera, quien como alto funcionario de la federación, legislador y gobernador de su estado, siempre ha sabido identificar su acción con la ideología partidaria.
Hoy el priismo nacional tiene claros objetivos. Hemos de tener la visión, el talento y el coraje, para convertir en hechos los tres grandes acuerdos nacionales propuestos por el Presidente Carlos Salinas de Gortari.
El Acuerdo Nacional para ampliar nuestra vida democrática recupera las nuevas exigencias de los partidos y de las organizaciones sociales, de los ciudadanos y de la comunidad entera. Vivimos un momento esencialmente político. Avanzamos hacia un nuevo equilibrio en la vida política nacional.
Esas realidades encontrarán respuesta en el fortalecimiento de la vida democrática en el partido. Han cambiado los tiempos y las formas del quehacer político, y esto, ha sucedido mediante el voto.
Al manifestarse democráticamente mediante el sufragio, la sociedad mexicana expresó políticamente su pluralidad. Nos alcanzaron los tiempos de la modernidad política. La legitimidad de los gobiernos se obtiene ahora, a través de la competencia entre partidos por el poder y el voto ciudadano.
La competencia política convierte a los partidos en los grandes mediadores entre sociedad y estado. En sus convergencias y acuerdos, pero sobre todo por sus discrepancias, ellos generan la legitimidad democrática que requiere un gobierno.
Por eso, el PRI no teme a la democracia. Siempre la ha impulsado, y lo hará decididamente en estos momentos, cruciales para México. Si nuestro partido fortalece su democracia, se democratiza México.
Estará abierto a todas las tendencias y a la discusión. Hay que abrir las puertas, discutir en voz alta, dialogar permanentemente entre nosotros. No vamos por ello a romper la unidad sino a fortalecerla. Vamos a buscar una unidad fundada en consensos reales. Es tiempo de la política. La unidad nacional será uno de sus frutos.
El PRI da la bienvenida a la competencia política. La asumimos plenamente. No nos asombra la existencia de proyectos divergentes del que nosotros postulamos. Convocamos al debate. Es una exigencia de la democracia y de la pluralidad. Respetaremos a nuestros contendientes. También, nos haremos respetar.
El PRI enfrentará sin temor los retos de la competencia y de la pluralidad. Como partido mayoritario asumimos nuestra responsabilidad en la transformación de México. Daremos sentido a la lucha por el poder y fortaleceremos la democracia electoral. Nuestro partido se pondrá a la vanguardia de la práctica política que reclaman los tiempos actuales.
Así, contribuiremos a la construcción de un orden en el cual la disidencia no se convierta en fractura social y los consensos plurales fortalezcan la unidad de la nación.
El apoyo que brindaremos al Acuerdo Nacional para la recuperación económica y la estabilidad, lo entendemos como nuestra decisión inquebrantable de luchar al lado de los obreros, campesinos y clases plurales, por la satisfacción de sus justas demandas.
El PRI reconoce que sólo puede continuar obteniendo triunfos políticos en la medida en que evite las derrotas de la economía popular.
En los hechos vamos a estar con las causas obreras; vamos a estar al lado de los campesinos en sus justos reclamos; vamos a estar con las clases medias populares a la hora de exigir justicia.
La deuda externa representa lastre y atadura para el desarrollo y superación que nuestro pueblo merece. Al convertir el Presidente Salinas de Gortari en decisión de Estado, el reclamo popular de someter al interés nacional su pago y su servicio, seguramente habrá de enfrentar - afuera y adentro - presiones y embates. Seguramente también habrá de vencerlos. Pueblo y Partido estaremos a su lado.
Nuestro Partido nació de un proyecto de solidaridad. Encuentra en el tercer Acuerdo Nacional, la ocasión para reafirmar su vocación de justicia y transformación social.
Celebramos el inicio, el día de ayer, del Programa Nacional de Solidaridad. Nuestros campesinos y ciudadanos más pobres, nuestros indígenas, reclaman justicia inmediata. En el campo y en la ciudad, cada familia será juez del cumplimiento de este compromiso.
En los Estados de la República y aquí en la Capital, el Partido redoblará su empeño porque se amplíen los diferentes servicios básicos. Es un compromiso de justicia social elemental, pues las carencias de agua, drenaje, vivienda, transporte, pero sobre todo de seguridad ciudadana afectan más a los que menos tienen, a los mexicanos más pobres y más desprotegidos. El Partido estará al lado de los reclamos de más y mejores servicios y en la exigencia de mayor seguridad en la vida diaria.
El PRI es el partido histórico de la Revolución Mexicana. Y todavía hay quienes se preguntan en qué y en dónde reside su fuerza. Ellos parecen ignorar que nuestra organización ha sido la única capaz de concertar durante años a las clases fundamentales de la nación.
También quieren soslayar que con este partido a la vanguardia, México ha conseguido para las actuales generaciones, civilismo, relevos democráticos, estabilidad política, paz social y un ámbito de libertades que a todos nos acoge.
Nuestro partido es también la fuerza histórica de la sociedad mexicana porque tiene principios, programas y una estructura que le ha dado consistencia para emprender las mejores causas del pueblo.
Los sectores de nuestro partido han sido sustento básico de la fortaleza del PRI, en ellos ha edificado la concentración de los obreros, de los campesinos y de las clases populares. Ellos mismos han sido los protagonistas de las conquistas sociales políticas y económicas, cuando tuvieron que defenderse la soberanía y los recursos fundamentales de la nación para hacer válida la esencia constitucional de la República.
Fueron trabajadores textiles, mineros, petroleros, electricistas, maestros, ferrocarrileros, trabajadores del campo y de la ciudad, los que hicieron posible la cohesión y la concertación de nuestro partido y la sociedad. La visión, el coraje y el talento que estos hombres y mujeres tuvieron es lo que hoy el partido requiere.
Es por ello, que no aceptamos la pretensión de descalificar lo que ha sido origen, fuerza y futuro del Partido Revolucionario Institucional.
Mención especial representan las mujeres y los jóvenes. Representan sectores de vital importancia para cualquier formación política. No les impongamos arbitraria y verticalmente un esquema por eficaz que sea de incorporación y trabajo.
Señalemos que si la juventud implica optimismo, arrojo, generosidad, entrega, ideal y ahora, cada vez más, análisis crítico y proposición razonada, el PRI debe ser su espacio natural de lucha.
Presentemos a la juventud una limpia y honorable oferta política.
Dejemos de usar el calificativo de juvenil para descalificar toda propuesta audaz.
No existe un problema femenino. Existe sí, una grave e intolerable situación que afecta por igual a hombres y mujeres: los resabios discriminadores que persisten en muchos ámbitos sociales y que nos privan a todos, del gran potencial que representa la mitad de la nación mexicana.
Las capacidades, talento, experiencia de nuestras militantes sabrán encontrar nuevas formas de integración partidaria. Las parcelas y cuotas de poder, que en sí mismas resultan discriminatorias, deben ser superadas.
Por conveniencia, por justicia, por convicción, por simple racionalidad actuemos de una vez por todas, en el entendido de que la igualdad, de a deveras, de sus militantes mujeres y hombres, y el partido potencializa su fuerza.
El gobierno tiene la responsabilidad de dirigir a la sociedad política en su esfuerzo nacional para satisfacer los anhelos y las aspiraciones de todos. Los partidos políticos constituyen la columna vertebral de este esfuerzo.
El PRI, es el partido mayoritario. Logró y ha conservado el poder. Por ello tenemos una grave y más seria responsabilidad frente a una sociedad cada vez más plural.
Entiéndase bien: tenemos un compromiso de lealtad cabal con el Jefe de la Nación porque encabeza el proyecto revolucionario, pero no habrá servidor público de cualquier otro nivel, que claudique, desmaye o traicione, que no encuentre al partido enfrente.
El gobierno actúa, el partido resiente. La irresponsabilidad de uno conlleva mayor responsabilidad para el otro. Por ello, los priístas seremos los primeros vigilantes del quehacer gubernamental.
El pueblo y el partido esperan de los funcionarios una mayor responsabilidad, mayor congruencia en sus actos, cuando como funcionarios deban enfrentar los problemas que son de su competencia.
Un compromiso más de nuestra organización para con la sociedad mexicana: impulsar el régimen de partidos, como vía única para ampliar la democracia. Atendiendo a su carácter de partido de la mayoría, el PRI habrá de pugnar porque se lleven a cabo las reformas legislativas que fortalezcan ese régimen.
Somos los primeros interesados en las reformas al código electoral, para garantizar la transparencia absoluta de los resultados de las elecciones.
Esta tarea será el inicio de un vínculo permanente y comprometido del partido, con sus legisladores federales y locales.
El compromiso de hoy, nuestro compromiso, es la conformación del partido que exigen y reclaman las mayorías populares que son la base de nuestra organización.
Nuestros sectores, nuestra organización territorial, los millares de ciudadanos que simpatizan con el proyecto que representamos ha manifestado una puntual demanda: la renovación partidaria. Atenderla es la obligación y convivencia de toda dirección que quiera, legítimamente, serlo.
Quiero proponer a ustedes, de esta manera muy correcta, algunas líneas de reflexión que surgieron en el transcurso de la pasada jornada nacional de nuestro partido: cuando México habló.
Ellas comprenden algunos aspectos de la tarea renovadora, que someto a la consideración de este Consejo y que propongo como punto de partida de una amplia consulta, dentro del marco de nuestra próxima Asamblea Ordinaria.
Convoco al priismo nacional a manifestarse y definir los rumbos, los tiempos y las dimensiones de la reestructuración de nuestra organización.
Porque esto debe quedar claro, el cambio, la transformación, la renovación partidaria competen de manera exclusiva a nuestros cuadros y bases militantes.
Señalemos de entrada que para nosotros modernización significa rescate del origen, ratificación de principios, vigencia de nuestra esencia y razón de ser. El PRI o es la vanguardia política o su existencia histórica carece de sentido.
Pero reafirmar nuestra vocación por la democracia y la justicia social implica en este momento en México, la actualización de las formas de organización y estrategias de lucha que nos son propias.
La ideología que nuestro partido reivindica, mantiene su vigencia en la medida que encarna los problemas, carencias y expectativas cotidianas del mexicano de nuestros días.
La militancia del partido, sus simpatizantes, la sociedad mexicana que se identifica con nuestro proyecto político, nos ha demandado cambios. Estos suponen la definición de nuestra estrategia que nos permite modificar aquello que es obstáculo a nuestro desarrollo y a nuestro propósito de modernización.
Tenemos en consecuencia, tareas inmediatas.
Primero. Realicemos un recuento de nuestros militantes y hagamos una profunda campaña de afiliación. No incurramos en cifras complacientes y partamos de nuestra militancia real para todas las acciones. Sepamos con certeza quiénes somos, cuántos somos y dónde estamos. En seis meses hemos de tener el padrón priísta.
Necesitamos actuar cada vez más para que la membresía se vuelva militancia. No queremos priístas en la comodidad de la inercia, sino en el esfuerzo del cambio.
Segundo. Impulsemos el paso de nuestros militantes más capaces hacia la administración pública. Somos un partido en el poder y debemos también ejercerlo, en la responsabilidad administrativa.
Tercero. Reagrupemos nuestras fuerzas: Quienes han dirigido a nuestro partido en los municipios y en los estados; quienes lo han representado en cargos de elección popular, local o federal; quienes han servido en la administración, todos, tienen hoy una tarea concreta de partido que cumplir.
De manera especial involucremos más a los trabajadores al servicio del Estado, en las tareas, responsabilidades y decisiones del partido.
Cuarto. Fortalezcamos a los sectores, simultáneamente con la estructura territorial. Movilicemos todo el partido, todo el tiempo y en todos lugares. No vamos a enfrentar a seccionales con los sectores, ni mucho menos.
Vamos a enfrentar a unos y otros, unidos, contra la apatía, la simulación, el inmovilismo, la antidemocracia y la oposición.
Quinto. Hagamos valer nuestra ideología. Hacerlo es sustituir los adjetivos por los argumentos, es hacerse entender por todos y entender lo que sucede en todas partes. Necesitamos que los priístas conozcan mejor nuestros principios y programas; no permitamos que por desinformación, otros nos arrebaten lo que nos pertenece. Avancemos en el fortalecimiento de nuestra teoría y de nuestra práctica. Los nuevos tiempos exigen en el sentido y la concepción revolucionaria.
Preparémonos así, para el debate en todos los terrenos y circunstancias. Más que exhibir la irracionalidad ajena, requerimos reducir las limitaciones propias. Es urgente renovar el discurso político para llegar a toda la población. Que se diga lo que se piensa pero sobre todo, que se piense lo que se dice.
Sexto. Mantengamos movilizado al partido, en su estructura territorial, mediante un programa permanente de comunicación política entre dirigentes y militantes; entre los propios militantes y entre estos, y los dirigentes. Que nuestras bases sepan con claridad qué pasa y qué es lo que tenemos que hacer, juntos en todo momento.
Séptimo. Restablezcamos la disciplina interna del partido. La disciplina es confianza y creencia, es pasión y entrega, es integridad y orgullo de pertenecer a esta organización de hombres y mujeres que actúan de buena fe. Pongamos con la disciplina el dique a la militancia efímera y al chantaje permanente.
Octavo. Abandonemos de una vez por todas la utilización puramente electoral, de nuestros comités secciónales y municipales. hagamos de ellos centros vivos del quehacer político del municipio.
Que cada nombre represente hombres. Que los cincuenta mil seccionales en la lista, sean cincuenta mil seccionales en la acción. Que los 2 mil 378 municipales, además de sus tareas electorales, se conviertan en espacios políticos de nuestro quehacer partidario.
Noveno. Respetemos y revaloremos los años y la carrera de partido de nuestros militantes. Valoremos las experiencias y las posibilidades de renovación. Militancia, arraigo, capacidad y lealtad, serán los principios para alcanzar una candidatura en el partido.
Décimo. En esta hora, la unidad activa es la consigna. Con la fortaleza de sus comités estatales y la de sus sectores, con su proyecto político, apresta a avanzar hacia la modernización y transformación. El partido se movilizará en cada ejido, cada taller, cada barrio, cada mercado, cada sindicato, en todos los hogares y en la sociedad entera para mantener nuestras libertades, luchar por la justicia y ampliar nuestra democracia.
Compañeros:
Cuando este acto termine de algo quiero que estén seguros: no voy a desperdiciar esta oportunidad excepcional de servir al partido, al que consciente y voluntariamente decidí afiliarme desde los tiempos de la emoción juvenil.
Son muchas las cualidades que al dirigente de nuestro partido deben distinguir. A cambio de todas aquellas de que carezca, ofrezco redoblar lo que sí depende de mi propia voluntad: honorabilidad en el quehacer político, intransigencia en la guarda de los principios, respeto en la relación con todo compañero y, sobre todo, lealtad inquebrantable a quien el pueblo eligió para hacerlo mandatario de su voluntad soberana: lealtad a Carlos Salinas de Gortari.
Y abrevo en nuestra historia. Respeto y reconozco a los hombres que han ido construyendo este partido con esfuerzos, con inteligencia, con tenacidad.
Nos proponemos ejercer una dirigencia activa del partido. No será necesario que los priístas de cualquier rumbo del país viajen a esta ciudad ni se adentren a este edificio para platicar y discutir, con su dirigencia.
En la asamblea ejidal, en la reunión del sindicato, en la junta de colonos, en el campo deportivo, en el mitin electoral, o en el reclamo ecológico, en el foro profesional o la academia, la dirigencia del PRI habrá de estar presente.
Para el debate ideológico no tenemos más limitante que el respeto a la opinión ajena, también respetuosamente formulada y, por supuesto, la honradez y altitud de miras en que se sustenta la discrepancia.
Un dirigente político tiene la obligación de ser un hombre singularmente informado. Conocer las opciones que existan para cada cuestión y tener los elementos suficientes para elaborar juicios y formular estrategias, pero ni toda la sabiduría acumulada legitima a un dirigente como el diálogo con sus representados y el acatamiento de sus instrucciones.
Este será el signo bajo el que se ejerza la distinción partidaria: durante el encargo las bases militantes acotarán los rumbos, los tiempos y las distancias.
Compañeros del partido:
Personalmente formo parte de una generación de mexicanos a quienes el esfuerzo colectivo y los deseos de superación de la comunidad en su conjunto, brindó una posibilidad de educación, que ante las carencias y rezagos que aún padecen grandes mayorías, resulta un privilegio. Esta es precisamente la medida de nuestro compromiso y responsabilidad social:
Personalmente formo parte de una generación ubicada en la tendencia que sostiene la noción de Patria como transformación social, política, económica y cultural del pueblo. Transformación legítima y continua.
Entiendo a México como el sitio específico de realización de nuestras mejores ideas, el desempeño de nuestras más generosas actitudes. Hemos elegido una manera de ejercer esta idea de Patria: se llama Revolución Mexicana.
Estoy convencido que este es el vértice de nuestro encuentro.
Muchas gracias.
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Discurso de Luis Donaldo Colosio. Ceremonia del LXII Aniversario del PRI.
Marzo 4, 1991
Presidente del CEN del PRI
México, D.F., 4 de marzo de 1991.
Auditorio "Plutarco Elías Calles".
"El Consejo Político Nacional que hoy se instala vertebra la reforma, es un espacio de dirección colegiada que acerca y vincula a organizaciones, ciudadanos, territorio y militantes; que revitaliza la representación de las bases y permite tomar las decisiones que por encima de particulismos e intereses de grupo otorgan unidad a la acción del partido. Es el instrumento que nos ha de permitir elaborar y asumir nuestros nuevos lineamientos nacionales ".
Señor Presidente de la República:
Amigas y amigos compañeros de Partido.
Hace un año, en la unidad y en la reflexión colectiva, el priismo se dio cita para inscribir como primer punto de nuestra agenda política, la reforma del Partido.
Hoy, un año después, con la participación de todos, tenemos avanzada la tarea. La Asamblea Nacional fue un paso decisivo hacia delante; emprendimos la más amplia y seria revisión de nuestra organización política en los últimos tiempos.
Lo hicimos en la discusión y lo hicimos en el acuerdo, consientes de que la reforma es una responsabilidad de la política, esfuerzo para la concertación de voluntades, la conciliación de posiciones y la convergencia de objetivos.
La reforma puesta en marcha abarca todos los órdenes de la vida del partido. Ratificamos y actualizamos los valores y principios de la Revolución Mexicana. Elaboramos un nuevo programa político de largo aliento, pero integrado por compromisos específicos y acciones inmediatas.
Pusimos en pie una organización que crea nuevos vínculos entre nuestras fuerzas, superando burocratismo y verticalismo, a la vez que propicia un modo diferente, nuevo, de hacer política al interior del Partido.
La reforma nos pone a tiempo con el momento democrático del país. Entendamos que es una transformación que no se agota en los documentos.
Constituye un proceso que en la práctica dará eficacia y viabilidad a la norma. Hoy, con la reforma, tenemos nuevos medios de acción política, que habrán de fortalecer nuestra presencia social y nuestra credibilidad.
Hoy, la democracia territorial es el centro de nuestra acción política. El municipio constituye el lugar estratégico donde se articulan organización, prácticas y visión del quehacer partidista.
Ahí la política es concreta: convergen fuerzas, intereses, demandas, proyectos, iniciativas y aspiraciones ciudadanas. El Partido habrá de representarlos e integrarlos con responsabilidad. Ese es el frente inmediato de nuestros compromisos.
El Consejo Político Nacional que hoy se instala, vertebra la reforma: es un espacio de dirección colegiada que acerca y vincula a organizaciones, ciudadanos, territorio y militantes; que revitaliza la representación de las bases y permite tomar las decisiones que, por encima de particulismos e intereses de grupo, otorgan unidad a la acción del partido.
Es el instrumento que nos ha de permitir elaborar y asumir nuestros nuevos lineamientos nacionales. La tarea del Consejo Político Nacional, de los Consejos Políticos Estatales y Municipales, será lograr que el Partido sea de todos.
Hoy, como en 1929, como en 1938, y 1946, se reagrupan las fuerzas del Partido de la Revolución. Ustedes, los hombres y mujeres que integran este Consejo Político Nacional tienen grandes responsabilidades con nuestro Partido y con la sociedad mexicana.
Vienen con la representación del priismo de toda la nación y de distintos grupos sociales, su presencia habrá de hacer valer y multiplicar nuestra presencia de Partido en la suma de las fuerzas.
En los próximos meses nuestras tareas prioritarias son de carácter político electoral. Por ello, el sentido de nuestra democracia interesa a todos los priístas; es también sana preocupación de la opinión pública; lo que nos obliga a ser claros y enfáticos en nuestra posición.
La democracia interna del Partido Revolucionario Institucional está consagrada en sus estatutos; es fundamento de su programa político, y constituye el principio que orienta las acciones partidistas.
Para elegir candidatos, a representaciones en las cámaras federales; para elegir candidatos a diputados, senadores, presidentes municipales y gobernadores, los priístas tenemos el derecho de optar por los procedimientos y mecanismos, todos igualmente válidos, que nos garanticen cohesión y fortaleza, pero ante todo, triunfo electoral.
Haremos en este proceso ejercicio pleno de la política. Con responsabilidad y madurez, tomando en cuenta las condiciones particulares de cada demarcación electoral y el nivel y avance de nuestra organización en cada una de ellas. Los priístas alentaremos participación, convergencia y consenso en función de los intereses del Partido.
Nuestra democracia no será para debilitarnos, sino para fortalecernos. Es proceso de convergencia, no de dispersión de fuerzas.
Organización, unidad y lealtad regirán la democracia interna del Partido Revolucionario Institucional.
Al postular candidatos nos sujetaremos a una política de reglas. Serán elegidos sobre la base de la conciliación de intereses.
Surgirán de una política de más calidad, responsable y deliberativa, de acuerdos que orienten razonadamente las discrepancias y conviertan en fuerza la necesaria pluralidad de las posiciones.
La democracia interna hará que se complementen la ponderación de las capacidades, con la identificación ante la comunidad que se aspira a representar, con el trabajo, con la honestidad y con el respaldo de la ciudadanía.
Así es como garantizaremos la unidad del Partido, la eficacia electoral, y calidad en el desempeño de la función pública.
Hemos vivido tiempos de fuerte competencia política. Los procesos electorales y sus resultados nos han dejado importantes lecciones. Hemos aprendido de nuestros errores. Trabajamos con empeño en corregirlos.
Hoy estamos ante una clara y evidente recuperación política y electoral del Partido Revolucionario Institucional.
La hemos logrado porque nos esforzamos por estar más cerca de la sociedad, identificando mejor sus problemas y con sus mejores propuestas para resolver sus necesidades.
Pero, ante todo, nuestra recuperación se debe a que el gobierno que el Partido llevó está cumpliendo: pasa de las palabras a los hechos; ha ampliado la vida democrática de México; moderniza la economía; reforma el Estado, y encabeza, a través de solidaridad, la gran movilización social por la justicia.
Nuestra recuperación se sustenta en la acción comprometida, solidaria y convicción del futuro del gobierno del presidente Salinas de Gortari.
Sobre las bases de esta nueva política, con una plataforma electoral de compromisos exactos y concretos y con los mejores candidatos, nuestra aspiración de este año es alcanzar la victoria en las entidades que eligen gobernador y lograr que nuestra representación política en el poder legislativo, corresponda a la amplitud de la presencia del Partido en la sociedad mexicana.
Las condiciones actuales del país, y un ejercicio más exigente de la política, han configurado una renovada base social del Partido. Lejos de los extremos ideológicos, representamos la posición prudente y equilibrada de la sabiduría política de los mexicanos.
Orgullosos de nuestra tradición histórica, estamos abiertos al cambio, lo estamos con vocación por el orden social, por la libertad y la estabilidad; representamos el interés de la mayoría, nuestra agenda política es la de la reforma social en la libertad.
En el espectro político nacional, somos el Partido del centro - progresista.
Señor Presidente de la República;
amigas y amigos:
El proyecto del Partido es uno solo. Nuestra oferta política y la acción de nuestro gobierno se desprenden de los mismos principios y pretenden alcanzar idénticos propósitos.
El electorado vota por nuestras propuestas porque las juzga, porque nuestras propuestas han sido sometidas a la prueba de los hechos.
Juzga el electorado la calidad manteniendo nuestra identidad; renovamos la política para construir el país y la sociedad que queremos ver.
Estamos en el tiempo de la democracia. De una democracia competitiva, que rechaza improvisaciones e intolerancia, que frente al tamaño y complejidad de la sociedad tiene que ampliar los canales de expresión de los intereses diversos y plurales.
Hemos ocupado, a lo largo de poco más de seis décadas, un lugar central en la historia política de México. Junto a nuestro pueblo hemos ido construyendo, paso a paso, las bases de la estabilidad política y el desarrollo social, que son orgullo de los mexicanos.
Frente a las nuevas realidades nacionales e internacionales, queremos seguir siendo el eje que articule los consensos necesarios para enfrentar las grandes transformaciones y los nuevos desafíos.
Buscamos este objetivo con mesura, pero con energía. En la actual sociedad mexicana, ni pretendemos ni detentamos la representación total, pero sí luchamos y lo hacemos abiertamente, en la legalidad y en la pluralidad, para seguir siendo el Partido mayoritario de México.
Por eso, hoy, entre todos, estamos forjando las nuevas bases sociales del Partido. Queremos un gran Partido para el gran país que los mexicanos estamos construyendo.
Por ello, lo importante es mantener la cohesión y fortalecer nuestra voluntad para seguir respaldando, en los hechos, la política de modernización nacional del gobierno de la República.
Para seguir siendo el Partido que oriente los cambios y transformaciones de la sociedad mexicana, para mantener las libertades políticas y fortalecer la soberanía, para continuar representando los anhelos, aspiraciones, sentimientos y esperanzas de los hombres y mujeres que en México están con nuestro proyecto; para fincar colectivamente un proyecto de futuro que recoja las tradiciones libertarias del pueblo de México, para impulsar una sociedad más justa y solidaria, hoy en este acto del LXII Aniversario del Partido Revolucionario Institucional, ratificamos ante el pueblo de México que el Partido Revolucionario Institucional habrá de estar a la altura de su compromiso histórico.
¡Viva el Partido Revolucionario Institucional!
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Discurso de Luis Donaldo Colorio durante el acto conmemorativo del LXV Aniversario del PRI
en el Monumento a la Revolución.
Marzo 6, 1994
Compañeras y compañeros de partido;
Compatriotas:
Aquí está el PRI con su fuerza. Aquí está el PRI con sus organizaciones; está con su militancia, está con la sensibilidad de sus mujeres y de sus hombres. Aquí está el PRI con su recia vocación política. Aquí está el PRI para alentar la participación ciudadana.
Aquí está el PRI para mantener la paz y la estabilidad del país, para preservar la unidad entre los mexicanos. Aquí está el PRI en pie de lucha. Aquí está el PRI celebrando un año más de intensa actividad política.
Aquí está el PRI que reconoce los logros, pero también el que sabe de las insuficiencias, el que sabe de los problemas pendientes.
Aquí está el PRI que reconoce que la modernización económica sólo cobra verdadero sentido, cuando se traduce en mayor bienestar para las familias mexicanas y que para que sea perdurable debe acompañarse con el fortalecimiento de nuestra democracia. Esta es la exigencia que enfrentamos y a ella responderemos con firmeza.
El PRI reconoce su responsabilidad y ésta es de la mayor importancia para el avance político de México. Los priístas sabemos que ser herederos de la Revolución Mexicana es un gran orgullo, pero ello no garantiza nuestra legitimidad política. La legitimidad debemos ganarla día con día, con nuestras propuestas, con nuestras acciones, con nuestros argumentos.
Como Partido, tuvimos un nacimiento que a todos nos enorgullece: el PRI evitó que México cayese en el círculo vicioso de tantos países hermanos de Latinoamérica, que perdieron décadas entre la anarquía y la dictadura.
La estabilidad, la paz interna, el crecimiento económico y la movilidad social, son bienes que hubieran sido inimaginables sin el PRI.
Pero nuestra herencia debe ser fuente de exigencia, no de complacencia ni de inmovilismo. Sólo los partidos autoritarios pretenden fundar su legitimidad en su herencia. Los partidos democráticos la ganamos diariamente.
Amigas y amigos del partido:
Surgimos de una Revolución que hoy sigue ofreciendo caminos para las reivindicaciones populares. A sus principios de democracia, de libertad y de justicia es a los que nos debemos.
Los ideales de la Revolución Mexicana inspiran las tareas de hoy. La Revolución Mexicana, humanista y social, nos exige y nos reclama. La Revolución Mexicana es todavía hoy nuestro mejor horizonte.
Encabezaremos una nueva etapa en la transformación política de México. Sabemos que en este proceso, sólo la sociedad mexicana tiene asegurado un lugar. Los partidos políticos tenemos que acreditar nuestra visión.
En esta hora, la fuerza del PRI surge de nuestra capacidad para el cambio, de nuestra capacidad para el cambio con responsabilidad. Así lo exige la Nación.
Nuestra visión y nuestra vinculación histórica con el gobierno nos aseguró la oportunidad de participar en los grandes cambios del país. La fuerza del gobierno fue en buena medida la fuerza de nuestro Partido. Pero hoy el momento es otro: sólo nuestra capacidad, nuestra propia iniciativa, nuestra presencia en la sociedad mexicana y nuestro trabajo, es lo que nos dará fortaleza.
Nadie podrá sustituir nuestro esfuerzo. Nadie podrá asegurarnos un papel en la transformación de México si nosotros no luchamos por él, si nosotros no lo ganamos ante los ciudadanos.
Quedó atrás la etapa en que la lucha política se daba, esencialmente, hacia el interior de nuestra organización y no con otros partidos. Ya pasaron esos tiempos.
Hoy vivimos en la competencia y a la competencia tenemos que acudir; para hacerlo se dejan atrás viejas prácticas: las de un PRI que sólo dialogaba consigo mismo y con el gobierno, las de un partido que no tenía que realizar grandes esfuerzos para ganar.
Como un partido en competencia, el PRI hoy no tiene triunfos asegurados, tiene que luchar por ellos y tiene que asumir que en la democracia sólo la victoria nos dará la estatura a nuestra presencia política.
Cuando el gobierno ha pretendido concentrar la iniciativa política ha debilitado al PRI. Por eso hoy, ante la contienda política, ante la contienda electoral, el PRI, del gobierno, sólo demanda imparcialidad y firmeza en la aplicación de la ley. ¡No queremos ni concesiones al margen de los votos ni votos al margen de la ley!
No pretendamos sustituir las responsabilidades del gobierno, pero tampoco pretendamos que el gobierno desempeñe las funciones que sólo a nosotros, como partido, nos corresponde desempeñar.
Hoy estamos ante una auténtica competencia. El gobierno no nos dará el triunfo: el triunfo vendrá de nuestro trabajo, de nuestro esfuerzo, de nuestra dedicación.
Los tiempos de la competencia política en nuestro país han acabado con toda presunción de la existencia de un partido de Estado. Los tiempos de la competencia política son la gran oportunidad que tenemos como partido para convertir nuestra gran fuerza en independencia con respecto del gobierno.
Hoy somos la opción que ofrece el cambio con responsabilidad. Somos la opción que mejor conoce lo que se ha hecho. Que sabe de los resultados de sus programas, de sus aciertos y de sus errores.
Somos la opción capaz de conservar lo que ha tenido éxito y somos la opción de encontrar nuevos caminos de solución para los problemas pendientes.
No entendemos el cambio como un rechazo indiscriminado a lo que otros hicieron. Lo entendemos como la capacidad para aprender, para innovar, para superar las deficiencias y los obstáculos.
¡Cambiemos, sí! ¡Cambiemos! ¡Pero hagámoslo con responsabilidad, consolidando los avances reales que se han alcanzado, y por supuesto, manteniendo lo propio: nuestros valores y nuestra cultura!
¡México no quiere aventuras políticas!. ¡México no quiere saltos al vacío!. ¡México no quiere retrocesos a esquemas que ya estuvieron en el poder y probaron ser ineficaces!. ¡México quiere democracia pero rechaza su perversión: la demagogia!
Ofrecemos cambio con rumbo y responsabilidad, con paz, con tranquilidad. Se equivocan quienes piensan que la transformación democrática de México exige la desaparición del PRI.
No hemos estado exentos de errores, pero difícilmente podríamos explicar el México contemporáneo sin la contribución de nuestro partido. Por eso, pese a nuestros detractores y a la crítica de nuestros opositores, somos orgullosamente priístas.
Debemos admitir que hoy necesitamos transformar la política para cumplirle a los mexicanos.
Proponemos la reforma del poder para que exista una nueva relación entre el ciudadano y el Estado. Hoy, ante el priismo de México, ante los mexicanos, expreso mi compromiso de reformar el poder para democratizarlo y para acabar con cualquier vestigio de autoritarismo.
Sabemos que el origen de muchos de nuestros males se encuentra en una excesiva concentración del poder. Concentración del poder que da lugar a decisiones equivocadas; al monopolio de iniciativas; a los abusos, a los excesos. Reformar el poder significa un presidencialismo sujeto estrictamente a los límites constitucionales de su origen republicano y democrático.
Reformar el poder significa fortalecer y respetar las atribuciones del Congreso Federal.
Reformar el poder significa hacer del sistema de impartición de justicia, una instancia independiente de la máxima respetabilidad y certidumbre entre las instituciones de la República.
Reformar el poder significa llevar el gobierno a las comunidades, a través de un nuevo federalismo. Significa también nuevos métodos de administración para que cada ciudadano obtenga respuestas eficientes y oportunas cuando requiere servicios, cuando plantea sus problemas, o cuando sueña con horizontes más cercanos a las manos de sus hijos.
Estos son mis compromisos con la reforma del poder. Es así como yo pienso que cada ciudadano tendrá más libertades, más garantías, para que sus intereses sean respetados; para gozar de seguridad y de una aplicación imparcial de la ley.
Los priistas creemos en el cambio con responsabilidad.
Por eso es que hemos hecho nuevas propuestas, que hemos asumido nuevas tareas. Por eso es que convocamos - antes que nadie - a un debate entre los candidatos a la Presidencia de la República.
Hemos alentado acuerdos entre partidos; hemos planteado revisar el listado electoral; hemos solicitado la participación de observadores en todo el proceso electoral y la integración de un sistema de resultados oportunos.
Por eso es que también hemos resuelto dar transparencia a todos nuestros gastos.
Estamos por elegir candidatos a diversos cargos de elección popular.
Amigas y amigos:
Tenemos que aprovechar este proceso para darle mayor fuerza a nuestra organización. Todos los priístas tenemos una tarea que cumplir, todos tenemos una responsabilidad que asumir.
No queremos candidatos que, al ser postulados, los primeros sorprendidos en conocer su supuesta militancia, seamos los propios priístas.
Asumimos todos estos compromisos de reforma republicana, de reforma democrática y federal; de reforma de los procedimientos y de su contexto; de reforma interna del PRI.
Y lo hacemos porque somos conscientes que la sociedad mexicana ha cambiado y que demanda en consecuencia un cambio en las prácticas políticas. El PRI participará con civilidad y con respeto a nuestro pluralismo en las elecciones del 21 de agosto.
Como candidato del PRI a la Presidencia de México reafirmo mi compromiso indeclinable con la transformación democrática de México.
Que se entienda bien: ese día sólo podrá haber un solo vencedor. Sólo es admisible el triunfo claro, inobjetable, del pueblo de México.
Y para que el pueblo de México triunfe el 21 de agosto, los partidos políticos - todos - tendremos que sujetarnos a la ley y sólo a ella, sin ventajas para nadie, sin prepotencias, sin abusos y sin arbitrariedades.
Por ello, congruente con mi exigencia de una elección democrática, aspiro a que el Congreso de la Unión decida las reformas electorales que procedan, siempre a partir de los consensos que los partidos hemos venido construyendo en el marco del Acuerdo por la Paz, la Justicia y la Democracia, firmado el 27 de enero.
Aspiro a que juntos ampliemos la autonomía y afiancemos la imparcialidad de nuestros organismos electorales, a fin de que la voluntad popular y sólo ella, determine los resultados de los comicios.
Confiabilidad, certeza, regularidad y limpieza electorales no pueden seguir siendo sólo aspiraciones, tienen que ser realidades que se impongan en las conciencias de los ciudadanos. De ahí nuestro compromiso con la participación de observadores en el proceso electoral.
La elección es de la sociedad y por tanto no puede ser un asunto cerrado. Su transparencia exige de la participación de observadores y no excluye que de ella pueda darse el más amplio testimonio, tanto por parte de nuestros ciudadanos como de visitantes internacionales. De ninguna manera tenemos por qué mirar con temor a quienes desean conocer la naturaleza de nuestros procesos democráticos.
Nuestras elecciones - y lo digo con pleno convencimiento - no tendrán vergüenzas qué ocultar.
El PRI estará al frente del avance democrático de México, asumiendo sus responsabilidades y respondiendo a las exigencias de la sociedad mexicana.
En estos meses de intensos recorridos por todo el país, de visita a muchas comunidades, de contacto y diálogo con mi Partido y con la ciudadanía entera, me he encontrado con el México de los justos reclamos, de los antiguos agravios y de las nuevas demandas; el México de las esperanzas, el que exige respuestas, el que ya no puede esperar.
Ese es el México que nos convoca hoy; ese es el México que convoca a mi conciencia; ese es el México al que habremos de darle seguridad, al que habremos de darle rumbo en la nueva etapa del cambio.
Yo veo un México de comunidades indígenas, que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso; de comunidades indígenas que tienen la gran fortaleza de su cohesión, de su cultura y de que están dispuestas a creer, a participar, a construir nuevos horizontes.
Yo veo un México de campesinos que aún no tienen las respuestas que merecen. He visto un campo empobrecido, endeudado, pero también he visto un campo con capacidad de reaccionar, de rendir frutos si se establecen y se arraigan los incentivos adecuados.
Veo un cambio en el campo; un campo con una gran vocación productiva; un campo que está llamado a jugar un papel decisivo en la nueva etapa de progreso para nuestro país.
Yo veo un México de trabajadores que no encuentran los empleos ni los salarios que demandan; pero también veo un México de trabajadores que se han sumado decididamente al esfuerzo productivo, y a los que hay que responderles con puestos de trabajo, con adiestramiento, con capacitación y con mejores salarios.
Yo veo un México de jóvenes que enfrentan todos los días la difícil realidad de la falta de empleo, que no siempre tienen a su alcance las oportunidades de educación y de preparación. Jóvenes que muchas veces se ven orillados a la delincuencia, a la drogadicción; pero también veo jóvenes que cuando cuentan con los apoyos, que cuando cuentan con las oportunidades que demandan, participan con su energía de manera decisiva en el progreso de la Nación.
Yo veo un México de mujeres que aún no cuentan con las oportunidades que les pertenecen; mujeres con una gran capacidad, una gran capacidad para enriquecer nuestra vida económica, política y social. Mujeres en suma que reclaman una participación más plena, más justa, en el México de nuestros días.
Yo veo un México de empresarios, de la pequeña y la mediana empresa, a veces desalentados por el burocratismo, por el mar de trámites, por la discrecionalidad en las autoridades. Son gente creativa y entregada, dispuesta al trabajo, dispuesta a arriesgar, que quieren oportunidades y que demandan una economía que les ofrezca condiciones más favorables.
Yo veo un México de profesionistas que no encuentran los empleos que los ayuden a desarrollar sus aptitudes y sus destrezas.
Un México de maestras y de maestros, de universitarios, de investigadores, que piden reconocimiento a su vida profesional, que piden la elevación de sus ingresos y condiciones más favorables para el rendimiento de sus frutos académicos; técnicos que buscan las oportunidades para aportar su mejor esfuerzo.
Todos ellos son las mujeres y los hombres que mucho han contribuido a la construcción del país en que vivimos y a quienes habremos de responderles.
Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales.
Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad, ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan. Ciudadanos que aún no tienen fincada en el futuro la derrota; son ciudadanos que tienen esperanza y que están dispuestos a sumar su esfuerzo para alcanzar el progreso.
Yo veo un México convencido de que ésta es la hora de las respuestas; un México que exige soluciones. Los problemas que enfrentamos los podemos superar.
Yo me propongo encabezar un gobierno para responderle a todos los mexicanos. El cambio con rumbo y con responsabilidad no puede esperar.
Manifiesto mi más profundo compromiso con Chiapas. Por eso debemos escuchar todas las voces, no debemos admitir que nadie monopolice el sentimiento de los chiapanecos.
Expreso mi solidaridad a todos aquellos chiapanecos que aun no han dicho su verdad, a todos aquellos que tienen una voz que transmitir y a todos aquellos que tienen una palabra que expresar.
Debemos de asumir y debemos de decidir. Debemos de decidir si nos asumimos plenamente como una sociedad plural o si concesionamos sólo a algunos la interlocución de nuestros intereses.
Chiapas es un llamado a la conciencia de todos los mexicanos. Pero nuestra propuesta de cambio, no se limita a responderle solamente a Chiapas. Le queremos responder a todos los mexicanos, a los de todos los pueblos, a los de todos los barrios, a los de todas las comunidades.
Queremos cumplirle a los chiapanecos, pero también a los mexicanos de la Huasteca, a los de La Laguna, a los de la Montaña de Guerrero, a los de la Sierra Norte de Puebla, a los de Tepito o a los de las barrancas de Alvaro Obregón, aquí en el Distrito Federal; a los del puerto de Anapra, en Ciudad Juárez, Chihuahua; a los de la Colonia Insurgentes, en Guadalajara, Jalisco; o a los de San Bernabé, en Monterrey, Nuevo León.
Mi compromiso es con todos los mexicanos; mi compromiso es luchar contra la desigualdad y evitar crear nuevos privilegios de grupo o de región.
Los mexicanos ante el conflicto hemos ratificado nuestra unidad esencial bajo una bandera y nuestro ánimo de concordia.
Nuestras instituciones probaron su legitimidad y su eficacia. De la solución del conflicto, han salido fortalecidas.
Desde aquí manifiesto mi reconocimiento al Ejército Mexicano por su patriotismo, lealtad y entrega en la defensa del interés y la unidad nacionales.
Frente a Chiapas los priístas debemos de reflexionar. Como partido de la estabilidad y la justicia social, nos avergüenza advertir que no fuimos sensibles a los grandes reclamos de nuestras comunidades; que no estuvimos al lado de ellas en sus aspiraciones; que no estuvimos a la altura del compromiso que ellas esperaban de nosotros.
Tenemos que asumir esta autocrítica y tenemos que romper con las prácticas que nos hicieron una organización rígida. Tenemos que superar las actitudes que debilitan nuestra capacidad de innovación y de cambio.
Recuperemos nuestra iniciativa, recuperemos nuestra fuerza, para representar las mejores causas, para ofrecer los caminos de la paz, para responder ante las injusticias.
Recuperemos esos valores. Hagámoslo en esta campaña. Empecemos por afirmar nuestra identidad, nuestro orgullo militante y afirmemos nuestra independencia del Gobierno.
Es la hora de un nuevo impulso económico; es la hora de crecer sin perder la estabilidad financiera ni la estabilidad de precios. La economía, más allá de las metas técnicas, tiene que estar al servicio de los mexicanos.
Por eso, el nuevo crecimiento económico tiene que ser distribuido con mayor equidad, con empleos crecientes, con ingresos suficientes.
Que no nos quepa la menor duda: México cerrará este siglo con una economía mucho más fuerte. Existen las condiciones para hacerlo, la sociedad lo demanda.
La tarea del crecimiento con estabilidad será de todos los mexicanos.
Es la hora de la confianza para todos, la de traducir las buenas finanzas nacionales, en buenas finanzas familiares.
Es la hora de convertir la estabilidad económica en mejores ingresos para el obrero, en mejores ingresos para el campesino, para el ganadero o para el comerciante, para el empleado o para el oficinista, para el artesano o el profesionista, para el intelectual y para las maestras y los maestros de México.
Es la hora de los apoyos efectivos y del impulso al esfuerzo que realizan las mujeres y los hombres al frente de micro, pequeñas y medianas empresas. Que se les lleve a superar sus dificultades, que se les apoye a ampliar sus negocios con mejores tecnologías para que sean más competitivos en los mercados.
Es la hora del gran combate a la desigualdad, es la hora de la superación de la pobreza extrema, es la hora de la garantía para todos de educación, de salud, de vivienda digna. Esa es la reforma social de la que hablé en Huejutla.
Es la hora de hacer justicia a nuestros indígenas, de superar sus rezagos y sus carencias; de respetar su dignidad. Como lo dije en San Pablo Guelatao, Oaxaca: es la hora de celebrar un nuevo pacto del Estado mexicano con las comunidades indígenas.
Es la hora de nuevas oportunidades para el campo de México, como lo comprometí en Anenecuilco, Morelos. Es la hora de enfrentar con decisión y con firmeza la pobreza, y mejorar los niveles de vida de los campesinos.
Es la hora de que el Artículo 27 de la Constitución se exprese en bienestar, en justicia, en libertad para los hombres del campo. Y es la hora de acabar para siempre con todo vestigio de latifundio; es la hora de dar certidumbre al ejido, a las tierras comunales y a la pequeña propiedad.
Es la hora de impulsar la reforma agraria para nuestro tiempo. Es la hora de promover más y mejor inversión en el campo; de alentar de manera mejor y más eficaz, con libertad, la participación de los campesinos.
Es la hora de dar solución a los problemas de la cartera vencida en el campo, del crédito escaso y caro.
Es la hora de asociar los esfuerzos de los productores; es la hora de constituir más cajas de ahorro, más uniones de crédito y de poner en marcha nuevos mecanismos de comercialización.
Es la hora de las regiones de México, para aprovechar mejor los recursos, para aprovechar mejor la capacidad y el talento de cada una de las comunidades del país, de cada ciudad de nuestro país, de cada estado de la República.
Un desarrollo regional que abra las esperanzas de cada rincón de México, que canalice recursos para mantener la infraestructura carretera, ferroviaria, portuaria, hidráulica y energética.
Es la hora de superar la soberbia del centralismo, como lo dije en Jalisco; de apoyar decididamente al municipio. Es la hora de un nuevo Federalismo; es la hora de dotar de mayor poder político y financiero, a nuestros estados, como lo dije en Tabasco; es la hora de garantizar plenamente la conservación de nuestros recursos naturales, de nuestro medio ambiente, de nuestra ecología.
Es la hora de una educación nacionalista y de calidad; es la hora de una educación para la competencia; es la hora de nuestras escuelas, de nuestros tecnológicos; es la hora de la universidad pública en México; es la hora de la gran infraestructura para la capacitación de todos los mexicanos que quieran progresar.
La educación es nuestra más grande batalla para el futuro. A ella destinaremos mayores recursos.
Es la hora de reformar el poder, de construir un nuevo equilibrio en la vida de la República; es la hora del poder del ciudadano. Es la hora de la democracia en México; es la hora de hacer de la buena aplicación de la justicia el gran instrumento para combatir el cacicazgo, para combatir los templos de poder y el abandono de nuestras comunidades.
¡Es la hora de cerrarle el paso al influyentismo, a la corrupción y a la impunidad!
Es la hora de la Nación. Es la hora de ser fuertes todos haciendo fuerte a México. Es la hora de reafirmar valores que nos unen. Es la hora del cambio con rumbo seguro para garantizar paz y tranquilidad a nuestros hijos.
La única continuidad que propongo es la del cambio; la del cambio que conserve lo valioso. Queremos un cambio con responsabilidad en el que no se olvide ningún ámbito de la vida nacional; queremos un cambio democrático para una mejor economía, para un mayor desarrollo social. Y hoy existen las condiciones para lograrlo; la sociedad lo demanda.
Hoy queda claro que los cambios no pueden ser ni marginales ni aislados. La vía del cambio corre en igual sentido y en igual intensidad y urgencia por el campo de la política, por el campo de la economía y del bienestar social.
Con firmeza, convicción y plena confianza, declaro: ¡Quiero ser Presidente de México para encabezar esta nueva etapa de cambio en México!
Amigas y amigos; amigas y amigos:
Asumo el compromiso de una conducción política para la confianza; una conducción política responsable, para llevar a cabo los cambios que requerimos, para cerrarle el paso a toda intención desestabilizadora, de provocación, de crisis, de enfrentamiento.
Haremos de nuestra capacidad de cambio el mejor argumento para convocar a la confianza de los mexicanos, para garantizar la paz, para fortalecer nuestra unidad.
Somos una gran Nación porque nos hemos mantenido básicamente unidos, pero con respeto a la pluralidad.
Queremos un México unido, queremos un México fuerte, queremos un México soberano. Un México de libertades, un México con paz, porque son amplios los cauces de la democracia y de la justicia.
Hay sitio para todos en el México por el que luchamos afanosamente.
Soy un mexicano de raíces populares. Soy un mexicano que ha recorrido en muchas ocasiones nuestro país, que no cesa de maravillarse ante la gran variedad y riqueza humana de nuestra patria y que no cesa tampoco de advertir carencias y dolores.
Me apasiona convivir, compartir, escuchar y comprender al pueblo al que pertenezco. Aprendo diariamente de sus actitudes francas, de sus actitudes sencillas.
Reitero que provengo de una cultura del esfuerzo y no del privilegio. Como mis padres, como mis abuelos, soy un hombre de trabajo que confía más en los hechos que en las palabras. Pero por eso mismo, soy un hombre de palabra, un hombre de palabra que la empeño ahora mismo para comprometerme al cambio que he propuesto: un cambio con rumbo y con responsabilidad.
El gran reclamo de México es la democracia. El país quiere ejercerla a cabalidad. México exige, nosotros responderemos.
Como Candidato a la Presidencia de la República, estoy listo también.
Demos nuestro mayor esfuerzo en ésta elección.
Vamos a echarle ganas.
No hay que bajar la guardia.
Vamos por la victoria.
Ganémosla con México y ganémosla para México.
¡ Que viva el PRI !
¡ Que viva México !