La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, vino a México en un momento muy particular: después de las elecciones intermedias en el país. Y es importante entender que vino a medir fuerzas y ver qué tan débil estaba el gobierno de México o qué tan fortalecido salía de estos comicios. Y encontró a un gobierno con pérdidas y triunfos.

El oficialismo perdió alcaldías en Ciudad de México, pero ganó mayor presencia y gubernaturas en el norte, donde históricamente no llegaba la izquierda. Habrá otra visión de país que contrasta con las administraciones previas en este siglo.

Así lo manifestó Guadalupe Correa-Cabrera, profesora asociada, de la Schar School of Policy and Government, de la Universidad George Mason, en el Seminario virtual que coorganizó con el Colegio de la Frontera Norte, a través del Departamento de Estudios de Administración Pública.

La vicepresidente estadounidense –agregó–, “vino a hacer algunos pactos y a establecer coordinación en los temas que le importan a los Estados Unidos: migración irregular, indocumentada, porque en los últimos años, principalmente en la segunda década de este siglo, tenemos migraciones masivas que en realidad le preocupan”.

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Consideró que “en el caso de México sí hay incentivos por parte de los dos países para establecer una mayor coordinación en la cuestión fronteriza y al combate a la delincuencia. Sin embargo, en la gestión del presidente López Obrador hay una actitud de mayor soberanía, y puede haber algunas tensiones en ese sentido”.

Recordó que “también ha habido varias declaraciones por parte de la DEA, del Comando Norte del Departamento de la Defensa y de algunos diplomáticos y ex diplomáticos estadounidenses con relación al control territorial que ejercen los cárteles mexicanos –el supuesto control de 30-35% del territorio– para presionar una mayor colaboración”.

Y señaló: Nosotros tenemos que entender que la Iniciativa Mérida termina cuando comienza la administración del presidente López Obrador. “Quizá, Kamala Harris vino a reactivar esta colaboración en relación con el combate a la delincuencia organizada”.

Se refirió a los países del Triángulo Norte y dijo: “Quizá se vaya a tratar la cuestión de la corrupción, pero con dos presidentes centroamericanos no tiene una relación muy directa: me refiero a Juan Orlando Hernández, en Honduras, y a Nayib Bukele, de El Salvador. Entonces, el país donde tiene más posibilidad de colaboración es Guatemala”.

De la misma forma en México, porque tiene una gran dependencia de Estados Unidos y los temas a tratar: seguridad, reactivación de la Iniciativa Mérida, si es que el gobierno acepta las condiciones o sugerencias que planteen los estadounidenses, dijo la experta.

Luego comentó: “Igualmente, el gobierno mexicano tendría un incentivo para colaborar en la migración. El presidente López Obrador ha resultado bastante pragmático en ese sentido y no ha tenido ningún problema en mandar a la Guardia Nacional a la frontera sur para limitar los flujos migratorios de Centroamérica y otras partes del mundo”.

Recordó que “la migración transcontinental también ha sido un fenómeno que se vio en 2019 por las redes de tráfico humano internacional. También en este sentido puede que México colabore”.

Consideró la especialista en la relación bilateral y problemática fronteriza, que en el tema migratorio “puede negociar de manera más importante, porque también la agenda del presidente López Obrador, desde el período de transición, expuso la idea de apoyar el desarrollo de la frontera sur de México y esto también contribuiría a hacer posible, lo que ya se hace: el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas”.

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Sostuvo: “Lo que le importa a López Obrador, es la parte sur de México y, probablemente, México estaría dispuesto a limitar la entrada de flujos provenientes del sur de su frontera a cambio de recursos. Es probable que se llegue a algunos acuerdos”.