El PRI requiere una reforma profunda, porque lo que ocurrió con la derrota político-electoral en este 2018, fue un revés muy duro. No puede ser una reforma cosmética ni periférica. Tiene que ser un ejercicio profundo. “El cambio de nombre o de logotipo es lo de menos. De poco serviría cambiar de nombre, de logotipo, de lema y emblema si en el fondo no cambiamos. Diría primero el tema y luego el lema”, afirma puntualmente César Camacho Quiroz.
Presidente del tricolor de diciembre de 2012 a agosto del 2015, considera que este proceso de cambio “al PRI le urge. Debe superar pronto la fase del diagnóstico para poder hacer un ejercicio de reflexión entre los militantes que son muchos y muy importantes —la columna vertebral del partido—, a efecto de determinar qué vamos a hacer”.
Considera que el PRI del futuro, del 2019 en adelante, deberá ser un partido de jóvenes, de mujeres y de causas. Tiene que ser más el reflejo de la demanda de la sociedad que de la visión de sus ideólogos. “Tiene que ser más un agente político de la sociedad que una agencia política del gobierno “.
Y detalla: Hay condiciones para resurgir con vitalidad. “En el 2000 muchos daban por liquidado al partido; pero el PRI no solo se mantuvo sino que aprendió de los reveses, se levantó al punto que en 2012/2015 recuperamos la Presidencia de la República y la mayoría de las posiciones en el Congreso”
Político de toda la vida, el doctor en Derecho César Camacho, admite que al PRI, partido que nació desde el poder, no le ha resultado sencillo adaptarse a condiciones “como las que vivimos en el 2000 al 2012, que en el inicio suponíamos de cierta orfandad política”.
“Sin embargo, fuimos capaces de reconstruir el partido desde su base, de fomentar nuevos liderazgos y de encontrar la manera de ser política y socialmente atractivos para un electorado cada vez más demandante, más informado, más exigente”.
Se pronuncia por apurar este ejercicio. “Un partido con casi 90 años de vida institucional, sin el cual no se podría explicar el Siglo XX mexicano, no puede quedarse es un estado catatónico, impávido frente a los acontecimientos. Tiene que ser proactivo, desplegar banderas no solo ante el priismo sino ante la sociedad para decir qué ofrece en su nueva época. Ese es el desafío”.
Camacho se inclina por convocar a una nueva Asamblea Nacional, que es el máximo órgano de deliberación y decisión.
¿Cuándo se va a organizar la Asamblea Nacional?
-No lo sé. Mi convicción es que se requiere una Asamblea. Lo que pasó nos obliga a hacer un ejercicio de reflexión colectiva, de toma de posiciones, frente al país y frente a la política. Obliga a dar mandatos a los priistas que están en el ejercicio de una responsabilidad pública: gobernadores, senadores, diputados federales y locales, ayuntamientos.
¿Cuál es el mandato del PRI?
-En buena medida, la imagen del PRI depende de la calidad de gestión de sus representantes. Ese tipo de reflexiones y de toma de decisiones se tienen que hacer en una Asamblea Nacional. Debe haber Asamblea pronto. Es evidente que después de los reveses y la derrota hay hipersensibilidad. ¡Estamos de mírame y no me toques!
La sensibilidad respecto del tiempo, la tiene la dirigencia nacional. Es decir: no vaya a ser temprano; pero no se vaya a hacer tarde.
¿Quién dice cuándo es tarde?
-No hay manuales. Esta sensibilidad debe llevar a la dirigencia a convocar con oportunidad la Asamblea. No vaya a ser prematuro, pero ¡aguas! tampoco vaya a ser tardío.
Mucha de la militancia, de los cuadros, están atentos a esta convocatoria. Algunos van a pensar en dedicarse a otra cosa e incluso a irse a otro partido.
El ex gobernador del Estado de México, precisó: “Hoy el PRI debe generar certidumbre hacia adentro para después generarla hacia afuera”.
Reconoce que fue multifactorial la derrota en este 2018. “El PRI tuvo un desempeño deficiente en esta campaña en su comunicación digital. Siempre fuimos atrás y en buena medida nuestra actitud fue reactiva en lugar de ser proactiva. Llegamos tarde. No fuimos suficientemente acertados para atraer a los jóvenes a las redes sociales”.
Hay que cambiar la manera de comunicar: mantener las formas históricas y tradicionales de comunicación, sí, pero sin ‘rollos”. Los jóvenes están habituados a comunicaciones breves, con palabras llanas. Incluso son menos militantes de partidos, militan más en causas. “Más que quererlos incorporar al padrón, los tenemos que convencer de que pueden ser nuestros aliados. Y una manera evidente, es subiéndolos al carro”.
Resalta que cuando termine este 2018, el PRI gobernará en 12 entidades, “doce espacios en dónde hacer política, doce gobernadores que tendrán que hacerlo muy bien. Esto es parte del reto político: cumplir las expectativas de sus conciudadanos; pero como miembros del partido, la mejor aportación a la causa partidaria es que hagan muy buenos gobiernos”.
Acepta: “Nos quedamos escaldados como priistas y como mexicanos por las gestiones desacertadas, desaseadas, en algunos casos hasta sombrías que desarrollaron quienes no merecieron el respaldo del PRI, quienes fueron postulados y que por el tipo de gestión que desarrollaron, le hicieron un profundo año a la ciudadanía primero y al partido”.