El acuerdo de la SEP que establece lineamientos para la preparación, distribución, venta de alimentos y bebidas en las escuelas representa un gran paso en el combate al sobrepeso y obesidad en el ámbito escolar pero no debe ser el único, considera la académica del Departamento de Salud y coordinadora de la Clínica de Nutrición de la Universidad Iberoamericana (UIA), Alejandra Cantoral Preciado.
Y es que México ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil y el segundo, después de Estados Unidos, en obesidad en adultos.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) de 2021 del INEGI, la Ciudad de México tiene la más alta prevalencia de obesidad en la población infantil de 5 a 11 años, con un 28 por ciento de la niñez en esas edades.
En el norte de la República, la obesidad más alta se presenta en un 42 por ciento entre la población de 12 a 19 años y de 20 o más años, con el 42 por ciento.
De acuerdo a la Ensanut, el grupo que presenta más obesidad en nuestro país es la población de entre 30 y39 años de edad con el 39.6 por ciento.
Ante esta realidad, la especialista de la UIA señaló que las acciones del reciente Acuerdo para combatir el sobrepeso y la obesidad deben acompañarse de muchas otras en diferentes niveles.
“La obesidad es un problema de salud pública multicausal que requiere acciones, programas e intervenciones en diferentes ámbitos: escolar, social, familiar, municipal, estatal y nacional”, puntualizó.
La coordinadora de la Clínica de Nutrición Ibero precisó que la oferta de alimentos en el entorno escolar requiere de una remodelación de fondo que permita el consumo de productos con calidad nutrimental.
Destacó que la población de escolares y adolescentes en el país es de particular importancia, ya que en estas etapas el consumo excesivo y constante de alimentos ultraprocesados puede llevar no solo a sobrepeso sino a enfermedades en la vida adulta como diabetes y trastornos cardiovasculares.
Señaló la especialista en Nutrición que las políticas públicas relacionadas con la producción y distribución de alimentos, precio, educación en nutrición y publicidad de los alimentos, deben estar alineadas.
Responsabilidad conjunta
Para que este acuerdo logre su propósito deben involucrarse diversos actores, Secretarías e instituciones. Debe ser una responsabilidad conjunta de todas estas instancias y no dejarse solo en manos de las autoridades escolares.
Además, dijo la doctora Cantoral Preciado, debe considerar que el consumo de alimentos y bebidas ultraprocesadas, coloquialmente “comida chatarra”, van de la mano de la inseguridad alimentaria a nivel familiar y escolar.
E hizo esta observación: La disponibilidad de alimentos y bebidas en las escuelas no solo depende de la decisión de los padres de familia sino también del acceso y que sean asequibles a productos no procesados. Y de la garantía de agua potable para el consumo del estudiantado.
Esto resalta la necesidad de una política integral en la prevención y disminución de la obesidad.
La oferta de alimentos en el entorno escolar requiere de una remodelación de fondo que permita el consumo de alimentos con calidad nutrimental y que oriente al alumnado en la elección de los mismos.
Además, las escuelas deben promover la actividad física apropiada de acuerdo a la edad de los alumnos.
Destacó la doctora Cantoral Preciado que se tiene evidencia en otros países de que las acciones que mejoran el entorno escolar y que reducen el consumo de alimentos ultraprocesados, tiene un efecto benéfico en la salud de los escolares a corto y largo plazo.
“En este sentido, impulsar estos acuerdos con vigilancia, monitoreo y sanciones pudiera sumarse junto con otras acciones a detener el incremento en los índices de obesidad escolar”, apuntó.