Como protesta, esta madre se corta las venas y mancha con ella lo que puede en la Secretaría de Gobernación; exige justicia para su hijo quien fue ultrajado y violentado por un escuadrón del Ejército mexicano en Ciudad Juárez, Chihuahua, en el 2009, por eso se presenta frente a las oficinas centrales para hacer su reclamo.
Laura Ivonne Cabata optó por la sangre porque dice nunca ha sido escuchada. Es sangre derramada por su hijo que mancha al Estado mexicano, dice convencida.
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Óscar era un joven con 17 años de edad, oriundo de Ciudad Juárez y tenía planeado alcanzar a su madre en El Paso, Texas, para iniciar una nueva vida; sin embargo, el 26 de febrero del 2009 fue secuestrado por militares durante al menos cinco días mientras se despedía de su amigo. Al dejarlo en libertad fue amenazado: no debía realizar ninguna denuncia y tenía que salir del estado.
La madre de la víctima llegó a la Ciudad de México hace ya un año, junto con otras personas, quienes decidieron hacer un plantón permanente frente a las instalaciones de la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena), para denunciar los abusos que sufrió su hijo hace ya 13 años.
“Mi hijo está muerto en vida”, afirma llorosa Laura Ivonne.
Su última protesta fue un viernes por la tarde, primero se encajó una aguja médica intravenosa y mientras su sangre escurría de entre sus manos, ella escribía en las paredes del edificio gubernamental.
Al paso del tiempo el semblante de la madre se demacraba por la hemorragia de su muñeca derecha, elementos de Protección Civil de la demarcación llegaron para brindarle servicios médicos, fue valorada, sin embargo, se negó a ser curada y continuó chorreando sangre sobre el pavimento.
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Una hora de constante sangrado ocasionó que perdiera por instantes la conciencia por lo que una ambulancia del ERUM llegó para auxiliarla, paramédicos realizaron un vendaje en la herida y continuó con su protesta; mientras que ningún representante federal salió del recinto para atender su denuncia.