La calle de Chimalpopoca fue el escenario que hace cinco años vio caer en sólo tres segundos una fábrica textil que cobró la vida de 21 personas, víctimas que hasta la fecha no han recibido justicia.
Era el 19 de septiembre de 2017, otro año en el que se conmemoraba el sismo de 1985, pero nadie se imaginaría que aquellos dolorosos recuerdos se vivirían en carne propia 32 años después debido al terremoto de 7.1 grados que de nuevo dejó en ruinas a la Ciudad de México.
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La colonia Obrera fue una de las más afectadas y fue allí, en las calles de Chimalpopoca y Bolivar, que la tragedia se haría presente tras el derrumbe de un edificio de cuatro pisos donde cohabitaban diferentes empresas.
El cuarto piso estaba dividido en dos partes: en una mitad operaba una compañía de refacciones para autos y en la otra, una empresa dedicada a la venta de vestidos; en el tercer piso se encontraba la empresa SEO Young Internacional, dedicada a la bisutería de vestidos de gala; en el segundo, una importadora de juguetes y en el primer piso, una maquiladora de vestidos para mujer.
Todas aquellas empresas laboraban en un edificio que el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) inspeccionó en 2004 encontrando anomalías en su estructura, por lo que había recomendado que fuera reparado por los riesgos que representaba, pero los dueños nunca atendieron el llamado de alerta.
Inmobico era la propietaria del inmueble, pero poco les importó la recomendación de las autoridades. Incluso, el edificio se encontraba en mayor riesgo debido a la antena y la subestación eléctrica que lo alimentaba, ubicada en el techo del mismo, y que debido a su peso, aumentó las probabilidades de que colapsara.
Como una malvada ironía, la tierra cimbró luego de un simulacro para conmemorar el terremoto del 85, pero que de nada sirvió pues la mayoría de las personas en Chimalpopoca quedaron atrapadas.
Tras el derrumbe, la gente que apenas se recuperaba del shock de lo que estaba pasando acudió al lugar para ayudar, como siempre el mexicano se solidarizó y se unió para hacer lo que podía con lo que tenía. Ya más en forma acudieron los famosos Topos, una brigada feminista e incluso se hizo presente el entonces titular de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
Sin embargo, los voluntarios y familiares de las víctimas que ahí se encontraban exigieron que se fuera: "No vengas a tomarte la foto", dijeron y pese a que el funcionario les pidió "calma", finalmente se retiró del lugar escoltado por granaderos.
Posteriormente, el 22 de septiembre de 2017 las labores de rescate pararon para dar paso a la maquinaria pesada y terminar de quitar los escombros.
La gente que ayudó en esos días, así como las familias de las víctimas hicieron todo lo posible por negarle la entrada a las autoridades, pero todo terminó cuando los granaderos sacaron a los voluntarios y brigadistas para declarar la zona muerta y así, dar paso a las maquinas que acabarían con la esperanza de aquellos que aún tenían fe en que podían encontrar más sobrevivientes.
La impunidad en Chimalpopoca
¿Y qué ha pasado con los responsables? Nada, como en todos aquellos casos que han quedado impunes en nuestro país ante la falta de justicia por parte de las autoridades, que hasta la fecha siguen sin tener culpables.
De lo que se tiene conocimiento es que la Inmobiliaria Inmobico, tenía una demanda penal y otra laboral en su contra, pero tras cinco años de la tragedia, las familias de las víctimas no han obtenido justicia.
En el caso de SEO Young Internacional, el jefe Cho Han Sup, ofreció una indemnización a los deudos de las seis víctimas de la empresa que fallecieron en el tercer piso: cinco eran trabajadoras y uno, de origen coreano, al parecer era su socio.
De las 21 personas que murieron al menos cinco eran de origen asiático y según el entonces Gobierno de la CDMX, no contaban con registro migratorio y carecían de registro ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Lo cierto es que al llegar la tragedia, el silencio se hizo presente por parte de las empresas y autoridades que nunca dieron cifras oficiales sobre cuántos empleados laboraban en el recinto, que de acuerdo a testimonios de gente que conocía a las víctimas, eran como unas 100 costureras aproximadamente.
Sobre las demás compañías no hay datos, no hay responsables ni culpables, sólo hay un silencio sepulcral y una impunidad, que para desgracia del pueblo mexicano, sigue imperando en la historia de nuestro país.
Déjà vu de las costureras muertas del 85
Y cual si fuera un déjà vu, el derrumbe de Chimalpopoca trajo del pasado el recuerdo de la tragedia que 32 años atrás se registró en la misma fecha.
Fue durante el fatídico temblor de 1985 que más de 800 talleres de costura, donde trabajaban miles de mujeres en condiciones deplorables, terminaron en ruinas.
Muchas de esas mujeres laboraban de forma clandestina al igual que aquellas que murieron en la colonia Obrera, pero que la necesidad las obligó a trabajar en un lugar que nunca vio por mejorar sus condiciones laborales y que al final acabó con sus vidas.
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Una misma fecha, dos tragedias y miles de muertos son sólo el reflejo de que a pesar de los años, pareciera que las autoridades no han aprendido de sus errores pues hasta ahora siguen existiendo lugares que operan en inmuebles inseguros y bajo malas condiciones como el de Chimalpopoca, un lugar donde la indiferencia de los responsables terminó por escribir la historia de uno de los derrumbes más trágicos de la capital metropolitana.