En el Centro Federal de Readaptación Social Número 16 “CPS Femenil Morelos” se ha registrado -por lo menos- un suicidio cada año desde el 2020 y otras mujeres privadas de la libertad han intentado quitarse la vida.
El aislamiento y los encierros prolongados que se han registrado en este lugar, sumado a la falta de atención y tratamiento de las enfermedades mentales, son un factor de riesgo de que los suicidios se sigan presentando.
Únete al canal de El Sol de México en WhatsApp para no perderte la información más importante
Tras evadir la pregunta varias veces, Teresa tomó confianza y contestó: “En ese Cefereso sí existe ese módulo que dices, sí hay un lugar de castigo donde estás encerrada todo el tiempo. Es una estancia donde, incluso, han tenido a mujeres encadenadas y donde también les pegan”.
Teresa, cuyo nombre fue cambiado para proteger su identidad en este texto, es una joven que estuvo privada de la libertad en el Centro Federal de Readaptación Social 16, el único que es exclusivo de mujeres y que se caracteriza por sus altas temperaturas, al ubicarse en el estado de Morelos.
En este centro de privación de libertad las mujeres se encuentran separadas en módulos, rodeados de mallas ciclónicas y alambres de púas, e identificadas por números.
Actualmente, los módulos nueve y 10 están reservados para aislar a las mujeres como sanción disciplinaria.
En los otros módulos del Cefereso las celdas están abiertas. Las mujeres pueden convivir con sus compañeras, salir al área de comida, acudir a sus actividades laborales, culturales, deportivas, lúdicas, pero en el número nueve y 10 permanecen encerradas en una celda.
Ahí se la pasan por periodos prolongados, solas, incomunicadas, vigiladas todo el tiempo por una cámara. Solo pueden salir dos horas al día para comer y pasan mucho tiempo sin bañarse. Ese es el régimen de “aislamiento”, uno de los castigos más comunes que se aplican en ese lugar.
Según Teresa, la autoridad penitenciaria suele aislar a una mujer en este lugar por dos razones: por alguna indisciplina o porque hicieron algo que no le gustó al sistema.
“¿Qué personas están en esos pabellones? Personas que han tenido un conflicto con alguna compañera, por desgracia han llevado a compañeras que no agredieron, sino más bien, fueron agredidas y las meten ahí”, platicó.
Aun cuando no existen evidencias para demostrar que el aislamiento de reclusos reduce los niveles de violencia en prisión, México importó este modelo de Estados Unidos y lo llevó a la práctica en toda la República.
La Ley Nacional de Ejecución Penal lo permite en casos excepcionales y como último recurso, cuando se demuestre que sea necesario para proteger la vida e integridad de las personas privadas de libertad o por motivos de la seguridad interna del Centro y del personal.
Esta sanción no se puede aplicar por más de 15 días continuos y las mujeres a quien se les imponga la medida no pueden pasar más de 22 horas sin contacto humano.
La Ley señala que el aislamiento como medida disciplinaria debe ser aprobado por un Comité Técnico, integrado por autoridades penitenciarias del área administrativa, técnica, jurídica y de custodia, quien deberá fundamentar la sanción, actuar apegado al debido proceso y con respeto a los derechos humanos.
Pero en el Cereso 16, el aislamiento como medida disciplinaria no cumple los estándares que marca la Ley, señala Nayomi Aoyama González, coordinadora del programa Sistema Penitenciario y Reinserción Social de Documenta, asociación civil.
La especialista observó que en este centro, el aislamiento supera el tiempo permitido, las reubicaciones no son analizadas por el Comité Técnico.
“Ni siquiera hay registro de cuándo o por qué se les aplicó la medida ni sobre quién lo decidió. No hay registro de estas sesiones del comité disciplinario, ni una determinación escrita”, dijo.
En diversos testimonios recabados por Documenta, las mujeres mencionan que durante su estancia en aislamiento no tuvieron el acceso a servicios médicos, psiquiátricos, de psicología, ni de trabajo social, de esta forma las autoridades penitenciarias violan la normatividad.
La mujer en aislamiento tiene derecho a atención en su salud y se le deberá realizar un examen médico antes, durante y después del cumplimiento de la medida. Además no podrá limitarse el acceso de su defensor ni de los organismos de protección de los derechos humanos.
Tortura y tratos crueles
El reglamento de los Centros Federales de Readaptación Social establece que “los internos que puedan vulnerar la seguridad del lugar o que representen un peligro para la población interna, deberán permanecer en el área de tratamientos especiales”.
Si bien la Ley, prohíbe sanciones que impliquen tortura y tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, Teresa platica que dentro el Cefereso 16, las mujeres que tienen conductas agresivas son aisladas y maltratadas en estas areas especiales.
“Sí existen unas rejas así. He sabido de mujeres que las han tenido encadenadas y engrilletadas porque también lo ha habido, pero ahí no meten a cualquier persona. Había muchas que tenían algunas enfermedades raras y se ponían agresivas y en aquel tiempo las electrocutaban, porque sí existe”, dijo Teresa.
¿De qué depende que una mujer sea enviada a uno o a otro módulo? Teresa considera que “de su conducta”. Digamos que “cada quién se hace su prisión”, “lo que sí te digo es que dentro del penal como trates te tratarán”.
Nayomi Aoyama observó que el aislamiento mayor a 20 horas es tortura, porque causa dolor o sufrimiento físico o psíquico a una persona.
En el informe provisional del Relator Especial del Consejo de Derechos Humanos sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes se estableció que cuando las condiciones físicas y la reclusión en régimen de aislamiento no respetan la dignidad inherente de la persona humana y causan un grave dolor o sufrimiento mental y físico, ello equivale a un trato o pena cruel, inhumano o degradante.
Puede haber distorsión del tiempo y el espacio con el encierro: experto
Alejandro Gutiérrez Cedeño, coordinador del Centro de Estudios y Servicios Psicológicos Integrales de la Facultad de Ciencias de la Conducta de la Universidad Autónoma del Estado de México, explicó que una persona aislada dentro de un centro de privación de la libertad puede presentar consecuencias psicológicas claras que puede ir desde la irritación, molestia y preocupación, hasta intentos de quitarse la vida.
“Puede ser desde agresión y violencia, tristeza, melancolía y depresión, hasta conductas de autodestrucción, autolesiones, autolaceración que pueden ser la antesala a sentimientos de no querer vivir, de no querer estar, de no querer continuar”
Explicó que por naturaleza el ser humano es 100 por ciento social, de tal manera que cuando una mujer es separada de su entorno y aislada de una celda, puede presentar trastorno de sueño, trastornos alimenticios, problemas de movilidad, de motricidad.
Pero lo más importante, dijo, al ser privada de la luz, alimentación, medio ambiente, comunicación y la convivencia con los compañeros, experimenta un problema en los procesos cognitivos de orden superior, como el pensamiento, la memoria, razonamiento, el análisis, la capacidad de concentración, de síntesis.
“Ante la falta de estimulación, se altera la capacidad imaginativa, la percepción se va a distorsionar, y es muy probable que haya alucinaciones, que pueden ser visuales, auditivas, y la persona puede imaginar cosas que no existen”.
“Puede haber distorsión del tiempo y el espacio, ya no saben dónde está el norte, donde está el sur, donde es arriba, donde es abajo, si es de noche, si es de día, las horas, eso es lo primero que se altera. De tal manera que cuando ya tienes estos dos elementos lo que sigue es la alteración emocional”.
1,224 mujeres están presas en el 'CPSFemenil Morelos', sólo cinco porciento son de la entidad
Lo primero y más significativo que puede sufrir una mujer privada de la libertad que es aislada en una celda, es la ansiedad, que se caracteriza por dificultad en la respiración, taquicardia, resequedad en la boca, y con la ansiedad llegan trastornos alimenticios, trastornos del sueño, y una sensación de desesperanza.
Tras la visita de inspección que a principios del año realizó el Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura (MNPT) adscrito a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) identificó que varias mujeres que fueron enviadas al módulo 10 presentaban ansiedad grave; depresión severa, sentimientos de desesperanza severa y tenían riesgo alto de cometer alguna acción que atentará contra su vida.
Además, se constató que algunas han realizado, a partir de su traslado al Cefereso-16, prácticas de cutting, también documentó actos de asfixia autoadministrada (ahorcamiento).
En los últimos cuatro años, en este Centro Federal se han suicidado cuatro mujeres privadas de la libertad y por lo menos tres más han intentado quitarse la vida, de acuerdo con una base de datos construida a partir de los cuadernos mensuales de información estadística penitenciaria nacional, del Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social. Aunque las cifras extraoficiales son mayores.
Alejandro Gutiérrez Cedeño aclaró que el aislamiento no es un determinante del suicidio pero sí podría ser un factor de riesgo
“Eso no quiere decir que todas las mujer que son aisladas en los centros penitenciarios tienen un potencial elevadisímo de suicidio, no es así. Hay tantos motivos, razones o circunstancias que la ciencia y psicología no ha podido precisar el perfil de quien podría lograr una conducta de autodestrucción o decida terminar”
“Por supuesto que hay factores y el aislamiento social, las preocupaciones, la falta de proyecto de vida y una normatividad que podría ser o no ser disciplinaria, claro que contribuyen los riesgos suicidas todos lo tenemos, que hay factores que pueden determinar, encadenar o facilitar, los hay”, dijo.
Aoyama González aclara que no todas las personas que tienen un problema mental tienen una tendencia suicida, ni todas las mujeres que son aisladas tienen más afectaciones en su salud mental que ocasionen un mayor número de suicidios. Más bien, éste es un problema multifactorial y el aislamiento es un factor de riesgo mayor.
En el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2020 se informa que en este centro de privación de libertad se detectaron 161 conductas de riesgo suicida. Con esta cifra dicho centro federal encabeza la lista a nivel nacional.
Negligencias
Teresa señala que en este CPS Femenil Número 16 ocurren suicidios y muertes por negligencia, pues en el lugar no hay servicios médicos de calidad, incluso no hay personal especializado en psiquiatría, y por lo tanto no hay atención ni tratamiento a los problemas de salud mental.
El 18 de mayo de 2022, personal de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos certificó que este centro cuenta con insuficiente personal de salud y pueden transcurrir hasta seis meses sin que las internas sean programadas para valoración médica.
El 31 de marzo de 2022, la CNDH emitió la Recomendación por el suicidio de una mujer con discapacidad psicosocial en el Cefereso 16, a quien no se le brindó la atención adecuada.
En la recomendación se relata que la mujer había sido trasladada de un centro penitenciario del estado de Chihuahua al de Morelos, y aunque fue diagnosticada con trastorno de ansiedad, depresión mayor, huellas en antebrazo y cuello de autoagresión, las autoridades del lugar no tomaron medidas para atenderla adecuadamente.
Contrario a ello, fue ubicada en una estancia, sola, con tratamiento psiquiátrico. Eso y una serie de omisiones provocaron que se quitara la vida el 14 de agosto de 2020.
Alejandro Gutiérrez Cedeño enfatizó en la importancia de que las autoridades tengan actualizado el expediente clínico de todas las mujeres privadas de la libertad y le den seguimiento y un buen tratamiento psicológico o psiquiátrico, a fin de predecir las situaciones que pudieran afectar su integridad y vida.
Señaló que después de un aislamiento, es muy probable que las mujeres regresen resentidas, molestas, y no será fácil su proceso de socialización.
Por ello, consideró que deben contar con vigilancia durante y después de que se les aplique la medida, y recibir acompañamiento psicológico.
“Para que restructure, mentalmente, la forma en que se tendrá que vincular y relacionar. El psicólogo deberá ayudarle a comprender que el castigo que efectivamente recibió fue por una circunstancia que cometió, por una falta social, administrativa y disciplinaria”, dijo.
Mujeres viven peor el aislamiento
Nayomi Aoyama González, explica que el aislamiento en una celda de dos por 2.5 en general causa estrés psicológico, y peor cuando es por más de 20 horas al día, en soledad, sin comunicación, sin ningún contacto con el exterior, sin ninguna atracción.
Y en el caso de las mujeres, el problema es aún más grave, por su condición de madres y de cuidadoras. En el Cefereso femenil, el 71.7 por ciento de las mujeres privadas de la libertad tenían un dependiente económico previo a su detención, según la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad 2021.
“Imagínate pasar 15 días en una celda, con este estrés psicológico que representa estar aislado y el estar sin ninguna actividad, si ningún contacto con el exterior, pero además de esto sin poder recibir ni visitas, ni llamadas telefónicas, ni tener información sobre cómo está tu familiar afuera”
Destacó que, en la prisión, la incidencia de suicidios de mujeres supera en diez puntos porcentuales los casos de hombres, mientras que, en la población general ocurre lo contrario.
Para esta especialista el aislamiento es la punta del iceberg de los problemas estructurales que hay en los centros de privación de libertad femeniles; la consecuencia de la discriminación, inequidad, desigualdad, violencia contra la mujer que prevalece en el sistema penitenciario, que al estar creado para hombres no atiende las necesidades particulares de las mujeres.
En donde colapsas es en el tema familiarTeresa
Teresa compara el Cefereso 16 con un centro de exterminio mental: ”es un centro de concentración donde todas tus emociones dependen de una llamada, de una carta. Psicológicamente desde que te detienen entras en un dilema psicológico, emocional, de desesperación y de estrés. No sabes que pasa exactamente con tu proceso, hay desapego con tu familia, con la sociedad”.
Según el cuaderno mensual, hasta mayo, en el Cefereso 16 de Morelos había mil 224 mujeres privadas de la libertad y sólo el cinco por ciento de ellas son originarias de ese estado. El 95 por ciento restante provienen de otras entidades como Ciudad de México, Chihuahua, Guerrero, Tamaulipas, Estado de México o Sinaloa.
La distancia entre los estados y la falta de recursos para trasladarse ha ocasionado que muchas internas sean abandonadas por sus esposos, madres, padres, y sean alejadas de sus hijos.
“En donde colapsas es en el tema familiar. Si no tienes ese apoyo psicoemocional se empiezan a generar codependencias, es lo que llega a generar temas de suicidio, intentos de suicidio. Yo lo vi”, dijo Teresa.
Para Gutiérrez Cedeño, la labor del área de Trabajo Social en los centros penitenciarios es muy importante para buscar a las familias e integrarlas.
Aun cuando este penal de máxima seguridad es federal, casi el 50 por ciento de las que mujeres que se encuentran privadas de la libertad ahí, pertenecen al fuero común. Teresa considera que los traslados masivos son lo que ha descontrolado la dinámica del lugar.
“Imagínate: vienen de un penal estatal donde podían vender de todo, tener teléfono, tenían todas las comodidades y llegan acá y se las quitan y les dicen: aquí eres igual que todas. Ellas colapsan, desde el principio. Muchas de ellas mantenían a sus hijos estando en prisión porque vendían y hacían lo que querían y llegando a Morelos ya no tienen esa forma de apoyar a sus familias”.
A su parecer, el traslado de un penal estatal a uno federal afecta en gran medida a muchas recién llegadas, que al desafiar al régimen interno del Cefereso de Morelos, terminan aisladas como medida disciplinaria.
“Eso lo están dejando fuera. También las compañeras tienen que tener seguridad de las mismas compañeras. No es lo mismo que te topes a una mujer que estuvo 7 por 24 encerrada, durante diez años, a que te topes a una mujer que ha estado en libertad y que controlaban penales y que les vale madres, picar y golpear a quien sea”
“Eso lo pierden de vista. De repente dicen, me están torturando porque me cambiaron, hay tantas cosas que yo como beige no puedo decir, pero cuando yo las escucho difiero, porque yo realmente sé cómo está la cosa allá dentro”.
A partir de este trabajo periodístico, se puede determinar que en el Cefereso 16, el aislamiento se aplica de forma ilegal, y más que mejorar la conducta de las mujeres, esta sanción disciplinaria afecta gravemente su salud mental.
De acuerdo con los especialistas entrevistados, el aislamiento es uno de los factores de riesgo de suicidio que existen en este centro de privación de la libertad, que además carece de personal, atención y tratamientos para atender a las mujeres con enfermedades mentales.
➡️ Suscríbete a nuestro Newsletter y recibe las notas más relevantes en tu correo
Además, el aislamiento como medida disciplinaria no cumple con sus objetivos, pues no se le da seguimiento médico a las personas a quienes se les impone, y la violencia dentro del centro penitenciario se sigue presentando.
Aplicar esta medida disciplinaria no necesariamente está relacionado con el bienestar de las personas, sino más bien obedece a un régimen penitenciario que castiga física y psicológicamente, con más fuerza, a las mujeres.
Esta investigación fue realizada en el marco del proyecto "Periodistas contra la Tortura" con el acompañamiento de Documenta. Para mayor información contactar a: Comunicacion@documenta.org.mx
TE RECOMENDAMOS EL PODCAST⬇️
Disponible en: Acast, Spotify, Apple Podcasts, Google Podcasts, Deezer y Amazon Music