Víctor Ugalde
Director y guionista
"Tengo esperanza, pero hay que ser críticos": Alfonso Cuarón
En los primeros días de gobierno la industria del cine ha tenido algunos desencuentros con el gobierno de la cuarta transformación
En solo cien días, el poder ejecutivo de la cuarta transformación y la industria cultural cinematográfica mexicana han tenido varios desencuentros que han derivado en enfrentamientos estériles. Algo habrá que hacer para tender puentes de comunicación efectiva y evitar las fricciones innecesarias con el nuevo gobierno
Por lo sucedido, parece que a algunos de la 4T les parece un gasto excesivo todos los apoyos existentes para la expresión fílmica de los creadores cinematográficos mexicanos.
Olvidan, o más bien desconocen, que esta política pública es producto del cumplimiento de los compromisos establecidos en la Convención de los Derechos Humanos en su capítulo cultural (1948 y sus actualizaciones), en el Tratado sobre la Expresión de la Diversidad Cultural (2005) y lo establecido en el capítulo primero de la Constitución Política Mexicana (2011). Ahí se obliga al gobierno en turno a garantizar el acceso a sus ciudadanos a expresiones artísticas que resultan muy caras para el hombre común y corriente y así garantizar la libertad de expresión de los mexicanos.
El inicio de una relación entre gobernantes y gobernados exigentes
La primera llamada de atención fue, cuando la Diputada de Morena, Simey Olvera, presentó una reforma a la Ley del Impuesto sobre la Renta en los artículos 189 y 190. Ahí se le reducía el estímulo al cine a sólo 240 millones de pesos en lugar de los 700 de 2018. La comunidad se movilizó y se detuvo la iniciativa, creándose un grupo de trabajo, entre ambas partes, para reformar adecuadamente el 189 y 190 para el presupuesto del 2020.
La segunda llamada fue cuando el Secretario de Hacienda presentó el paquete económico de 2019 a proponiendo un presupuesto restrictivo para el cine y la cultura mientras lo elevaba a otros rubros. Algunos integrantes de la comunidad fílmica se movilizaron junto con la del teatro, la danza, la pintura y la música. El recorte molestó porque era una continuidad del castigo que se recibió desde que el PRI regresó al poder en el 2012. Desgraciadamente no se logró revertir el recorte del 53.40 por ciento y sólo se aprobó una partida de 333 millones de pesos para el sector fílmico.
La tercera llamada, fue la desaparición de los “recursos etiquetados” pasando a unos cuantos sugeridos. La lista de los proyectos seleccionados por el presidente de la Comisión de Cultura en la Cámara de Diputados, Sergio Mayer, fue muy cuestionada, ya que no se entiende el privilegio al Festival de Morelia y otros con incrementos superiores al 30 por ciento, mientras se castigaba a la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas y al Festival de Cine de Guanajuato con cero presupuesto. Afortunadamente la Secretaría de Cultura arregló este despropósito y próximamente pondrá a concurso los 500 millones de pesos que se consiguieron de incremento.
La cuarta llamada, las buenas intenciones de la 4T, mal planteadas por algunos de sus integrantes y los errores de comunicación de Andrés Manuel López Obrador en sus discursos mañaneros, provocaron en la comunidad fílmica, más dudas que certezas. Afortunadamente, ante los reclamos de los afectados, el nuevo gobierno y los legisladores, atendieron el tema, y en su caso rectificaron el entuerto, tendiendo puentes de comunicación. Hecho que no sucedía en la administración peñista. Esta nueva forma de gobierno empezó a dar buenos frutos hace unos días, con la reciente reforma al artículo 37 de la Ley Federal de Cinematografía y la sustitución de los viejos cacicazgos del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica encabezados por Marcela Fernández Violante para dar paso a Jesús Ochoa que encabeza a una nueva generación de sindicalistas cinematográficos.