Desesperanza viven mujeres, niños, bebés y ancianos que se quedaron fuera de la Caravana, mismos que son enviados al Albergue Belén, un espacio que pertenece a la diócesis de Chiapas que da refugio temporal a cientos de migrantes centroamericanos que llegan a Tapachula.
Después de comenzar los trámites para regularizar su situación en las oficinas de la Comisión Mexicana de Apoyo a Refugiados (COMAR) y del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), los migrantes son canalizados a éste albergue, sin embargo, los ánimos en los que habitan van decayendo conforme avanzan los trámites.
La Señora Alba, migrante hondureña de 47 años, ya había vivido en México hace 5 años, estuvo 5 meses en Puebla donde tiene familia, después vivió 2 meses en Tamaulipas, ahí se dedicó a la maquila, pero tuvo que volver por sus cuatro hijos.
Ahora que sus hijos son mayores, Alba intenta arreglar su situación, pero le ve pocas posibilidades, actualmente no trabaja, las oficinas para los trámites de migración no abrieron por el día festivo, y su permanencia en el albergue está a puto de terminar, ahora teme por tener que volver a la caravana para no ser detenida, o permanecer a la espera de terminar los trámites sin ser detenida por las autoridades antes de que esto ocurra.
Elvin, un hombre de 58 años de Honduras, viene huyendo de las maras, él era albañil pero la renta que le cobraban las pandillas lo obligaron a migrar, por su edad, no pudo seguir el paso de la caravana, él platica que el refugio está lleno de personas mayores, o personas acompañadas de niños.
"Somos a los que no nos esperaron", asegura el señor Elvin, caminar con la caravana no asegura la protección ni llegar al destino, conforme avanza el trayecto, las caminatas por periodos largos comienzan a resultar imposibles, viajar con niños, enfermos o personas grandes hace que muchos queden rezagados, y los otros se desesperan, ellos siguen caminando según Elvin, ahora él ya no tiene un plan a seguir, por el momento piensa tramitar su visa humanitaria en la COMAR, pero se siente desesperado porque esa visa no le ayuda a cruzar a los Estados Unidos de Norteamérica.
Elvin dice que la gente no sabe todo lo que les espera, muchos piensan que con la Visa humanitaria podrán llegar a los Estados Unidos de Norteamérica, piensa que en México no podrá trabajar por su edad, voltea al albergue y desesperado dice sentir pena por los que permanecen en ese lugar junto a él.
Nadie sabe qué hacer, qué sigue, muchos solo permanecen a la espera de ser regresados a su país y volver a intentarlo, a veces para él, esto se convierte en un ciclo que no termina, sobreviviendo yendo de un albergue a otro.