Desde 1999 la Universidad Nacional Autónoma de México no vivía una crisis, esta vez los estudiantes piden mayor seguridad y se saquen a los grupos porriles de la máxima casa de estudios, luego de la agresión en la explanada de Rectoría el pasado 3 de septiembre.
De esta problemática ha surgido la discusión sobre el significado de la autonomía universitaria. Al respecto, Fernando Serrano Migallón, profesor de Ciencias Políticas y Derecho Constitucional mexicano de la UNAM, explica los orígenes.
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Las universidades surgen en la Edad Media y gracias a ellas la transmisión del saber y la creación de nuevos conocimientos salen del ámbito eclesiástico y dejan los conventos y los monasterios y se seculariza el saber, aunque todavía bajo la supervisión de la Iglesia.
La tutoría eclesiástica va dejando paulatinamente y según avanzan los movimientos sociales en Europa, la estatal la asume a través de la organización, designación, líneas de investigación y métodos de enseñanza.
Será hasta el siglo XX en que esa injerencia estatal desaparece; la Universidad de Michoacán de San Nicolás de Hidalgo la proclama en 1917 y posteriormente el Movimiento de Reforma Universitaria en la Ciudad de Córdoba, Argentina, hace que este principio se generalice. Esta idea esencialmente americana pasará junto a otras muchas como la de República, separación de Iglesia y Estado y la secularización de los actos inherentes al estado civil de las personas del ámbito americano al europeo.
En México, los estudios universitarios empiezan en 1551 con la Real Universidad de México que se convertiría en Real y Pontificia y tras una vida por demás azarosa se suprime en el último tercio del siglo XIX.
La Universidad Nacional de México es creada, a instancias de Justo Sierra, en 1910 dentro de los festejos del centenario de la Independencia, surge en un año convulso y a pesar de su juventud es el faro intelectual del movimiento revolucionario que se inicia en ese año.
En 1919 un movimiento estudiantil propone y logra que el presidente Portes Gil le otorgue el carácter de autónoma a la Universidad. Esta primera autonomía es muy limitada pues en el Consejo Universitario hay un representante del Gobierno federal, los acuerdos del Consejo Universitario pueden ser vetados por el propio gobierno y el Rector es designado por el Presidente de la República.
Ante esta situación, en 1933 se expide una nueva ley con características marcadamente asambleístas que traen como consecuencia diez años de inestabilidad universitaria; entre 1933 y 1944 se suceden un número considerable de rectores, muchas veces con dos que reclamaban la legitimidad al mismo tiempo.
Ante esta situación, en 1944 el presidente Manuel Ávila Camacho convoca a un grupo selecto de universitarios encabezados por Antonio Caso y Eduardo García Máynez para analizar la situación de la Universidad y les solicita que elaboren un proyecto de Iniciativa de Ley que convertirá en Iniciativa y que una vez aprobado por el Congreso Federal se convertiría en la Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ley que nos rige hasta estos días.
La autonomía surge para preservar la libertad de cátedra, las líneas de investigación, la organización administrativa y el destino de los recursos de manera autónoma sin tener que someterse a factores gubernamentales externos que limiten la capacidad de creación y la libertad de pensamiento.
El esquema administrativo actual de la Universidad ideado por el maestro Eduardo García Máynez es un inteligentísimo mecanismo de pesos, contrapesos y niveles de gobierno que permiten la organización y el funcionamiento universitario; el Rector, la Junta de Gobierno, el Consejo Universitario, el Patronato Universitario a nivel central; y las Facultades, Escuelas e Institutos, los Consejos Técnicos, los Consejos Internos y posteriormente en el periodo del doctor José Sarukhán, los Consejos Académicos de Área permiten un mecanismo flexible de participación y de libertad en la actividad universitaria.
La autonomía surge para defender a la Universidad de la injerencia del Estado, la complejidad de la sociedad actual ha hecho que los peligros contra los centros de educación superior no se circunscriban exclusivamente a la injerencia del poder público sino que sindicatos, centros de poder financiero, y económico y partidos políticos a través de diferentes medios de presión y muchas veces de dádivas financieras para estudios o contratos pretenden dirigir u orientar la investigación y la enseñanza universitaria.
El sistema ideado en 1944 y vigente desde el año siguiente ha demostrado su eficacia, la sabiduría de quienes lo idearon se ha puesto en manifiesto en las diversas crisis que la Universidad ha tenido en estos 70 años.
Por todo ello debemos luchar por fortalecer, proteger y salvaguardar la autonomía universitaria esencia de nuestra Universidad, que gracias a ella ha sido, es y seguirá siendo la conciencia crítica de la Nación.