/ lunes 25 de julio de 2022

Caro Quintero iba a su pueblo y criaba venados pese a vigilancia

Era un secreto a voces en la zona serrana que el viejo capo se escondía entre el monte, en un corredor que va de Badiraguato a Choix

A Rafael Caro Quintero lo buscaron por lo menos ocho veces en operativos lanzados por la Secretaría de Marina entre 2014 y 2021, en los que también, a decir de pobladores de Badiraguato, iban agentes antidrogas estadounidenses vestidos de infantes navales.

Las redadas solían ir acompañadas de maltratos denunciados por la población civil de comunidades cercanas a La Noria, el pequeño pueblo donde nació hace 69 años.

También puedes leer: Juez que frenó extradición de Caro Quintero a EU declina continuar con el caso

Pero el viejo capo, detenido el pasado viernes 15 de julio en la minúscula población de San Simón, en el corazón de la sierra de Choix, sí llegó a visitar de manera constante a su gente, desde que salió de prisión en agosto de 2013, cuando Enrique Peña Nieto tenía ocho meses en el poder.

En un recorrido realizado en 2015 con motivo de uno de esos violentos operativos, algunos pobladores cuyos nombres solicitaron mantener en reserva, hablaron con El Sol de Sinaloa sobre la rutina del “señor”, ese hombre de pelo crespo y negro que vieron bajar de una avioneta a fines de diciembre de 2013 en una pista del cerro frente a Babunica.

“Lo vimos caminar por la calle principal como si fuera un fantasma, estaba flaquito, pero se veía más joven que en las fotos de la cárcel, ya ve que tenía el pelo blanco, ahora lo trae muy negro”, contó una mujer, familiar de quien en aquel momento era comisario.

En Babubica, una comunidad a cinco minutos de La Noria, levantada al pie de un arroyo que crece con las lluvias, está la tumba de Emilio Quintero Payán, que parece una iglesia con su cúpula. Era hermano de Juan José, extraditado a Estados Unidos en 2015. Emilio y JuanJo, como los conocían, son primos de Rafael.

“El Señor visitó La Noria, saludó a todos sus parientes y aquí en Babunica subió a la tumba de don Emilio, visitó el templo y ahí se hincó para agradecer a la Virgen por volver a su pueblo”, narró.

Por la noche, mataron un novillo y realizaron una fiesta en el atrio de la pequeña iglesia. Caro Quintero no bebió alcohol, recordó la mujer, pero el festejo se terminó porque desde entonces Rafael se cuidaba de los drones que mandaba el gobierno, esos que varias veces fueron vistos pasar de madrugada o muy temprano al amanecer, con su zumbido característico que alertaba a los habitantes de estos pueblos que forman una curva desde la brecha que inicia en la carretera estatal Badiraguato-Chihuahua hasta Los Placeres, un pueblo del que sus habitantes se desplazaron tras el paso de la Marina en agosto de 2015.

“Nada más escuchamos el zumbido en el cielo, en chinga sabemos que no tardarán en caer los marinos y los de la DEA”, indicó un joven de La Noria.

PASABA DESAPERCIBIDO

“Caro Quintero ha dicho que quiere vivir sus últimos años en paz”, relató en 2016 un funcionario del Ayuntamiento de Badiraguato.

A los meses que salió de la prisión de Jalisco, mandó cercar un terreno de varias hectáreas para criar venados, de vez en cuando bajaba a una comunidad grande para atenderse de sus dolencias, pero siempre fueron visitas relámpagos con sus médicos de confianza.

“En Badiraguato sabemos que don Rafael vive de manera austera, se maneja con un par de pistoleros por las brechas de la serranía, trata de no andar en por caminos transitados, se pierde entre el monte, dice que si es necesario duerme debajo de los árboles, porque sabe que el gobierno y la DEA lo andan buscando”, refirió quien hoy es exfuncionario municipal.

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El viejo capo se mandó comprar una ejercitadora para mantenerse en forma, en 2015 le pidió a un jefe local del narco, Genaro Payán Aros, El Gringo Payán, que no circulara en convoyes por el corredor de El Barrio de Guanajuato hasta Los Placeres, porque eso alertaba a los drones.

“No tuvieron problemas, El Gringo lo respetaba mucho, así que se fue a Mocorito y ahí lo detuvieron”, indicó.

Payán Aros fue detenido en un rancho en junio de 2015 acompañado de sus escoltas, agentes de la dirección de Servicios de Protección de Sinaloa, y actualmente permanece en el penal de máxima seguridad de Nayarit.

LOS OPERATIVOS

La primera redada ocurrió a principios de marzo de 2014, un par de semanas después de la detención de Joaquín El Chapo Guzmán en la torre Miramar de Mazatlán.

Testimonios de pobladores indicaron que fueron al menos una docena de helicópteros Black Hawk los que fueron desplegados y con camionetas implementaron un cerco desde El Barrio de Guanajuato, ubicado a un lado de la carretera a Chihuahua, hasta Babunica.

Golpearon a personas, allanaron casas y los marinos llevaban una tablet donde traían fotos y nombres de personas que presuntamente se dedicaban a la siembra de enervantes.

Al entonces comisario de Babunica lo secuestraron y lo sometieron a torturas, pues es familiar de Caro Quintero, aunque él explicó que muchos de la región están emparentados de manera histórica.

Te recomendamos: Los otros traficantes, además de Caro Quintero, por los que EU ofrece millonarias recompensas

En agosto de 2015, en Los Placeres, golpearon a una maestra rural y a su hija, pues los marinos aseguraban que Caro se apoyaba con ellas para la alimentación y aseo de ropa. Los operativos se mantuvieron activos también en la zona de San Javier y El Saucito, en los límites con Chihuahua y en 2016 se lanzaron sobre varias comunidades de Tamazula, Durango, en donde dos menores fueron baleados desde un helicóptero y otros más fueron detenidos. Las redadas siguieron y en 2018 volvieron al corredor de La Noria y una de los últimas, antes de su arresto en Choix, fue en abril de 2021.

Por años, la Marina mapeó con drones y aviones radar de Estados Unidos, toda la región de Badiraguato donde recopilaron información sobre los sitios donde recalaba, pero nunca lograron capturarlo.

Tuvieron que esperar hasta el 15 de julio pasado para lanzarse sobre San Simón y atraparlo entre el monte, su casa desde hace casi nueve años, el lugar donde más se sentía cómodo para vivir una vejez que ahora será tras las rejas.

Nota publicada originalmente en El Sol de Sinaloa



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A Rafael Caro Quintero lo buscaron por lo menos ocho veces en operativos lanzados por la Secretaría de Marina entre 2014 y 2021, en los que también, a decir de pobladores de Badiraguato, iban agentes antidrogas estadounidenses vestidos de infantes navales.

Las redadas solían ir acompañadas de maltratos denunciados por la población civil de comunidades cercanas a La Noria, el pequeño pueblo donde nació hace 69 años.

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Pero el viejo capo, detenido el pasado viernes 15 de julio en la minúscula población de San Simón, en el corazón de la sierra de Choix, sí llegó a visitar de manera constante a su gente, desde que salió de prisión en agosto de 2013, cuando Enrique Peña Nieto tenía ocho meses en el poder.

En un recorrido realizado en 2015 con motivo de uno de esos violentos operativos, algunos pobladores cuyos nombres solicitaron mantener en reserva, hablaron con El Sol de Sinaloa sobre la rutina del “señor”, ese hombre de pelo crespo y negro que vieron bajar de una avioneta a fines de diciembre de 2013 en una pista del cerro frente a Babunica.

“Lo vimos caminar por la calle principal como si fuera un fantasma, estaba flaquito, pero se veía más joven que en las fotos de la cárcel, ya ve que tenía el pelo blanco, ahora lo trae muy negro”, contó una mujer, familiar de quien en aquel momento era comisario.

En Babubica, una comunidad a cinco minutos de La Noria, levantada al pie de un arroyo que crece con las lluvias, está la tumba de Emilio Quintero Payán, que parece una iglesia con su cúpula. Era hermano de Juan José, extraditado a Estados Unidos en 2015. Emilio y JuanJo, como los conocían, son primos de Rafael.

“El Señor visitó La Noria, saludó a todos sus parientes y aquí en Babunica subió a la tumba de don Emilio, visitó el templo y ahí se hincó para agradecer a la Virgen por volver a su pueblo”, narró.

Por la noche, mataron un novillo y realizaron una fiesta en el atrio de la pequeña iglesia. Caro Quintero no bebió alcohol, recordó la mujer, pero el festejo se terminó porque desde entonces Rafael se cuidaba de los drones que mandaba el gobierno, esos que varias veces fueron vistos pasar de madrugada o muy temprano al amanecer, con su zumbido característico que alertaba a los habitantes de estos pueblos que forman una curva desde la brecha que inicia en la carretera estatal Badiraguato-Chihuahua hasta Los Placeres, un pueblo del que sus habitantes se desplazaron tras el paso de la Marina en agosto de 2015.

“Nada más escuchamos el zumbido en el cielo, en chinga sabemos que no tardarán en caer los marinos y los de la DEA”, indicó un joven de La Noria.

PASABA DESAPERCIBIDO

“Caro Quintero ha dicho que quiere vivir sus últimos años en paz”, relató en 2016 un funcionario del Ayuntamiento de Badiraguato.

A los meses que salió de la prisión de Jalisco, mandó cercar un terreno de varias hectáreas para criar venados, de vez en cuando bajaba a una comunidad grande para atenderse de sus dolencias, pero siempre fueron visitas relámpagos con sus médicos de confianza.

“En Badiraguato sabemos que don Rafael vive de manera austera, se maneja con un par de pistoleros por las brechas de la serranía, trata de no andar en por caminos transitados, se pierde entre el monte, dice que si es necesario duerme debajo de los árboles, porque sabe que el gobierno y la DEA lo andan buscando”, refirió quien hoy es exfuncionario municipal.

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El viejo capo se mandó comprar una ejercitadora para mantenerse en forma, en 2015 le pidió a un jefe local del narco, Genaro Payán Aros, El Gringo Payán, que no circulara en convoyes por el corredor de El Barrio de Guanajuato hasta Los Placeres, porque eso alertaba a los drones.

“No tuvieron problemas, El Gringo lo respetaba mucho, así que se fue a Mocorito y ahí lo detuvieron”, indicó.

Payán Aros fue detenido en un rancho en junio de 2015 acompañado de sus escoltas, agentes de la dirección de Servicios de Protección de Sinaloa, y actualmente permanece en el penal de máxima seguridad de Nayarit.

LOS OPERATIVOS

La primera redada ocurrió a principios de marzo de 2014, un par de semanas después de la detención de Joaquín El Chapo Guzmán en la torre Miramar de Mazatlán.

Testimonios de pobladores indicaron que fueron al menos una docena de helicópteros Black Hawk los que fueron desplegados y con camionetas implementaron un cerco desde El Barrio de Guanajuato, ubicado a un lado de la carretera a Chihuahua, hasta Babunica.

Golpearon a personas, allanaron casas y los marinos llevaban una tablet donde traían fotos y nombres de personas que presuntamente se dedicaban a la siembra de enervantes.

Al entonces comisario de Babunica lo secuestraron y lo sometieron a torturas, pues es familiar de Caro Quintero, aunque él explicó que muchos de la región están emparentados de manera histórica.

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En agosto de 2015, en Los Placeres, golpearon a una maestra rural y a su hija, pues los marinos aseguraban que Caro se apoyaba con ellas para la alimentación y aseo de ropa. Los operativos se mantuvieron activos también en la zona de San Javier y El Saucito, en los límites con Chihuahua y en 2016 se lanzaron sobre varias comunidades de Tamazula, Durango, en donde dos menores fueron baleados desde un helicóptero y otros más fueron detenidos. Las redadas siguieron y en 2018 volvieron al corredor de La Noria y una de los últimas, antes de su arresto en Choix, fue en abril de 2021.

Por años, la Marina mapeó con drones y aviones radar de Estados Unidos, toda la región de Badiraguato donde recopilaron información sobre los sitios donde recalaba, pero nunca lograron capturarlo.

Tuvieron que esperar hasta el 15 de julio pasado para lanzarse sobre San Simón y atraparlo entre el monte, su casa desde hace casi nueve años, el lugar donde más se sentía cómodo para vivir una vejez que ahora será tras las rejas.

Nota publicada originalmente en El Sol de Sinaloa



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