Un 25 de agosto del 2011, Nuevo León vivió uno de sus homicidios más tristes y recordados de nuestro país hecho por el crimen organizado. Fue a las 15:15 horas que un comando armado irrumpió a las afueras del Casino Royale e incendió el lugar, dejando un saldo de 52 muertos.
A 11 años de este atentado, autoridades federales, estatales y municipales ofrecieron disculpas públicas a los familiares de las víctimas, quienes, a la fecha, claman justicia tras ya más de una década de que civiles fallecieran asfixiadas por intoxicación y atrapadas en el edificio.
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¿Qué pasó en el Casino Royale?
De acuerdo con grabaciones de las cámaras de seguridad, el 25 de agosto del 2011 entre 12 y 14 hombres armados, que viajaban en cuatro vehículos, irrumpieron el Casino Royale, ubicado en la avenida San Jerónimo, al poniente de Monterrey.
Las autoridades atribuyeron el ataque a presuntos miembros de Los Zetas que, de acuerdo con las versiones oficiales, cometieron el atentado en demanda del pago de extorsiones al casino, siendo uno de los atentados más brutales durante el sexenio del expresidente Felipe Calderón, el cual lanzó una ofensiva inédita contra los cárteles de las drogas.
Entre las declaraciones que dieron las autoridades de Monterrey, se afirmó que un grupo de hombres armados entraron por la puerta principal donde golpearon a la recepcionista, robaron pertenencias de los clientes y rociaron con gasolina a las máquinas de juegos para enseguida prender fuego.
Aquel 25 de agosto, las llamas provocadas por los presuntos miembros del cártel atraparon y asfixiaron a decenas de clientes y empleados. Asimismo, se informó que la mayoría de las víctimas eran mujeres que jugaban bingo, en máquinas tragamonedas o simplemente almorzaban con amigos.
Semanas después del ataque, las autoridades detuvieron a 17 presuntos responsables; sin embargo, solo cinco han sido condenados, pero ninguno por homicidio, esto debido a que muchos continúan con procesos abiertos y obstruidos por amparos; alegan supuestas violaciones a sus derechos sobre cómo fueron arrestados y argumentan que fueron torturados.
Un reflejo de la violencia que vivió el país
El ataque al Casino Royale fue un hecho inaudito y deplorable de violencia, fuera de todo lo visto en nuestro país, que demandó la presencia inmediata del Presidente Felipe Calderón en la ciudad de Monterrey.
El viernes 26 de agosto por la mañana, se reunió con su gabinete de seguridad, el gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz, y el secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, en el mismo Palacio de Gobierno de aquel estado.
Ante la magnitud de tal clima desafiante, horas más tarde Felipe Calderón tuvo que asumir los extremos de su cargo y emitió un mensaje a todo el país:
“Lo que ha sucedido en Monterrey es un acto terrorista… y como toda acción asesina, esta tragedia reclama una respuesta contundente y unificada de todos los mexicanos”
Y destacó: “Pero no nos confundamos ni nos equivoquemos. No estamos hablando en lo medular de un accidente, sino de un homicidio brutal e incalificable…, Estamos hablando de criminales, que de manera artera, con premeditación, alevosía y ventaja, llegaron al lugar, amagaron a las personas que ahí se encontraban y prendieron fuego sin más”.
Familiares continúan buscando justicia
Entre las víctimas mortales del atentado había dos mujeres embarazadas, motivo por el que se bautizó al colectivo, que surgió en este 11 aniversario luctuoso, como Casino Royale 52+2.
Además, de pedir justicia después de más de una década de la tragedia, las familias colocaron ofrendas florales, escribieron sus nombres sobre unas huellas pintadas en color rojo en el piso, donde se instaló nuevamente el memorial de cruces que había sido retirado y que ahora permanecerá en el sitio donde se encontraba el casino.
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Sámara Pérez encabezó previamente una oración en memoria de los fallecidos, entre quienes se encontraba su hijo Brad Xavier Muraira Pérez, y exigió que los culpables que están encarcelados sean sentenciados y que no quede impune el crimen.
