Los habitantes de colonias del norponiente y sur de Celaya llevan décadas viviendo resignados, más no acostumbrados, a los malos olores. En temporada de calor y de lluvias, la pestilencia se intensifica.
Estos olores provienen de empresas como el rastro de pollos de Bachoco, la fábrica de aditivos para alimentos Sensient Flavors y la compañía de aprovechamiento de residuos industriales Coprice; pero también del rastro municipal y del relleno sanitario Tinajitas. Hasta ahora no ha habido autoridad alguna que las haga ser “socialmente responsables”.
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Algunas de las colonias que más padecen los malos olores en el norponiente, son: Pedro María Anaya, Patria Nueva, Las Huertas, y la segunda Fracción de Crespo, que se ven afectadas por el rastro de pollos, el relleno municipal y las otras empresas.
Lo peor, es que quienes ahí habitan, construyeron su patrimonio mucho antes de que las mencionadas empresas se instalaran en esa zona.
Elizabeth García vive en la Segunda Fracción de Crespo desde que tenía cinco años de edad, a ella le tocó padecer la construcción del rastro de Bachoco y, una vez que empezó a operar, comenzaron los malos olores.
“Tengo a mis hermanas en Estados Unidos y cada vez que vienen dicen que el olor es insoportable, que cómo podemos aguantar eso, pero, pues tenemos que aguantar, aquí vivimos”, cuenta.
Muchos de los pobladores de la zona coinciden en considerar que los gobiernos estatal y municipal no han podido poner en regla a esta empresa para que deje de contaminar porque es muy poderosa y con mucho dinero.
RASTRO Y PERRERA AFECTAN AL SUR
Mientras tanto, en la zona sur del municipio habitan alrededor de 10 mil personas en 13 colonias, mismas que se ven afectadas por los olores que generan el rastro y la perrera miunicipales, aunque las que más los padecen son: Las Flores, Santa Isabel, Santa María, La Nueva Santa María, La Primavera, Carmelita 1, San Jorge 1 y 2 y Santa Cecilia.
Recuerda Alfonso Montero Aguilera, habitante de la zona, que el rastro comenzó a operar en 1970 y solo en el primer año lo hizo sin problemas, ya que conforme fue aumentando la demanda comenzaron los malos olores.
Cada tres años, con el cambio de administración municipal, los colonos han solicitado a los respectivos gobiernos que cambien el rastro de lugar, porque básicamente se encuentra en el primer cuadro de la ciudad.
Sin embargo, y pese a las promesas de campaña, lo único que los diferentes alcaldes han hecho, explica Montero, son algunos trabajos al interior, en sus procesos, para aminorar los malos olores, “pero esto solo es temporal, ya que a determinado tiempo vuelven, porque siguen tirando sangre al drenaje o la queman en los hornos por las noches, así como el horno crematorio de la perrera”.
Otro factor que añade es que la planta tratadora del rastro nunca ha funcionado, lo que “es dinero tirado a la basura por parte de las autoridades”.
Durante la administración de Ramón Lemus Muñoz Ledo como alcalde de Celaya (2015-2018), el gobierno federal prometió invertir 120 millones de pesos para la constitución de un nuevo rastro, pero, explica Alfonso Montero, el municipio no adquirió el terreno para donarlo y no se hizo. “Es una desatención social y falta de voluntad política del gobierno municipal, entonces tenemos que convivir con los malos olores desde hace décadas”.
En octubre de 2021, el municipio de Celaya firmó el convenio del Programa de Gestión para Mejorar la Calidad del Aire en el Estado de Guanajuato (Proaire), con las empresas Bachoco, Sensient Flavors y Coprice, que se comprometían a erradicar la emisión de contaminantes y malos olores.
El director de Medio Ambiente del municipio, Gastón Peña Maldonado, explica que los resultados de los monitoreos a estas empresas estarán listos hasta el mes de noviembre y, de no cumplir, la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT) es la encargada de sancionar.
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Asimismo, se está buscando, que el rastro municipal firme también este acuerdo. Para esto, la síndica y presidenta de la Comisión de Hacienda del Ayuntamiento, María de la Salud García, asignó 2 millones 500 mil pesos para la rehabilitación.