/ lunes 3 de agosto de 2020

Ciudades, una trampa mortal en las pandemias

Las urbes son el mejor invento del hombre, pues acumulan todas las comodidades imaginables, pero su sobrepoblación es un caldo de cultivo para las enfermedades

El artefacto más perfecto que ha inventado el hombre es la ciudad, pues tiene la capacidad de albergar a millones y millones de personas que pueden convivir, producir, entretenerse, hacer familia, pasarla bien y tener calidad de vida, pero este factor es el mismo que puede convertir a las grandes urbes en una trampa mortal.

El crecimiento poblacional de las metrópolis en los últimos 20 años influye para la rápida expansión de los contagios del nuevo coronavirus SARS-CoV2 que causa la enfermedad de Covid-19.

Este virus es urbano. Nació en China y se incubó básicamente en ciudades. Es una enfermedad muy urbana en el sentido de la densidad, afirma el doctor Alfonso Iracheta Cenecorta, profesor-investigador de El Colegio Mexiquense.

La ciudad es la fuente de contagio perfecta para una pandemia, porque la gente está muy cerca en todo momento: en el trabajo, en el banco, en el comercio, en el cine, en las iglesias, en las escuelas, en el transporte... Y esto hace que sean vectores de la pandemia, explica el académico y miembro del Consejo Mundial de Asesores de la Red Global en Asentamientos Humanos, de ONU-Hábitat.

Además, el Covid-19 es una enfermedad que tiende a difundirse mucho más rápido en un espacio urbano que en el semiurbano o rural. “Es una lógica natural: el tamaño de la población. Si tenemos una magnitud de habitantes es lógico que haya muchísimo más contagios en las grandes ciudades que en las pequeñas simplemente porque hay más gente”.

Por eso, agrega el catedrático, para tener un parámetro mucho más claro de la prevalencia de la enfermedad se utilizan indicadores como contagiados o fallecidos por cada 100 mil habitantes. “Esto ha pasado con Ecuador. Tiene una población menor que México, muchos menos fallecidos y sin embargo, su relación es altísima en la relación con 100 mil habitantes”, dice en entrevista con El Sol de México.

Bajo este indicador nuestro país está como en medio de la tabla, al menos, en América. Los casos más preocupantes son Brasil y Estados Unidos. “En Brasil es una cosa de escándalo. Todos los especialistas coinciden en que el gobierno simplemente dijo: ¡De ninguna manera cerramos!

“Y ahora lo que les pasa es que se acelera el contagio y el pico va a tardar mucho en llegar, sobre todo en Brasil, y ya se disemina en todas partes”, añadió.

Otro factor en el que las ciudades juegan para detonar las epidemias es la actitud que toman sus habitantes. En un segundo momento, dice el especialista, la gente que vive en la ciudad cede al miedo o al hartazgo y busca salir a espacios menos poblados.

“Cansados del riesgo de estar en la ciudad, dicen: ¡vámonos al campo! Y lo que hacen es llevar el contagio al campo. Y gente que está en el campo y que requiere trabajar, se mueve a la ciudad. Y el contagio lo lleva de la urbe al medio rural”, dice.

Alfonso Iracheta subraya que la aglomeración en las ciudades, mientras más densa, es más riesgosa. Por eso en Nueva York, una de las urbes más densas del mundo, el problema del coronavirus ha sido extremadamente grave.

“Sale uno a la calle y si ve los edificios en las zonas habitacionales y suma el número de departamentos que hay en una calle en un tramo de 100 metros y hace la cuenta de cuánto espacio público queda sumando banquetas y calle, llegaría a la conclusión de que si todos los que viven ahí salieran al mismo tiempo, no cabrían en la calle.

“Y eso pasa en otras ciudades. Quiero imaginar en un sismo como los que ocurren en Ciudad de México, al salir todos de departamentos y oficinas, se llenan de personas las calles”.

La densidad es uno de los temas a discutir ahora —qué entender por densidad desde la perspectiva de la salud y de la protección a la población, cuál es la densidad correcta para una situación urbana— porque la pandemia de Covid-19 ya se quedó, no hay muchas dudas. Y nuevas pandemias vendrán y otras amenazas, señala el investigador.

MUNDO URBANO

De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para 2050 hasta 68 por ciento de la población se concentrará en las ciudades del mundo.

La causa, indica el organismo internacional, reside en que parte de la población mundial desplazará su lugar de residencia de las áreas rurales a las urbanas. A esta predicción se unen las perspectivas de crecimiento demográfico, según las cuales cerca de 2 mil 500 millones de personas adicionales vivirán en las ciudades para esa fecha.

REUTERS

Se prevé que este aumento se producirá de forma desigual en términos geográficos y que, además, algunas de las urbes que actualmente presentan un mayor tamaño podrían ver reducido su número de habitantes.

La urbanización va a continuar y lo va a hacer más rápido en los países de ingresos bajos y medios, remata el organismo internacional.

Al respecto, Alfonso Iracheta dice que México no es la excepción y comenta que la vocación del país no cambiará.

—¿Qué se debe hacer para evitar estas altas concentraciones urbanas?

—Eso no tiene mucho remedio. El mundo se mueve hacia la urbanización.

Hoy tenemos 56 por ciento de la población del mundo en ciudades; y en México tenemos al 80 por ciento, y más o menos entre 60 y 63 por ciento habitan en zonas metropolitanas.

México es un país eminentemente urbano, con ciudades medias, redes de ciudades, zonas metropolitanas y algunas regiones metropolitanas, como la que conforma La Piedad, Michoacán, y su interconexión con las ciudades industriales del Corredor del Bajío que deviene en una Región Metropolitana.

—¿Cuántas zonas metropolitanas hay?

—En el país hay 56 zonas metropolitanas que incluyen a 329 municipios de 28 estados y a las 16 alcaldías de la Ciudad de México. Hoy en día, uno de cada dos mexicanos vive en una zona metropolitana. Se trata de 58 millones de personas que en su conjunto aportan 75 por ciento del Producto Interno Bruto. De esas zonas, seis tienen más de un millón de habitantes; 18, entre 500 mil y un millón de personas y el resto, 29, cuentan con entre 50 mil y 500 mil habitantes.

—¿Cuáles son las que destacan?

—Destacan por su concentración poblacional y papel central en la economía las de Guadalajara, Valle de México, Puebla-Tlaxcala y Toluca.

—¿No se puede detener este crecimiento?

—Ese fenómeno va a continuar. Si lo analizamos desde una perspectiva no crítica, si pudiéramos considerarlo como un artefacto, el artefacto más perfecto que ha inventado el hombre es la ciudad.

EL PROBLEMA ES EL DESORDEN

Las ciudades, señala Alfonso Iracheta, tienen la capacidad de tener a millones y millones de personas que pueden convivir, producir, entretenerse, hacer familia, pasarla bien y tener calidad de vida. “El único espacio que tenemos en este mundo es la ciudad”, afirma.

“El problema es cuando abandonamos la ciudad, en el sentido de ausencia de políticas para controlar los excesos de los actores sociales, para contar con los usos de suelo, para evitar que los edificios se construyan dónde sea sin que haya una autoridad que diga: ¡No, aquí no!”.

Y cuando eso históricamente se acumula, dice el especialista, la ciudad es un destino fatal. “Es terrible eso porque la ciudad debería ser nuestro proyecto”.

“Aprecio mucho a la gente que está ‘enamorada’ de su ciudad. Me caen muy bien algunas personas que quieren a su ciudad como Guadalajara y se enojan cuando hacen tonteras los inversionistas, los desarrolladores o los gobiernos”.

Viajero por el mundo como estudioso de los fenómenos urbanos, Alfonso Iracheta pone como ejemplo de una urbe protegida a Barcelona, en España, que es una ciudad muy querida por sus habitantes. Pero no es el único caso.

“Curitiba (en Brasil) por eso se hizo famosa, porque lograron una especie de ‘marca ciudad social’, que la gente quisiera tenerla. He estado en muchos lugares donde la gente se desvive hablando bien de su ciudad”, agrega Iracheta.

En sentido contrario, el especialista considera que la Ciudad de México no se puede incluir entre las urbes amadas por sus habitantes.

“Me duele, pero no queremos a nuestra ciudad y no nos importa lo que le pase. Pero sí se quejan: que el tránsito cada día está peor, que no hay agua, que cuántas fábricas, cuántos edificios. Todo mundo se queja; pero no hacemos gran cosa por la urbe. La clave del asunto no es tanto controlar el crecimiento de la ciudad, sino dirigirlo y ordenarlo”, concluyó.


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El crecimiento poblacional de las metrópolis en los últimos 20 años influye para la rápida expansión de los contagios del nuevo coronavirus SARS-CoV2 que causa la enfermedad de Covid-19.

Este virus es urbano. Nació en China y se incubó básicamente en ciudades. Es una enfermedad muy urbana en el sentido de la densidad, afirma el doctor Alfonso Iracheta Cenecorta, profesor-investigador de El Colegio Mexiquense.

La ciudad es la fuente de contagio perfecta para una pandemia, porque la gente está muy cerca en todo momento: en el trabajo, en el banco, en el comercio, en el cine, en las iglesias, en las escuelas, en el transporte... Y esto hace que sean vectores de la pandemia, explica el académico y miembro del Consejo Mundial de Asesores de la Red Global en Asentamientos Humanos, de ONU-Hábitat.

Además, el Covid-19 es una enfermedad que tiende a difundirse mucho más rápido en un espacio urbano que en el semiurbano o rural. “Es una lógica natural: el tamaño de la población. Si tenemos una magnitud de habitantes es lógico que haya muchísimo más contagios en las grandes ciudades que en las pequeñas simplemente porque hay más gente”.

Por eso, agrega el catedrático, para tener un parámetro mucho más claro de la prevalencia de la enfermedad se utilizan indicadores como contagiados o fallecidos por cada 100 mil habitantes. “Esto ha pasado con Ecuador. Tiene una población menor que México, muchos menos fallecidos y sin embargo, su relación es altísima en la relación con 100 mil habitantes”, dice en entrevista con El Sol de México.

Bajo este indicador nuestro país está como en medio de la tabla, al menos, en América. Los casos más preocupantes son Brasil y Estados Unidos. “En Brasil es una cosa de escándalo. Todos los especialistas coinciden en que el gobierno simplemente dijo: ¡De ninguna manera cerramos!

“Y ahora lo que les pasa es que se acelera el contagio y el pico va a tardar mucho en llegar, sobre todo en Brasil, y ya se disemina en todas partes”, añadió.

Otro factor en el que las ciudades juegan para detonar las epidemias es la actitud que toman sus habitantes. En un segundo momento, dice el especialista, la gente que vive en la ciudad cede al miedo o al hartazgo y busca salir a espacios menos poblados.

“Cansados del riesgo de estar en la ciudad, dicen: ¡vámonos al campo! Y lo que hacen es llevar el contagio al campo. Y gente que está en el campo y que requiere trabajar, se mueve a la ciudad. Y el contagio lo lleva de la urbe al medio rural”, dice.

Alfonso Iracheta subraya que la aglomeración en las ciudades, mientras más densa, es más riesgosa. Por eso en Nueva York, una de las urbes más densas del mundo, el problema del coronavirus ha sido extremadamente grave.

“Sale uno a la calle y si ve los edificios en las zonas habitacionales y suma el número de departamentos que hay en una calle en un tramo de 100 metros y hace la cuenta de cuánto espacio público queda sumando banquetas y calle, llegaría a la conclusión de que si todos los que viven ahí salieran al mismo tiempo, no cabrían en la calle.

“Y eso pasa en otras ciudades. Quiero imaginar en un sismo como los que ocurren en Ciudad de México, al salir todos de departamentos y oficinas, se llenan de personas las calles”.

La densidad es uno de los temas a discutir ahora —qué entender por densidad desde la perspectiva de la salud y de la protección a la población, cuál es la densidad correcta para una situación urbana— porque la pandemia de Covid-19 ya se quedó, no hay muchas dudas. Y nuevas pandemias vendrán y otras amenazas, señala el investigador.

MUNDO URBANO

De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para 2050 hasta 68 por ciento de la población se concentrará en las ciudades del mundo.

La causa, indica el organismo internacional, reside en que parte de la población mundial desplazará su lugar de residencia de las áreas rurales a las urbanas. A esta predicción se unen las perspectivas de crecimiento demográfico, según las cuales cerca de 2 mil 500 millones de personas adicionales vivirán en las ciudades para esa fecha.

REUTERS

Se prevé que este aumento se producirá de forma desigual en términos geográficos y que, además, algunas de las urbes que actualmente presentan un mayor tamaño podrían ver reducido su número de habitantes.

La urbanización va a continuar y lo va a hacer más rápido en los países de ingresos bajos y medios, remata el organismo internacional.

Al respecto, Alfonso Iracheta dice que México no es la excepción y comenta que la vocación del país no cambiará.

—¿Qué se debe hacer para evitar estas altas concentraciones urbanas?

—Eso no tiene mucho remedio. El mundo se mueve hacia la urbanización.

Hoy tenemos 56 por ciento de la población del mundo en ciudades; y en México tenemos al 80 por ciento, y más o menos entre 60 y 63 por ciento habitan en zonas metropolitanas.

México es un país eminentemente urbano, con ciudades medias, redes de ciudades, zonas metropolitanas y algunas regiones metropolitanas, como la que conforma La Piedad, Michoacán, y su interconexión con las ciudades industriales del Corredor del Bajío que deviene en una Región Metropolitana.

—¿Cuántas zonas metropolitanas hay?

—En el país hay 56 zonas metropolitanas que incluyen a 329 municipios de 28 estados y a las 16 alcaldías de la Ciudad de México. Hoy en día, uno de cada dos mexicanos vive en una zona metropolitana. Se trata de 58 millones de personas que en su conjunto aportan 75 por ciento del Producto Interno Bruto. De esas zonas, seis tienen más de un millón de habitantes; 18, entre 500 mil y un millón de personas y el resto, 29, cuentan con entre 50 mil y 500 mil habitantes.

—¿Cuáles son las que destacan?

—Destacan por su concentración poblacional y papel central en la economía las de Guadalajara, Valle de México, Puebla-Tlaxcala y Toluca.

—¿No se puede detener este crecimiento?

—Ese fenómeno va a continuar. Si lo analizamos desde una perspectiva no crítica, si pudiéramos considerarlo como un artefacto, el artefacto más perfecto que ha inventado el hombre es la ciudad.

EL PROBLEMA ES EL DESORDEN

Las ciudades, señala Alfonso Iracheta, tienen la capacidad de tener a millones y millones de personas que pueden convivir, producir, entretenerse, hacer familia, pasarla bien y tener calidad de vida. “El único espacio que tenemos en este mundo es la ciudad”, afirma.

“El problema es cuando abandonamos la ciudad, en el sentido de ausencia de políticas para controlar los excesos de los actores sociales, para contar con los usos de suelo, para evitar que los edificios se construyan dónde sea sin que haya una autoridad que diga: ¡No, aquí no!”.

Y cuando eso históricamente se acumula, dice el especialista, la ciudad es un destino fatal. “Es terrible eso porque la ciudad debería ser nuestro proyecto”.

“Aprecio mucho a la gente que está ‘enamorada’ de su ciudad. Me caen muy bien algunas personas que quieren a su ciudad como Guadalajara y se enojan cuando hacen tonteras los inversionistas, los desarrolladores o los gobiernos”.

Viajero por el mundo como estudioso de los fenómenos urbanos, Alfonso Iracheta pone como ejemplo de una urbe protegida a Barcelona, en España, que es una ciudad muy querida por sus habitantes. Pero no es el único caso.

“Curitiba (en Brasil) por eso se hizo famosa, porque lograron una especie de ‘marca ciudad social’, que la gente quisiera tenerla. He estado en muchos lugares donde la gente se desvive hablando bien de su ciudad”, agrega Iracheta.

En sentido contrario, el especialista considera que la Ciudad de México no se puede incluir entre las urbes amadas por sus habitantes.

“Me duele, pero no queremos a nuestra ciudad y no nos importa lo que le pase. Pero sí se quejan: que el tránsito cada día está peor, que no hay agua, que cuántas fábricas, cuántos edificios. Todo mundo se queja; pero no hacemos gran cosa por la urbe. La clave del asunto no es tanto controlar el crecimiento de la ciudad, sino dirigirlo y ordenarlo”, concluyó.


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