Un bono permitió a Yaretzi y Eder tomar clases

Ambos estudiantes extrañan ver y convivir con sus compañeros, porque ya no quieren estar en casa

Andrés M. Estrada | El Sol de México

  · viernes 4 de diciembre de 2020

Foto Erik Estrella

Estado de México.- A unos cuantos kilómetros de los polvorines y el mercado de la capital de la pirotecnia, en Tultepec, Estado de México, todos los días desde sus habitaciones, Yaretzi y su hermano Eder Iván toman sus clases a distancia desde computadoras diferentes. Ambos estudian en escuelas de paga: ella el sexto de primaria en el Colegio Anton Semionovich Makarenko y él en tercero de secundaria en el Colegio Gandhi, ubicados en el mismo municipio.

La familia Hernández Cervantes adquirió el par de equipos sencillos, a mediados de 2020, gracias a un bono que le entregaron al padre, quien labora como técnico en un teatro de Bellas Artes. Fue un alivio, porque a él le recortaron el sueldo y las ventas por catálogo de su madre Claudia se volvieron nulas.

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El pago de las colegiaturas de ambos niños es de tres mil 800 pesos mensuales, pero a eso se suma el material que piden todas las semanas para sus trabajos.

“Sí ha estado pesado (los gastos). En la secundaria nos apoyaron con algo, nos hicieron un plan de pagos, para que no estuviera tan pesado. En la primaria no hemos tenido mucho apoyo, al contrario, ahí se encajaron, y según por los libros digitales, se elevaron muchísimo”, explica Claudia Cervantes, madre de Yaretzi y Eder Iván.

Las clases son de lunes a viernes por videollamada. Iván a veces pasa todo el día pegado a la computadora, desde las 7:30 de la mañana hasta las 2:30 de la tarde o hasta casi las seis, tras entregar sus tareas o trabajos que realiza, para subirlos a una aplicación donde queda registrado cada uno. Yaretzi inicia a la misma hora, sólo que a las 8:30 le dan un receso de media hora para que desayune. Después debe conectarse para continuar con su maestra titular, o la de informática, música o educación física, hasta cerca del mediodía. Como su hermano, todos sus trabajos los sube en una aplicación de la escuela.

Claudia es la que apoya en los estudios a sus hijos. Antes de la pandemia acudía a dejarlos a la escuela y el tiempo libre lo dedicaba a sus ventas por catálogo y al hogar. Ahora ya no. Debe estar al pendiente para ir a comprar el material para las clases o buscar en internet las dudas que tienen sus hijos sobre sus materias.

Ella cree que ha disminuido el aprendizaje de sus hijos y lo atribuye al poco empeño que ponen los maestros a las clases virtuales.

Foto Erik Estrella

“En la secundaria creo que sí se esfuerzan por que les quede más claro, a pesar de que es a distancia. Y en la primaria es así de: ‘¿Entendieron?’. ‘No’. ‘No se preocupen’… Una vez teníamos una duda con un tema y le dije (a la maestra) por correo electrónico que sí por favor al otro día le volvía a explicar a Yaretzi, porque no le quedó claro. Y me dijo: ‘Ah no se preocupe, esas son las respuestas de su tarea’. Y yo pues dije ‘lo que queremos es que le quede claro’. En ese aspecto a la maestra sí le falta eso, meterle más empeño”, destaca.

Recurrir a clases particulares por el momento es complicado, sobre todo por la reducción de sus ingresos, pues apenas estiran los 14 mil pesos mensuales para los gastos de colegiaturas, comidas y otros servicios.

Ambos estudiantes extrañan ver y convivir con sus compañeros, porque ya no quieren estar en casa. Ya quieren salir a distraerse un poco, dice su madre. Sin embargo, prefiere que aguanten en tanto la pandemia de coronavirus no cese.

“Yo la verdad prefiero esperar a que esté todo más tranquilo, porque todavía están chicos y de repente se les olvida. Se (pueden) quitar el cubrebocas, abrazan a las amiguitas. Yo prefiero que sigan aquí en casa hasta que esto esté un poco más controlado, porque las escuelas no tienen planificado bien cómo sería el regreso a clases. Entonces prefiero que todo este ciclo sea a distancia, pero planear mejor el regreso y que los niños tengan mejor seguridad”.