Cuando somos niños miramos a los bomberos como los súper héroes de la vida real. En una de las ciudades más grandes del mundo, con casi 10 millones de habitantes, definitivamente deben serlo: el número de llamadas de emergencia que el Heroico Cuerpo de Bomberos recibe a diario no solo es muy alto, sino también diverso, y en la mayoría de los casos tienen éxito en su tarea.
Extinguen el fuego en un edificio donde decenas de vidas se ponen en peligro, rescatan a personas atrapadas de entre los metales retorcidos que antes eran automóviles, controlan oportunamente fugas de gas en el interior de cocinas, donde pudo generarse una explosión; en temporada de lluvias, rescatan a personas y automóviles de inundaciones y encharcamientos; retiran árboles caídos por los fuertes vientos, además toman en cuenta las llamadas de rescate de gatitos atrapados en árboles.
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Se podría pensar que esta profesión es muy noble y elevar a los bomberos al nivel de un “santo”, aquel que solo hace el bien sin pensar en la integridad física propia; sin embargo, quienes integran al Cuerpo son personas comunes; muchas con otra profesión, como ingenieros, médicos y químicos; mujeres y hombres que a pesar de las partes negativas, al sonar la alarma entregan todo con tal de salvaguardar la vida de los capitalinos.
El segundo súper intendente Edgar Enrique Rosas, director operativo 2 del Heroico Cuerpo de Bomberos, habla con La Prensa sobre cómo es la vida de un bombero con 27 años de servicio, dice que hay diferentes comisiones (cargos) y explica cómo cada elemento se gana cada una de las tareas que hay en las estaciones: desde limpiar los carros, hasta asegurarse de que se cuente con las herramientas necesarias para su labor.
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El jefe Rosas, como lo conocen sus compañeros y quienes se acercan a él con cálido respeto y admiración, habla con voz entrecortada y pleno de emoción, confiesa que el momento que le dio gran satisfacción y felicidad fue cuando pudo portar un uniforme.
“Cuando hacíamos el curso no podíamos uniformarnos de azul, teníamos que uniformarnos de cadetes, era un uniforme gris con una franja roja, pero no podíamos usar ningún distintivo, le llamamos sectores, no se nos permitía; el día que pudimos uniformarnos de azul y usar sectores, para mí fue lo mejor”, mientras sus ojos denotan el recuerdo de aquel día que mantiene muy cerca de su corazón.
Gran satisfacción por su trabajo
Corazón es el principal requisito para realizar la tarea de un bombero, pues, a pesar de que con los años el gobierno de la CDMX ha visto la importancia de los vulcanos, no siempre ha sido así: el pago no era un estímulo para formar parte del cuerpo. A pesar de que el jefe Rosas ingresó a los Bomberos con un sueldo de 900 pesos a la quincena, asegura que las satisfacciones comenzaron desde el día uno.
Recibir palabras de agradecimiento del ciudadano es increíble; la sonrisa de los niños cuando uno pasa en el vehículo, no tiene comparación
Considera que, desde su vasta experiencia, sería difícil escoger un momento en específico en su vida profesional que lo haya marcado, y asegura que todos los servicios que ha hecho son igualmente importantes, incluso aquellos en los que le ha tocado traer una vida al mundo.
Aunque también están aquellos momentos en los que no se pudo hacer nada por las vidas de personas; estos, sin duda, moldean el carácter de un bombero. Recuerda que le tocó atender el choque de una camioneta en la que habían perdido la vida el padre, la madre y un hijo, dejando a otros dos en la orfandad, hecho que a cualquiera le toca las fibras más sensibles.
Al tiempo de que terminaban ese servicio, “un taxista se nos acerca y nos pide ayuda; al llegar al taxi de pasajero iba una señora a punto de dar a luz”. Relata que la ambulancia que había asistido el accidente de auto ya se había retirado, por lo que con su capacitación en urgencias médicas, recibió al bebé minutos después de despedir dos vidas; así de paradójica es la agitada vida en la capital.
Todo el trabajo que los vulcanos hacen con todas las capacitaciones son en beneficio de la ciudadanía, y esto no pasa inadvertido, pues, asegura, son los mismos ciudadanos quienes le demuestran amor y admiración al Cuerpo de Bomberos.
Ayuda que no tiene precio
En una comisión en la alcaldía Azcapotzalco se registró un gran incendio de unas bodegas industriales, y era tan grande que tomaba mucho tiempo, aunque varios compañeros trataban de sofocarlo y ya comenzaban a sufrir los estragos de respirar el CO2.
Al lugar arribó una camioneta, de donde bajó una familia que llevaba comida y leche para ellos; la familia sacó leche, “a partir de ahí la ayuda no dejó de llegar”, y de nuevo la voz cortada fluye de su garganta mientras que sus ojos se llenan de lágrimas.
“En esa zona hay unas casitas en unas vías del tren, son asentamientos irregulares, de esas casas llegó una señora con dos pequeños, uno como de cuatro años y una niña como de seis, traían una bolsita de papel y me dicen: “escuchamos por la radio que necesitaban comida y leche, no pudimos traerles más”; nos dieron un litro de leche y en la bolsita había dos bolillos”.
El jefe se detiene, toma aire y prosigue, narra que este tipo de acciones son las que demuestran que la ciudadanía tiene gran afecto y respeto a los bomberos, por lo que todas las dificultades valen la pena.
Más que un oficio
El de bombero siempre fue considerado un oficio, el más noble, sin embargo, con las emergencias que enfrentan, la necesidad de profesionalizar los servicios es cada vez mayor. Ahora hay una nueva academia de bomberos, pues se necesita que sean incluidos en el ordenamiento público, además se están creando células de mando especializadas para mujeres, para que participen más en la toma de decisiones.
Muchos proyectos que se están logrando en la corporación son para darle mayor participación a los elementos; incluso el jefe Rosas dice que busca espacios para crear el primer museo del bombero en la Ciudad de México, y luchará para que se logre este proyecto.
El Jefe Rosas seguirá luchando para que el cuerpo de bomberos continúe destacándose de entre todos los servidores de la ciudadanía y, al parecer, la pasión y el corazón es lo que lo ha hecho, al igual que a sus compañeros, un héroe de la vida diaria.
Publicado originalmente en La Prensa