Cueva Garra de jaguar: un ecosistema atravesado por el Tren Maya

En la zona donde se proyecta construir el tramo 5 del Tren Maya, El Sol de México tuvo la oportunidad de explorar la cueva Garra de Jaguar, una muestra a escala del ecosistema de la Riviera Maya

El Sol de México

  · sábado 28 de mayo de 2022

En la cueva Garra de Jaguar conviven grandes carnívoros, insectos, mamíferos y reptiles, todos al cobijo de los cuerpos de agua que se encuentran en su interior. / Foto: Roberto Hernández | El Sol de México

Especies de animales y plantas endémicas, un complejo sistema de cavernas y cuerpos de agua subterráneos, y un suelo tan peculiar como indispensable para el ecosistema son los principales obstáculos que enfrenta la construcción del Tren Maya en la península de Yucatán.

Desde que se planteó la construcción de una de las obras insignia del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, grupos ambientalistas y activistas advirtieron que el impacto en una de las zonas más diversas del país superaría cualquier beneficio.

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En este ecosistema por el que pretenden pasar el tramo 5 del Tren Maya –hasta ahora suspendido por una orden judicial– habita la cueva Garra de Jaguar, y en su interior, una representación de la riqueza natural de la Península de Yucatán.

¿Qué animales habitan estas tierras? Un recorrido en la zona, realizado por El Sol de México, da cuenta en imágenes de las especies que se encuentran en el camino del Tren Maya.

Roca caliza: el suelo de la península, el techo de los cenotes

Apenas se penetra en la Garra de Jaguar se aprecian en sus paredes el paso de millones de años: la roca caliza que compone la cueva –y prácticamente todo el suelo de la península de Yucatán– se caracteriza por la descomposición que sufre al contacto con el agua de lluvia, lo que la vuelve porosa y permite la filtración del líquido.

Este suelo, que por zonas se desmorona en las manos como un mazapán, tiene un papel clave en el ecosistema: su porosidad es lo que permite que el agua de lluvia se filtre rápidamente al subsuelo.

¿Soportará el peso y la vibración ocasionada por el paso del Tren Maya? Los defensores del proyecto, dentro y fuera del gobierno, sostienen que sí; al contrario, los detractores aseguran que el suelo colapsará.

Pero en medio de la selva, en un mundo ajeno a las discusiones de las redes sociales y los salones legislativos, la rápida filtración del agua de lluvia en la península causó la formación de cenotes, palabra maya que significa pozo o abismo, y que caracterizan a la región y el ecosistema de la selva.

Igualmente, la disolución de la caliza da pie a la formación de estalactitas, estalagmitas y columnas características de los cenotes.

Otro punto clave en la formación de los cenotes se encuentra en las variaciones del nivel del mar durante las eras glaciares. En aquella época, el nivel del mar variaba dependiendo de la temperatura que dominaba en el planeta.

Durante las glaciaciones, el mar retrocedía debido a que sus aguas quedaban atrapadas en los polos, mientras que entre estos periodos la liberación del líquido aumentaba el nivel del mar.

De estas variaciones quedan restos en las paredes de las cuevas y los cenotes de la zona: en la cueva Garra de Jaguar se pueden observar restos fosilizados de moluscos como vestigio.

La biodiversidad del mayab

El mayab –nombre original de la península de Yucatán, que en maya significa lugar de pocos– es una de las zonas con mayor diversidad a nivel mundial.

América es el continente que más países megadiversos aloja, y eso también se debe en gran medida a la era glacial, ya que en los periodos cuando el nivel del mar subía, el continente quedaba aislado al convertirse en una isla, lo que permitió el desarrollo de una gran cantidad de especies.

En el caso de México, los litorales son grandes puntos neurálgicos de su biodiversidad.

Desde hace décadas, la sobreexplotación de los mantos acuíferos, la destrucción del la selva tropical para abrir paso a terrenos agrícolas y ganaderos, así como la urbanización, suponen un riesgo inminente para el ecosistema.

Hace unas semanas, un juez ordenó la suspensión provisional de la construcción en el tramo 5 del Tren Maya, al determinar que no existían estudios de impacto ambiental.

En este sentido, grupos ambientalistas y activistas han insistido en que la construcción del proyecto tiene implicaciones que van más allá del suelo y su capacidad para soportar un transporte que, además de su propio peso y el de los pasajeros, ejercerá vibración sobre un suelo endeble.

El paso del tren fragmentaría aun más un ecosistema ya de por sí reducido y detonaría la urbanización de la zona, consumiendo más espacio de la selva maya.

Durante la visita realizada a la cueva Garra de Jaguar, El Sol de México pudo constatar la presencia de varias especies, desde mamíferos, pasando por reptiles y hasta llegar a insectos, que junto con el terreno de la zona componen el ecosistema tropical de la Riviera Maya.

Hormiga león

A primera instancia resaltan las decenas de hoyos cavados por hormigas león (Myrmeleontidae) en varios puntos de la cueva. Este insecto es conocido por ese nombre debido a su apariencia en su estado de larva. Sin embargo, en su etapa adulta se asemeja más a una libélula.

Los hoyos que se pueden encontrar en la cueva sirven a la larva de hormiga león para capturar a otros insectos, de los cuales se alimenta.

La mayoría de las especies de esta familia de insectos habitan en zona tropicales, aunque también hay algunas en Europa, donde habita la especie más grande, la cual llega a media hasta 11 centímetros en su etapa adulta.

Araña látigo

La oscuridad y humedad que predominan en la cueva son el lugar perfecto para los ambipligios, conocidos comúnmente como araña látigo, un grupo de arácnidos típicos de climas tropicales.

Estos parientes de las arañas deben su nombre a la forma de su primer par de patas, y fungen como control de plagas para otras especies de insectos.

Las arañas látigo no representan un peligro para el ser humano, ya que no producen veneno en su cuerpo, además de que suelen ser especímenes tímidos y poco agresivos.

Gecko enlutado

El gecko enlutado es una especie de lagarto distribuida por todo el continente americano, y se alimenta de insectos y arácnidos, así como de azúcar y alimentos dulces.

La reproducción del gecko enlutado se da mediante partenogénesis, que es un proceso de reproducción asexual por el cual el cuerpo del individuo original crea otro a partir de sus células. La cría es, entonces, una especie de clon.

Sin embargo, al ser especímenes con un código genético igual, tienen una baja capacidad de adaptación a cambios en el ambiente salvo que sufran una mutación.

Aunque su nombre cambia dependiendo de la región del país en al que se encuentre, el gecko enlutado se conoce como cuija en los estados del sureste o lagartija besucona, y en maya se les llama ch'oj kaan o memech.

Rana ladradora yucateca

La rana ladradora yucateca es una especie endémica de la península de Yucatán, particularmente del estado de Quintana Roo. Existe poca información de la especie, sin embargo se cree que habita principalmente en cenotes, aunque también se le ha visto en la zona selvática.

Dentro su ecosistema cumple con el papel de control de plagas, ya que se alimenta principalmente de insectos.

La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) la clasifica como una especie casi amenazada, sujeta a protección especial. Entre los factores de riesgo que enfrenta está la reducción y fragmentación de su hábitat por la urbanización, el uso de suelo para fines agrícolas y la contaminación de los cuerpos de agua.

Iguana negra

Conocida en maya como tolok, la iguana negra es una especie endémica de México y se distribuye desde el sur de Sonora hasta la península de Yucatán.

Esta especie de iguana se considera amenazada por la Semarnat debido a la explotación que enfrenta –su carne es de consumo humano–, pero principalmente por la destrucción de su hábitat.

La iguana negra en su etapa más joven se alimenta principalmente de insectos y roedores pequeños, pero conforme va creciendo cambia a una dieta más herbívora, basada en plantas y en frutas, por lo que contribuye a la dispersión de semillas.

Murciélago narizón

En la cueva también se pudo observar ejemplares del murciélago narizón, una especie que habita en varios países de América. Su nariz respingada, de la que recibe el nombre, y las líneas en zigzag de su espalda son sus elementos distintivos.

Generalmente forman colonias cerca de cuerpos de agua y cavernas, por lo que los cenotes de la península de Yucatán son un ambiente óptimo para su desarrollo. El murciélago narizón se alimenta de insectos –que casa cerca de la superficie de los cuerpos de agua–, así como de frutas, como los higos que crecen en Quintana Roo.

Además de control de plagas, los murciélagos fungen como polinizadores, ya que al defecar esparcen las semillas de las frutas con las que se alimentan.

El murciélago narizón no es la única especie que habita en la cueva Garra de Jaguar: se han avistado 54 especies de murciélago distintas.

Lechuza de campanario

Respecto a las aves, en la cueva se pudo observar a la lechuza de campanario, conocida en el sureste mexicano como pájaro Xooch’.

Como otras aves de su tipo, esta lechuza es un excelente cazador nocturno, que se alimenta principalmente de roedores, mamíferos pequeños y también de lagartijas e insectos.

Como ocurre con muchas especies de animales, la lechuza de campanario es objeto de supersticiones, y en la zona de la Riviera Maya no es la excepción.

El chillido de la lechuza, así como su aleteo y su aspecto dieron pie a la leyenda del pájaro Xooch’, la cual le achaca el ser un ave de mal agüero, cuyo canto presagia la muerte.

De acuerdo con la tradición maya, esta ave puede ocasionar la muerte de los bebés, ya que su canto, al asemejarse al llanto de un recién nacido, provoca que los niños lloren hasta caer muertos de cansancio.

Para evitar los supuestos efectos de la lechuza de campanario, los habitantes de la zona colocan unas tijeras abiertas debajo de la cama o la hamaca donde duerme el bebé, o una cruz de henequén.

En ocasiones también se colocan cruces en los techos de las casas para espantar al ave, ya que se cree que si se posa en uno de ellos alguien que habite ahí morirá.

Jaguar

Uno de los animales más emblemáticos tanto de la cultura maya como de la península de Yucatán y la selva tropical es el jaguar, y la cueva visitada por El Sol de Mexico hace honora a su nombre.

Cruzarse con uno de estos majestuosos cazadores podría resultar fatal para una persona; sin embargo, el espeleólogo y conservacionista Raúl Padilla, fundador de Jaguar Wildlife Center, compartió las fotografías de los ejemplares que sus cámaras de monitoreo han captado mientras entran la cueva para hidratarse en sus cuerpos de agua.

De acuerdo con Padilla, tiene documentada la presencia de 12 ejemplares alrededor de la cueva Garra de Jaguar.

El jaguar es el único gran felino de América y es el tercero más grande del mundo, sólo por detrás del león y el tigre. Anteriormente habitaba por todo el continente, desde el sur de Estados Unidos hasta Argentina, pero la deforestación y la actividad humana han fragmentado su hábitat.

Actualmente, se les localiza principalmente en Centroamérica y el Caribe mexicano, al igual que en la Amazonia; sin embargo, debido al aislamiento al que son sometidos no pueden buscar pareja fuera de las zonas en las que nacen y crecen, lo que puede conducir a que se reproduzcan entre ejemplares del mismo linaje y provocar una extinción local.

Asimismo, debido a que en muchas zonas cercanas a su hábitat se practica la ganadería, los jaguares se ven amenazados también por el hombre, que los mata para evitar que cacen a su ganado.

Por otro lado, aunque en la visita no se les pudo apreciar, en la cueva se encontraron indicios de la presencia de ocelotes –otro felino depredador de la zona–, así como la osamenta de un pecarí, una especie de jabalí pequeño depredado por jaguares y ocelotes.

Este pequeño grupo de especies constituye tan sólo una pequeña parte de la riqueza natural que compone el ecosistema de la selva tropical en la Riviera Maya, y que de acuerdo con los grupos que se oponen a la construcción del tren, particularmente al trazo entre Playa del Carmen y Cancún –donde se encuentra la cueva Garra de Jaguar– corren un grave peligro.



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