¿Quién no ha sufrido una decepción amorosa? ¿Y quién no ha recurrido a las canciones para tratar de sanar el dolor (o al menos desahogarse) de la pérdida de quien pensábamos era la persona indicada?
Entre la gran variedad de canciones para corazones rotos hay una variedad que más bien se trata de despecho, aquellas donde la culpa de la ruptura cae en un solo lado, muchas veces en señalamientos a la “mala mujer”.
Cuando nadie te quiera, cuando todos te olviden / volverás al camino donde yo me quedé / volverás como todos con el alma en pedazos / a buscar en mis brazos un poquito de fe
La estrofa corresponde a la canción Cuando nadie te quiera, una de las más populares de José Alfredo Jiménez.
Para Claudia Ivette Pedraza Bucio, investigadora de la Universidad La Salle, no es raro encontrar frases como ésta en las canciones, ya que después de todo, como cualquier manifestación artística, la música es reflejo de la sociedad.
“El machismo está presente en la industria musical justo porque es un reflejo y al mismo tiempo un mecanismo de reproducción de todos estos mecanismos de discriminación, y en algunos casos de violencia”, explica la académica.
Pedraza Bucio comenta que es habitual que en las canciones de todos los géneros se toquen estos temas, lo que contribuye a normalizar este tipo de mensajes.
“Las canciones nos permiten nombrar cosas que sentimos o vivimos, aunque no correspondan con nuestra realidad, son las que nos educan para vivir esas situaciones amorosas. No tenemos otras referencias que los medios”, dice Pedraza.
Puedo comprar mil mujeres / y darme una vida de gran placer / pero el cariño comprado/ ni sabe quererlo ni puede ser fiel / yo lo que quiero es que vuelva / que vuelva conmigo / la que se fue
Esta estrofa pertenece a la canción Me cansé de rogarle, otra de José Alfredo Jiménez, con la que cualquier hombre que acaba de terminar su relación de pareja podría identificarse.
Pedraza Bucio explica que este sentirnos identificados muchas veces esconde los mensajes machistas de las canciones.
“Como lo asociamos a este aspecto artístico, no siempre nos damos cuenta de que reproducen estos discursos, a veces de manera velada, que parecen románticas pero que pueden ser muy fuertes como ‘si me dejas me mato’, ‘yo sin ti me muero’ o ‘tú sin mí no eres nada’, y en ocasiones de forma muy explícita”, comenta la académica.
“El elemento musical, no la voz, no la letra, sino solamente la música contribuye a que nuestra relación afectiva con las canciones sea mucho más intensa, es decir, si a mí me gusta como suena la música, eso va a dificultar que yo pueda ver este discurso en las letras”.
Si bien las letras misóginas no son exclusivas de los mariachis, que este género sea el tradicional mexicano sí dejó huella en la música de nuevas generaciones, tales como pop o regueton por mencionar sólo a algunas.
Esto también permite que, pese a que cantantes como José Alfredo Jiménez, Pedro Infante o Jorge Negrete, quienes interpretaban este tipo de melodías, ya no están en el gusto de las nuevas generaciones, el mensaje machista se mantenga.
“No son uno de los géneros musicales que más consuman las nuevas generaciones, pero hay que señalar dos cosas: uno, que siguen presentes en el bagaje cultural de los mexicanos, las canciones siguen ahí, aunque los jóvenes no identifican al artista o al vínculo de la canción, en ciertas prácticas o eventos está música está presente”, dice Pedraza.
Y en segundo lugar, añade, esto no es exclusivo de la música ranchera, existen otros géneros musicales que son los que están en el tope de consumo, como el regueton, el pop u otros géneros, pero aun en estos géneros se reproducen e incluso se hacen más explícitas
¿Y las mujeres?
Tampoco es cierto que las canciones de despecho sean exclusivas de los hombres. Las mujeres también tienen su propia playlist.
Artistas como Paquita la del Barrio (y su muy conocido Rata de dos patas), Alicia Villarreal o Lupita D’Alessio, son ejemplos de cómo el género no importa, aunque sigue siendo parte del mismo discurso.
“En general esto se expresa más de hombres hacia las mujeres, pero claro que se da de cantantes femeninas que adoptan este discurso patriarcal en las canciones. Pero no se trata de un problema de hombres cantando, se trata de estas letras machistas como parte de este discurso machista, que justo nos enseña que las relaciones sólo se pueden entender desde los polos: el amar o el desprecio total, las mujeres buenas y las mujeres malas, los hombres buenos y los hombres malos”, indica la académica de La Salle, quien concluye que la única manera de acabar con el machismo en las letras es cambiar la educación en los sentimientos.
“(Ahora) no hay la posibilidad de otras relaciones más cuidadosas, que sean más respetuosas de situaciones tan comunes como una separación. Hay que educar de otra manera”.