En el pasado proceso electoral, los reporteros que cubrieron las actividades de los tres principales candidatos a la Presidencia de la República fueron testigos privilegiados.
Gabriela Jiménez, Rafael Ramírez y Enrique Hernández nos cuentan en primera persona lo que padecieron y gozaron; lo mismo sufrieron los rigores e incomodidades de largas giras y actos multitudinarios, que vivieron por primera vez la experiencia de contar a los demás cómo se desarrollaba esta campaña, que resultó para ellos, única e irrepetible.
Una más en la "pejegira"
Cubrir al candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, en su tercer intento, fue una oportunidad única para la joven y audaz Gabriela Jiménez, quien nos comparte esta experiencia.
Quisiera tener claro el inicio, una estampa de cómo fue cubrir la campaña del hoy virtual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pero no existe, todos son recuerdos que en su conjunto me hacen pensar: lo logramos Peje.
Sí, él logró ganar las elecciones después de 18 años y yo, a mis 25 de edad, llegué al Estadio Azteca el día de su cierre de campaña, escuché su discurso en el Zócalo con la voz entrecortada y lo vi ejercer su último voto como candidato a la Presidencia de la República.
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"Es que mi jefe es raro"
La personalidad del candidato de la coalición Por México al Frente sorprendía a reporteros y colaboradores. Rafael Ramírez también nos muestra el otro lado y los sacrificios que hace el reportero con la familia.
Durante los tres meses que seguí a Ricardo Anaya, candidato de la coalición Por México al Frente, dejé de ver varios fines de semana a mi hija de cinco años, eso me dolió, pero cada vez que tocaba tierra, si la hora me lo permitía, le llamaba para saludarla.
La última vez que coincidí en un vuelo con el candidato, al aterrizar fuimos transportados a la terminal, desde ahí llamé a mi hija para darle las buenas noches mediante una videollamada, Anaya tuvo el curioso detalle de colocarse detrás de mí para salir en el video y saludar a mi pequeña; al cortar la transmisión comentamos que los cinco años son la mejor edad infantil. Era ya el ocaso de su campaña y se veía un candidato más relajado. Muchos suponían que se había hecho a la idea que la batalla estaba perdida.
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Testigo de la campaña de un no político
La idea de ver a José Antonio Meade Kuribreña como político llamó la atención de Enrique Hernández, quien aceptó el desafío de seguirlo por México mientras trataba de convencer al país de que contaba con el mejor proyecto de gobierno para los próximos seis años.
Los días pasaban y todos buscamos métodos para combatir el cansancio. El candidato dormía profundamente en los asientos de la clase turista de los aviones. Despertaba para leer su manual y las frases claves de Avanzar Contigo, esa estrategia que buscaba darle una viabilidad a la vida de los mexicanos.
Las desveladas me hacían extrañar esas mañanas cuando dormía hasta las ocho. Había días que llegaba a las 12 de la noche y tenía que estar listo a las 4 o 5 de la mañana para volar a cualquier ciudad del país. Las pláticas con los compañeros de la fuente siempre versaban sobre si Meade realmente iba en tercer lugar y sobre su equipo de seguridad que nos impedía acercarnos a cuestionarlo.