En México durante 2022 eran 28.4 millones de niños y adolescentes de 5 a 17 años, de los cuales el 13.1 por ciento, por lo menos, estaban en una condición de trabajo infantil.
Y había 17 millones de hogares, de los cuales 1.9 millones, esto es el 11.6 por ciento, tenían al menos un infante o un adolescente, laborando, de acuerdo a estadísticas del INEGI.
En el marco de la celebración del Día del Niño, la Dirección Técnica de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), presentó al Consejo de Representantes el Informe Mensual sobre el Comportamiento de la Economía, correspondiente al mes de abril, donde incluyó un estudio sobre la caracterización y causas del trabajo infantil en nuestro país.
Con datos de la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), se define el trabajo infantil como “todo trabajo de mercado o no, que priva a niñas y niños de sus derechos, su potencial y dignidad y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico”.
De acuerdo con los resultados del estudio del INEGI, en 2022 las adolescencias de 15 a 17 años tenían 15.9 por ciento más probabilidad de estar en una situación de trabajo infantil, respecto a las infancias de 5 a 9 años.
Y de la misma forma que las infancias y adolescencias asistan a la escuela reduce 26.4 por ciento su probabilidad de encontrarse en una situación de trabajo infantil respecto a las que no asisten.
Cuando el infante o el adolescente vive en una localidad urbana, su probabilidad de estar en una situación de trabajo infantil se reduce 7.0 por ciento.
Al analizar a nivel hogar, si la persona jefa está ocupada, reduce la probabilidad de estar en una situación de trabajo infantil en 3.6 por ciento.
Si esta jefatura la lleva una mujer, la probabilidad de estar en situación de trabajo infantil aumenta 0.8 por ciento.
Y si la persona jefa del hogar tiene estudios de primaria incompletos y se incluye a las personas que no tienen instrucción educativa alguna, la probabilidad es 7.3 por ciento más que en el caso de tener estudios universitarios o más.
Informa la Conasami que si el hogar presentó un problema que impactara en sus ingresos en los últimos 3 años, las probabilidades de la inserción de un infante o un adolescente en el mercado laboral son altas.
Tal es el caso del problema de disminución de precios en los productos agrícolas: 26.4 por ciento de probabilidad; pérdida de cultivos por plagas, 21.1 por ciento; inundaciones o exceso de lluvias, 15.8 por ciento.
Lo anterior reafirma que el trabajo infantil se concentre en el sector agropecuario y en las actividades de este sector. Y es muy probable que los menores y las y los adolescentes, que apoyen en estas actividades lo hagan sin remuneración.
Señala la Conasami que “es prioritario revisar la situación del campo mexicano para reducir o en su caso, vigilar este tipo de prácticas.