“¡Que la población recapacite!, tener a un paciente ahí en la soledad del área Covid de un hospital es devastador para ellos. A veces te piden que te quedes a platicar con ellos, pero por la cantidad de pacientes no puedes. Yo quiero que recapaciten porque es muy doloroso verlos cómo quedan ahí en las camas, en la soledad”, reflexiona Ivalú Arcelia Carmona Campos, líder de médicos que enfrentan la pandemia en el Hospital General número 24 del IMSS, en la Ciudad de México.
Ivalú cree que en diez meses que ha durado la pandemia ha desarrollado un ojo clínico adicional a su labor como especialista en urgencias. Todas las mañanas al regresar a su casa, después de haber estado la noche entera hasta con diez pacientes en el área de cuidados críticos de Covid-19, su mirada recorre las banquetas y las pistas de atletismo para seleccionar: él tiene obesidad, ella no usa cubrebocas, él puede llegar al hospital y ella también.
Con frustración, coraje, depresión, tristeza y angustia hasta el llanto, es como vive la joven doctora luego de ser testigo de diez meses de lucha en el área Covid de un hospital. Sólo la compañía de su hija y su esposo, quien también es médico urgenciólogo, la reconfortan ante la angustia que enfrenta todos los días por esos pacientes que llegan al área crítica de Covid.
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Las secuelas psicológicas a atender
Uno de los momentos más complicados en estos meses de pandemia ha sido escuchar que su esposo Sergio Toriz Marañón, médico supervisor de hospitales del IMSS en la zona oriente, se contagió de Covid-19. Luego de pasar por el aislamiento en casa, ambos retomaron su labor.
El trato a los pacientes y su dedicación al servicio médico hicieron que sus compañeros de trabajo eligieran a la doctora Ivalú como una de las merecedoras de la Condecoración Miguel Hidalgo que entregó el gobierno federal en grado Cruz, el pasado 20 de noviembre.
Ella es una de las 425 integrantes del personal médico y de enfermería que recibieron el galardón.
La medicina en la piel y en la sangre
Ella lleva la medicina en la piel. Su mamá, siendo enfermera, le transmitió el gusto por ayudar a las personas.
“Entré al área dos (médico-biológicas) porque mi mamá es enfermera. Siempre estuve en contacto con su trabajo. Me gustaba mucho lo que hacía y yo le decía: quiero ayudar igual que tú. Cuando iba a escoger la carrera, yo comenté: ‘quiero ser enfermera’. Pero ella me dijo: ‘tú puedes dar más, tú tienes más conocimiento, yo sé que tú puedes, deberías meterte a medicina”.
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Fue así que “gracias a mi mamá yo escogí la carrera de medicina y han sido años de friega. Todos los médicos que siguen su posgrado y doctorado lo saben, ha valido la pena haber estudiado medicina. Si me preguntaran si la volvería a estudiar diría que sí”.
Hizo la carrera de médico general durante seis años y luego estudió la especialidad de urgencias, aunque lo hizo con una pausa porque a la mitad se convirtió en madre de su única hija.
Debemos tener el equipo indispensable para la atención
En la clínica 24, ubicada al norte de la capital, Ivalú labora hace siete años. Con esa experiencia y las historias que le tocan conocer a diario en el combate junto a los pacientes más críticos, pide al presidente Andrés Manuel López Obrador “que nos continúen dando el equipo necesario para nuestra protección, sé que muchas veces no podemos saber que la infección la adquirimos en el hospital o fuera de ahí, pero estamos en mayor riesgo. Debemos tener el equipo indispensable para la atención. Que nos den el medicamento para los pacientes, que haya esdisponibilidad para el número de pacientes asignados”.
Una de las primeras personas que le tocó atender, contagiadas del virus, fue la mamá del policía del hospital. “Iba mejorando, mejorando y en los días más críticos se vino abajo y lamentablemente no salió adelante”.
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La gestión de la pandemia en México
La otra persona que le tocó ver morir fue la sobrina del neumólogo de esa unidad. Ella tenía obesidad y “me decía ya no puedo respirar, recuerdo muy bien. Sabía que era familiar de un compañero nuestro y pues ella se contagió por ayudar al doctor. La tuvimos que intubar y lamentablemente falleció. El doctor también estuvo muy grave, pero gracias a Dios está con nosotros”.
Uno siente la frustración…
Para la doctora el momento más difícil es cuando no hay otra alternativa más que intubar a un paciente. “Yo espero una evolución satisfactoria y al día siguiente veo que ya tiene todos los medicamentos (y no mejora). Me siento impotente, frustrada de que no tengo algo más que ofrecerle. No lo tengo porque no hay un tratamiento específico, no hay algo que diga ‘esto le va a ayudar’. Uno siente la frustración”.
Por lo mismo, Ivalú pide en particular a los jóvenes que recapaciten, se mantengan en casa, guarden distancia social, usen cubrebocas y de forma constante se laven las manos porque ellos son los que en mayor medida han contagiado a los papás y a los abuelos de México.
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