El hogar y el núcleo familiar, que para la infancia deben representar un refugio seguro donde crecer y desarrollarse, puede convertirse también en uno de los entornos más riesgosos cuando un abusador está presente. En la mayoría de los casos de abuso esta es la realidad.
Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México es el primer lugar a nivel mundial en abuso sexual de menores, con hasta un 90% de los casos que ocurren en niñas siendo dentro de el propio entorno familiar, en su propia casa.
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Liliana Mora, directora de la Fundación PAS para la prevención del abuso sexual infantil denuncia que desde 2010 un 30% de las niñas un 15% de los niños sufrirían abuso sexual antes de cumplir los 18 años, una cifra que con la llegada del confinamiento se ha incrementado en un 20% a nivel mundial.
En algunos casos las víctimas pueden llegar a convivir con su abusador durante años sin que exista algún tipo de denuncia, la impunidad por este delito alimenta la falta de acciones legales, y aquellas que sí llegan a presentarse rara vez son condenatorias.
La Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) estima que de cada mil casos que se denuncian, solo el 10 por ciento llega ante un juez, y de estos solo el 1 porciento recibe una condena.
Identifica los signos
Actualmente, y especialmente en épocas de reuniones familiares como las de fin de año, es importante permanecer alerta a los signos que delatan la presencia de situaciones de abuso dentro de la familia, especialmente con la disposición de llevar estos casos ante la justicia.
Durante navidad y año nuevo, cuando niñas y niños se ven forzados a convivir con sus abusadores, muchas de las señales aquí descritas pueden presentarse en mayor cantidad o intensidad.
Las víctimas de abuso sexual pueden presentar pesadillas u otros problemas para dormir, cambios de apetito, ira, inseguridad o verse retraídos, en muchas ocasiones muestran miedo a las personas o lugares extraños, aún más los relacionados con la situación de abuso.
Algunas veces las víctimas pueden negarse a hablar sobre ciertos adultos o niños mayores, en otras revelan en conversación ciertas “pistas” que encaminan a temas sexuales. En ambos casos la comunicación directa y comprensiva puede revelar la presencia de abuso, escuchar con atención y creer en la palabra de estas niñas y niños puede salvarles de volver a sufrir en manos su victimario.
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Cuando una víctima, especialmente menor de edad, revela su experiencia ante la familia, esto puede ser desgarrador para los otros miembros; aún así el silencio solo beneficia a los abusadores y promueve la impunidad de este delito.
Entre las primeras medidas a tomar, junto a la denuncia, está el alejar completamente a la niña o niño del abusador y asegurar que reciba la atención médica y psicológica necesaria.