/ domingo 6 de enero de 2019

Hojas de papel volando | "Tiempo de canallas", Lillian Hellman-Dashiell Hammett

Es un relato de decepción e indignación por el grado de ignominia y traición del que fueron capaces muchos estadounidenses para salvarse ellos y hundir a quien pudieran, y así ser considerados “norteamericanos fieles”

A raíz de la caída del avión el 25 de diciembre en el que murieron la gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso, y su esposo, el senador y exgobernador del estado, Rafael Moreno Valle, surgieron fuertes críticas al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador; acusaciones que crecieron de forma vertiginosa en redes sociales –las “benditas redes sociales”- que estallaron en contra del Ejecutivo nacional…

Y luego de reclamos verbales a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, el 26 de diciembre durante los funerales de los cinco fallecidos, el Presidente reclamó a sus críticos calificándolos como “mezquinos” y “fascistas”.

E iría más lejos: “Yo entiendo que no les haya gustado lo que les dije a los que promueven el odio, a lo mejor no debí utilizar la palabra mezquino, que es pobreza, miseria de espíritu, según el diccionario, a lo mejor debí decir que son tiempos –desgraciadamente- de canallas…”

Tiempo de canallas, dijo… Lo que de inmediato remite a otro momento de la historia, en otro lugar y otra circunstancia, asimismo dramática y trágica para muchos.

Probablemente se refería a “Tiempo de canallas”, uno de los tres tomos autobiográficos de la escritora y activista estadounidense, Lillian Hellman (1905-1984) quien fuera perseguida, junto con su compañero de vida, el también escritor Dashiell Hammett (1894-1961), por el Comité de Actividades Anti-estadounidenses (CAAN) y por el senador republicano ultraconservador, Joseph McCarthy (Macarthismo). Ambos escritores fueron acusados de comunistas.

Tiempo de Canallas” es un testimonio vital. No es una novela. Es realidad puntual de lo que ella y él vivieron. Es una crónica de una cacería en contra de ellos y de mucha gente; sobre todo muestra al mundo las fauces del súper conservadurismo y el norteamericanismo en el que se envolvió una gran parte de los estadounidenses apenas concluida la Segunda Guerra Mundial.

Es un relato de decepción e indignación por el grado de ignominia y traición del que fueron capaces muchos estadounidenses para salvarse ellos y hundir a quien pudieran, y así ser considerados “norteamericanos fieles”. Eso fue. Tiempo de traiciones. Tiempo de Canallas.

El Comité de Actividades Antiestadunidenses de la Cámara de Representantes estadounidense se activó de 1938 y hasta 1975. Su función era la de investigar propaganda nazi y actividades relativas en territorio de EUA. Y llevaron a cabo cientos de interrogatorios y buscaron testimonios para obtener “información acerca de cómo la propaganda subversiva extranjera había ingresado a EUA y sobre las organizaciones y sujetos que la difundían.”

El CAAN hizo ‘listas negras’ de personajes de distinta actividad, aunque lo más llamativo fue su atención en Hollywood. Esto hizo que por lo menos trescientos artistas conocidos fueran saboteados y rechazados por los estudios cinematográficos. La persecución fue extrema de tal forma que en muchos casos hubo quienes dejaron Estados Unidos o, en otros casos, declararan en contra de colegas de los que se sospechaban actividades comunistas.

De este tipo de persecución y de este tipo de cacería y traiciones entre estadounidenses trata “Tiempo de Canallas”… Sobre todo cuando entró en acción el Macarthismo.


Joseph McCarthy fue senador republicano de 1947 a 1957 por Wisconsin. El y su equipo se hicieron famosos por sus investigaciones a personas en el gobierno de EU y a todo sospechoso de ser agente soviético o simpatizantes del comunismo.

En 1953 la mayoría republicana le otorgó la Subcomisión Permanente de Investigaciones del Senado –que no tenía vínculos con la CAAN, pero él, con esta investidura y en su afán de notoriedad, comenzó una “caza de brujas” por razones ideológicas.

McCarthy instaló el miedo entre grupos de gobierno, militares, empresarios, artistas de ser señalados como “comunistas” o de actividades “anti-norteamericanas”. No porque lo fueran, en la mayoría de los casos, sí porque cualquiera podía acusarles y de ahí en adelante la persecución, el veto, la lista negra, los llamados a declarar interminables en tono de culpable más que de inocente…El señalamiento público y el desahucio…

Macarthismo desde entonces, está asociado a toda persecución ideológica y antinacional desde los poderes del Estado y en su defensa.

Un actor, Philip Loeb se suicidó cuando fue acusado de comunista. Para salvarse muchos se convirtieron en “chivatos” tanto para el Comité como para la Comisión de McCarthy: ambos por su lado en lo mismo. Larry Parks, Elia Kazan y José Ferrer dieron nombres de personas inocentes.

A principios de los cincuenta, el actor Robert Taylor fue citado para responder a la acusación de comerciar con sonrisas rusas:

‘Se mostró debidamente contrito:

--[Consejero del Comité] Robert Stripling: Señor Taylor ¿ha participado usted alguna vez como actor en alguna película que en su opinión contuviera propaganda comunista?

--Taylor: Supongo que estamos hablando de “Canción de Rusia” Debo confesar que yo me opuse … Creo que no debió filmarse…

--Richard Nixon … ¿Siente que está en lo justo al comparecer? ¿Volvería a hacerlo si se lo pidiera?

--Taylor: Por supuesto que sí, señor. Tengo una fe lo bastante grande en nuestro pueblo norteamericano y en nuestros principios norteamericanos para creer que pueden ir de la mano con quien prefiera nuestro sistema norteamericano así como nuestra patria norteamericana…’ (“Tiempo de canallas” pp. 12-13)


Y así, de forma inmediata se fueron conformando las famosas “listas negras”. Entrar en la ‘lista’ significaba que todos en EUA deberían tener cuidado con sus amistades, sus relaciones, los lugares a los que iban, personas a las que trataban… ‘un mero error social, como asistir a la reunión “mala”, hacer un cheque en favor de alguna causa de caridad proscrita… podría a llevarlos a ser proscritos también, a quedarse sin empleo y a ser señalados como antinorteamericanos.’

Dashiell Hammett, el autor de la gran novela negra, quien heredara “El halcón maltés”, “El camino a casa”, “Cosecha roja”, “La maldición de los Dain”, “El hombre delgado” y más, simpatizaba con el ala izquierda del país desde el Congreso de Derechos Civiles de Nueva York, del que formó parte.

Cuatro comunistas relacionados con esta organización fueron detenidos y encarcelados, Dash hizo una colecta para pagar las fianzas. Cuando éstos huyeron el escritor fue interrogado sobre su paradero y en 1951 pasó seis meses en la cárcel por negarse a proporcionar información al Comité McCarthy. Fue desacreditado y acusado de corrupción. Pasó a las “Listas negras” y aun así se rehusó a proporcionar información sobre las identidades de miembros de la izquierda de EUA.

Lillian Hellman era una dramaturga y guionista afamada. Había conseguido grandes éxitos con obras como “The Children’s Hour” en 1934 (que trata sobre dos profesoras acusadas falsamente de lesbianismo, perseguidas y destruidas en sus vidas por esta intriga); “The Little Foxes” (1939) en las que muestra las rivalidades e intrigas entre la aristocracia estadounidense…

Nunca dejó de protestar en contra de los abusos de gobierno y los excesos de la clase alta estadounidense. Apoyó siempre a la gente sin recursos e incluso colaboró con dinero para la Liga Anti-Nazi y más tarde en apoyo a los Republicanos Españoles… Luego de un primer matrimonio se enamoró de Dashiell Hammett, escritor de izquierda, alcohólico y de gran talento. Vivieron juntos por más de treinta años y juntos tuvieron que enfrentar la persecución Macarthista.


En 1952 fue llamada a testificar ante el Comité de Actividades Anti Norteamericanas como sospechosa de comunista de la que salió ilesa bajo su propia defensa, acogiéndose a la Quinta Enmienda que le permitía guardar silencio. En “Tiempo de Canallas” escribe:

“Los radicales suelen ser buenos para el odio, porque saben cómo concentrarlo. El odio ideológico es más frío, pero también es más difuso: está hecho de largas listas y de largos recuerdos, de venganzas impersonales, de una paciente voracidad…” (cit. p. 38)

Salió ilesa de las acusaciones y mantuvo siempre la dignidad en una etapa de la historia de Estados Unidos: en la ‘larga noche de terror en la que los canallas mandaban en Estados Unidos’…

“Herir a personas inocentes a las que conozco y quiero desde hace años para salvar mi vida, me parece inhumano, indecente y deshonroso”.


jhsantiago@prodigy.net.mx

A raíz de la caída del avión el 25 de diciembre en el que murieron la gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso, y su esposo, el senador y exgobernador del estado, Rafael Moreno Valle, surgieron fuertes críticas al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador; acusaciones que crecieron de forma vertiginosa en redes sociales –las “benditas redes sociales”- que estallaron en contra del Ejecutivo nacional…

Y luego de reclamos verbales a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, el 26 de diciembre durante los funerales de los cinco fallecidos, el Presidente reclamó a sus críticos calificándolos como “mezquinos” y “fascistas”.

E iría más lejos: “Yo entiendo que no les haya gustado lo que les dije a los que promueven el odio, a lo mejor no debí utilizar la palabra mezquino, que es pobreza, miseria de espíritu, según el diccionario, a lo mejor debí decir que son tiempos –desgraciadamente- de canallas…”

Tiempo de canallas, dijo… Lo que de inmediato remite a otro momento de la historia, en otro lugar y otra circunstancia, asimismo dramática y trágica para muchos.

Probablemente se refería a “Tiempo de canallas”, uno de los tres tomos autobiográficos de la escritora y activista estadounidense, Lillian Hellman (1905-1984) quien fuera perseguida, junto con su compañero de vida, el también escritor Dashiell Hammett (1894-1961), por el Comité de Actividades Anti-estadounidenses (CAAN) y por el senador republicano ultraconservador, Joseph McCarthy (Macarthismo). Ambos escritores fueron acusados de comunistas.

Tiempo de Canallas” es un testimonio vital. No es una novela. Es realidad puntual de lo que ella y él vivieron. Es una crónica de una cacería en contra de ellos y de mucha gente; sobre todo muestra al mundo las fauces del súper conservadurismo y el norteamericanismo en el que se envolvió una gran parte de los estadounidenses apenas concluida la Segunda Guerra Mundial.

Es un relato de decepción e indignación por el grado de ignominia y traición del que fueron capaces muchos estadounidenses para salvarse ellos y hundir a quien pudieran, y así ser considerados “norteamericanos fieles”. Eso fue. Tiempo de traiciones. Tiempo de Canallas.

El Comité de Actividades Antiestadunidenses de la Cámara de Representantes estadounidense se activó de 1938 y hasta 1975. Su función era la de investigar propaganda nazi y actividades relativas en territorio de EUA. Y llevaron a cabo cientos de interrogatorios y buscaron testimonios para obtener “información acerca de cómo la propaganda subversiva extranjera había ingresado a EUA y sobre las organizaciones y sujetos que la difundían.”

El CAAN hizo ‘listas negras’ de personajes de distinta actividad, aunque lo más llamativo fue su atención en Hollywood. Esto hizo que por lo menos trescientos artistas conocidos fueran saboteados y rechazados por los estudios cinematográficos. La persecución fue extrema de tal forma que en muchos casos hubo quienes dejaron Estados Unidos o, en otros casos, declararan en contra de colegas de los que se sospechaban actividades comunistas.

De este tipo de persecución y de este tipo de cacería y traiciones entre estadounidenses trata “Tiempo de Canallas”… Sobre todo cuando entró en acción el Macarthismo.


Joseph McCarthy fue senador republicano de 1947 a 1957 por Wisconsin. El y su equipo se hicieron famosos por sus investigaciones a personas en el gobierno de EU y a todo sospechoso de ser agente soviético o simpatizantes del comunismo.

En 1953 la mayoría republicana le otorgó la Subcomisión Permanente de Investigaciones del Senado –que no tenía vínculos con la CAAN, pero él, con esta investidura y en su afán de notoriedad, comenzó una “caza de brujas” por razones ideológicas.

McCarthy instaló el miedo entre grupos de gobierno, militares, empresarios, artistas de ser señalados como “comunistas” o de actividades “anti-norteamericanas”. No porque lo fueran, en la mayoría de los casos, sí porque cualquiera podía acusarles y de ahí en adelante la persecución, el veto, la lista negra, los llamados a declarar interminables en tono de culpable más que de inocente…El señalamiento público y el desahucio…

Macarthismo desde entonces, está asociado a toda persecución ideológica y antinacional desde los poderes del Estado y en su defensa.

Un actor, Philip Loeb se suicidó cuando fue acusado de comunista. Para salvarse muchos se convirtieron en “chivatos” tanto para el Comité como para la Comisión de McCarthy: ambos por su lado en lo mismo. Larry Parks, Elia Kazan y José Ferrer dieron nombres de personas inocentes.

A principios de los cincuenta, el actor Robert Taylor fue citado para responder a la acusación de comerciar con sonrisas rusas:

‘Se mostró debidamente contrito:

--[Consejero del Comité] Robert Stripling: Señor Taylor ¿ha participado usted alguna vez como actor en alguna película que en su opinión contuviera propaganda comunista?

--Taylor: Supongo que estamos hablando de “Canción de Rusia” Debo confesar que yo me opuse … Creo que no debió filmarse…

--Richard Nixon … ¿Siente que está en lo justo al comparecer? ¿Volvería a hacerlo si se lo pidiera?

--Taylor: Por supuesto que sí, señor. Tengo una fe lo bastante grande en nuestro pueblo norteamericano y en nuestros principios norteamericanos para creer que pueden ir de la mano con quien prefiera nuestro sistema norteamericano así como nuestra patria norteamericana…’ (“Tiempo de canallas” pp. 12-13)


Y así, de forma inmediata se fueron conformando las famosas “listas negras”. Entrar en la ‘lista’ significaba que todos en EUA deberían tener cuidado con sus amistades, sus relaciones, los lugares a los que iban, personas a las que trataban… ‘un mero error social, como asistir a la reunión “mala”, hacer un cheque en favor de alguna causa de caridad proscrita… podría a llevarlos a ser proscritos también, a quedarse sin empleo y a ser señalados como antinorteamericanos.’

Dashiell Hammett, el autor de la gran novela negra, quien heredara “El halcón maltés”, “El camino a casa”, “Cosecha roja”, “La maldición de los Dain”, “El hombre delgado” y más, simpatizaba con el ala izquierda del país desde el Congreso de Derechos Civiles de Nueva York, del que formó parte.

Cuatro comunistas relacionados con esta organización fueron detenidos y encarcelados, Dash hizo una colecta para pagar las fianzas. Cuando éstos huyeron el escritor fue interrogado sobre su paradero y en 1951 pasó seis meses en la cárcel por negarse a proporcionar información al Comité McCarthy. Fue desacreditado y acusado de corrupción. Pasó a las “Listas negras” y aun así se rehusó a proporcionar información sobre las identidades de miembros de la izquierda de EUA.

Lillian Hellman era una dramaturga y guionista afamada. Había conseguido grandes éxitos con obras como “The Children’s Hour” en 1934 (que trata sobre dos profesoras acusadas falsamente de lesbianismo, perseguidas y destruidas en sus vidas por esta intriga); “The Little Foxes” (1939) en las que muestra las rivalidades e intrigas entre la aristocracia estadounidense…

Nunca dejó de protestar en contra de los abusos de gobierno y los excesos de la clase alta estadounidense. Apoyó siempre a la gente sin recursos e incluso colaboró con dinero para la Liga Anti-Nazi y más tarde en apoyo a los Republicanos Españoles… Luego de un primer matrimonio se enamoró de Dashiell Hammett, escritor de izquierda, alcohólico y de gran talento. Vivieron juntos por más de treinta años y juntos tuvieron que enfrentar la persecución Macarthista.


En 1952 fue llamada a testificar ante el Comité de Actividades Anti Norteamericanas como sospechosa de comunista de la que salió ilesa bajo su propia defensa, acogiéndose a la Quinta Enmienda que le permitía guardar silencio. En “Tiempo de Canallas” escribe:

“Los radicales suelen ser buenos para el odio, porque saben cómo concentrarlo. El odio ideológico es más frío, pero también es más difuso: está hecho de largas listas y de largos recuerdos, de venganzas impersonales, de una paciente voracidad…” (cit. p. 38)

Salió ilesa de las acusaciones y mantuvo siempre la dignidad en una etapa de la historia de Estados Unidos: en la ‘larga noche de terror en la que los canallas mandaban en Estados Unidos’…

“Herir a personas inocentes a las que conozco y quiero desde hace años para salvar mi vida, me parece inhumano, indecente y deshonroso”.


jhsantiago@prodigy.net.mx

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