Juan Bosco Abascal Carranza es un hombre de profundas convicciones católicas sin importar las consecuencias. Como muestra destaca el veto del expresidente Enrique Peña Nieto a que siguiera como contratista del Gobierno federal luego de que se opusiera al enlace matrimonial entre él y su sobrina nieta, la actriz Angélica Rivera, que ya estaba casada por la iglesia con el productor de telenovelas José Alberto Castro. “Yo no estaba de acuerdo desde el punto de vista de las leyes divinas, religiosas y eternas, y eso me costó un choque frontal con ella y con Enrique”, comparte a El Sol de México.
Nieto del jefe número uno del ala civil del ejército cristero, hijo del líder de la Unión Nacional Sinarquista y hermano del difunto secretario del Trabajo y de Gobernación en tiempos de Vicente Fox, Carlos María Abascal, este empresario y psicólogo habla de su expulsión del Frente Nacional Anti-AMLO (Frenaaa), su paso por el gobierno, su aversión a los que él llama masones y su opinión del actual presidente Andrés Manuel López Obrador, o como lo llama él, Manuel Andrés López Obrador (MALO).
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Sus presidentes mexicanos favoritos son José Joaquín de Herrera, Miguel Miramón y Porfirio Díaz en su fase final. Fuera de ellos, todos los demás mandatarios han sido “oclócratas y caquistócratas”, es decir, “el gobierno de los peores por la chusma”. Opina que religión y política son inseparables y pese a sus rígidas posturas en contra del aborto o los matrimonios del mismo sexo, no se considera de extrema derecha. Más bien, se define “como de centro y más concretamente, me declaro cristocéntrico, y enójese quien se tenga que enojar”.
Juan Bosco entró al Gobierno federal en la parte final del sexenio del presidente Ernesto Zedillo, como asesor externo del procurador y miembro del PAN, Antonio Lozano Gracia. A través de su empresa Reingeniería de Valores Universales, fundada en 1971, comenzó a impartir talleres de ética a altos funcionarios. “Y a través mío, Vicente Fox conoció a mi hermano Carlos. Él llamó a Carlos para la Secretaría del Trabajo, pero yo ya estaba en el gobierno”.
Continuó trabajando durante los sexenios de Fox y Calderón impartiendo cursos a directivos de Petróleos Mexicanos, pero algo pasó que le impidió seguir colaborando con la siguiente administración.
—¿Por qué dejó de ser asesor externo de Pemex?
—Porque hay una persona de nombre Angélica Rivera que es mi sobrina nieta, la exesposa de Peña Nieto. Ella es bisnieta de mi abuelo, entonces ella es nieta de una prima hermana mía. Ella vino a consultarme a mí en su momento algo que se volvió público, y por eso lo puedo contar aquí contigo: mi opinión sobre su romance, o como quieras llamarlo, con Enrique. Y naturalmente, por razones de orden ético, me negué rotundamente a aplaudir su aventura, por así llamarlo ¿no?
Yo tenía el prestigio de ser el primo más viejo de todos, yo ya cumplí 77 años. Por lo tanto ella acudió aquí a mi casa, me preguntó mi posición y obviamente, después de escuchar su historia un par de veces, y de escuchar a su mamá, le dije que yo no estaba de acuerdo desde el punto de vista de las leyes divinas, religiosas y eternas, y eso me costó un choque frontal con ella y con Enrique. Él dio instrucciones precisas de que jamás se me volviera a invitar a concursar en Pemex, y así ha sido desde entonces. El motivo fue ideológico, religioso.
En febrero de 2016, el portal Aristegui Noticias publicó una investigación especial que hace referencia al caso. De acuerdo con el reportaje, la boda entre el expresidente y la actriz fue posible a partir de un proceso de irregularidades al interior de la Arquidiócesis Primada de México para arrebatar de las potestades de su ministerio sacerdotal al presbítero José Luis Salinas Aranda y así invalidar el enlace religioso que ofició entre Rivera y su primer esposo.
El pleito con FRENAAA
Abascal Carranza también explica a este medio por qué abandonó las filas de Frenaaa y cuál es su opinión actual del movimiento.
—¿Cuál fue el problema en Frenaaa?
—Cuando yo fui invitado y me di cuenta de cuál era el objetivo único, manifesté desde el primer día mi absoluto desacuerdo. El objetivo único de Frenaaa ha sido, es y será hacer que Manuel Andrés López Obrador decline, renuncie, se vaya, o como se diga… Yo nunca estuve de acuerdo en que de esa manera, saliendo a las calles, tomando las avenidas, protestando en la vía pública, ondeando banderas nacionales, se fuera a cumplir el objetivo de Frenaaa.
Te voy a poner un ejemplo que pueda entender la totalidad de las personas que lean tu nota. Cuando yo era muy pequeño, tenía por ahí de unos ocho años, se acabó el tanque de gas en mi casa y mi mamá me pidió que fuera a cambiar el tanque de gas viejo por el nuevo, para lo cual me dio una llave Stilson. Usé toda mi fuerza para intentar sacar la toma del tanque viejo y colocar el tanque nuevo. ¿Por qué no pude hacerlo? Porque yo no sabía que la tuerca del tanque de gas era inversa, entonces lo que hice fue apretarlo.
Exactamente fue lo que yo le dije a Frenaaa: así todo México se eche a las calles los próximos cuatro o cinco años, Manuel Andrés no se va a ir de esa manera. Él se va a perpetuar en el poder y va a llegar un momento en que les va a decir a todos ustedes, que así salgamos millones de mexicanos a protestar todos los días, en todas las plazas, en todas las avenidas, MALO no se va a ir.
Lo manifesté desde el primer día. Sin embargo, Gilberto (Lozano, vocero de Frenaaa) me dijo: ‘concédenos el beneficio de la duda, hay que despertar conciencias’. Yo dije: ‘de acuerdo, hay que despertar al pueblo’ porque yo coincido con que tenemos una tiranía en ciernes de carácter madurista, chavista, castrista, comunista, claramente favorable a la ideología de género y contraria a la fe del 85 por ciento de los habitantes de este país.
—¿Qué pasó después? ¿Por qué terminó fuera?
—Pues pasaron tres o cuatro meses, y en una de esas el señor Ciro Gómez Leyva me invitó a una entrevista de 16 minutos en vivo en su canal de noticias. La concedí con mucho gusto, y cuando me preguntó por mi fe religiosa —porque estaba como encargado de asuntos religiosos en Frenaaa— yo me declaré católico. Yo creo en la santa madre iglesia, una, santa, católica, apostólica, y en cuanto católico, estoy absolutamente en contra del régimen chavista, dictatorial, comunista, favorable a la ideología de género, contrario a ley natural que Manuel Andrés pretende instalar en México.
Cuando terminé la entrevista, me habló Gilberto muy indignado y me dijo que quedaba yo fuera de Frenaaa por haber dañado su relación con personas de otras religiones. Le dije ‘perdóname pero yo, en cuanto católico, considero que el judío, el musulmán, el ateo, cualquier ser humano por el hecho de ser un ser humano, es mi hermano’… Entonces yo no tengo ningún ataque contra ninguna forma de credo religioso, excepto contra los que buscan instalar una fe masónica de tipo luciferino e intentan consagrar a México a través de actos chamánicos.
También manifesté mi desacuerdo con Gilberto por su forma poco adecuada, poco educada de hablar, dirigiéndose a muchas personas. Mi caso fue sometido a votación por lo que ellos llaman el Consejo Rector, y por un voto en mi contra, no sé de cuantos, ni idea, fui expulsado de Frenaaa.
—¿Cuál es su opinión de Frenaaa ahora que está afuera?
—Yo debo aclarar que admiro, aplaudo, el enorme y heroico esfuerzo que miles de conciudadanos míos mexicanos están haciendo en estos momentos en la plancha del Zócalo y que han asistido a las cinco o seis caravanas móviles para manifestar su desacuerdo con MALO, que yo comparto profundamente. Me declaro acérrimo enemigo del narcosistema que hoy nos gobierna y por eso soy muy simpatizante de los que están ahí protestando frente a Palacio Nacional…
Pero les estoy diciendo que así 128 millones de mexicanos nos manifestemos todos los días, en todas las plazas, en todas las ciudades capitales, MALO no se irá, porque están apretando la tuerca al revés. Así no se va a ir.
—¿Cómo se va a ir entonces AMLO?
—No lo sé. Yo pienso que la única tirada de bajo nivel de probabilidad para que se vaya son las elecciones del año que entra… Sí considero que desde un punto de vista constitucional, desde un punto de vista legal, el único medio que tenemos para cambiar la forma de gobierno, pues es la vía del sufragio universal, cosa con la que también estoy en absoluto desacuerdo.
—¿Por qué está en desacuerdo con el sufragio universal?
—Porque déjame decirte que la verdadera democracia fue la griega, y en Grecia los votos no se contaban, los votos se pesaban y era la aristocracia del espíritu la que se colocaba al frente de las naciones griegas… La forma de gobierno puede ser la que quieras, monárquica, puede ser parlamentaria, puede ser con participación, como gustes, pero el chiste es que el gobernante, si no es virtuoso y si no es sabio, y si no es sabio y además virtuoso, es un sátrapa, es un ‘caquistócrata’, es un oclócrata, que significa el gobierno de la chusma. Y hoy tenemos en México el gobierno de una chusma de 33 millones de personas que no saben que no saben y que están muy bien para vivir de las dádivas que les da MALO, quitándolas a los que sí trabajamos y dándoselas a los que no producen.
—¿Cómo un sistema podría sopesar que un voto vale más que otro?
—Hay muchos factores: antecedentes policiales, currículum académico, fama pública, rendición de cuentas. Hay muchas maneras de hacerlo, de hecho es campo de mi especialidad. Este 8 de diciembre voy a cumplir 58 años de vida profesional, y el mismo Pemex me encargó docenas de veces decidir quién era el mejor candidato para ocupar qué puesto.
El sistema se llama meritología. Un sistema de meritología aplicado al gobernante, al servidor público, sería fantástico que lo pudiéramos aplicar a este país, pero aquí se hace absolutamente al revés. El más psicópata, el más cínico, el más sociópata, el más asesino, el más narco, el más rico, el más poderoso, el mejor armado, ése es el que gobierna. Y esto no es de los últimos sexenios, es desde el año 1824, desde que los masones fusilaron a Iturbide, salvo la excepción de José Joaquín Herrera, presidente sin mancha, de Don Miguel Miramón, de la fase final de Porfirio Díaz, todos los demás presidentes han sido oclócratas y caquistócratas en el sentido de las palabras griegas: el gobierno de los peores por la chusma.
AMLO, "el peor presidente"
Juan Bosco habla también de lo que para él han sido los peores presidentes que ha tenido México. No duda en colocar a Benito Juárez y al actual mandatario en este podio, superando a Antonio López de Santa Ana.
—López Obrador dice que es cristiano y hace referencias a la Biblia.
—Él dice ser cristiano pero es exactamente todo lo contrario a un cristiano… No es cristiano y se roba conceptos cristianos y los deforma según su imaginación. Como cuando dice que Cristo vino a redimir a los pobres. ¡Falso! ¡Eso es herejía! Cristo no vino por los pobres, Cristo vino por los pecadores. Y pecadores somos todos, pobres y ricos, negros y blancos, mestizos y criollos.
Entonces es una mentira vil con la cual obviamente queda bien con los pobres de este país, pero a esos pobres él no les dice que todos los miembros de su equipo, de su gabinete, de su partido, contribuyeron durante el tiempo en que fueron gobernantes o políticos de alto nivel a esta pobreza.
—¿Quién ha sido el peor presidente en la historia de México?
—Pues tendría yo tres entre quiénes escoger. Antonio López de Santa Ana, que fue presidente once veces, y que redujo el territorio nacional de cinco millones a 1.98 millones de kilómetros cuadrados. El otro, que no canta mal las rancheras y tal vez peor, Benito Juárez. El principal crimen de Benito Juárez, entre las docenas de crímenes que podría platicarte, fue haber mandado a asesinar a indígenas yaquis desarmados, encerrados en su templo, en el pueblo de Bácum, Sonora, para repartir sus tierras a los miembros de su gabinete. Mató siendo él indígena a no menos de 400 yaquis con niños y mujeres. Y además él brindo por la anexión de México a Estados Unidos.
Y el tercer peor, que para mí es el medalla de oro, pues es el actual. Manuel Andrés López Obrador ha destruido en dos años lo que el régimen chavista-madurista se tardó en Venezuela 20 años en destruir. Ya somos prácticamente una Venezuela del norte o estamos muy cerca de serlo en un periodo tan corto. Y no es por la pandemia. Nada de que íbamos bien. ¿Cuál bien íbamos?
—¿Se considera de ultraderecha?
—No soy de derecha ni de izquierda. Ni comunista ni ultraliberal. Ni capitalista ni súper capitalista. Ni izquierdoso de ningún color. Tampoco soy de ultra derecha, ¡pero para nada! Soy de centro y más concretamente, me declaro cristocéntrico, y enójese quien se tenga que enojar. Desde que Cristo vino, predicó, murió y resucitó, los cristianos hemos sido perseguidos, no se puede ser cristiano sin sufrir de manera sutil y a veces demasiado burda, alguna forma de persecución. ¿Y sabes cuánto me importa? Una pura y dos con sal. Me vale gorro.
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