Tener hijos puede ser un evento feliz y deseado, pero también un proceso conflictivo y difícil pues a tres décadas de tener una política de Salud Sexual y Reproductiva hay 30 por ciento de embarazos no deseados o planeados, por lo que “aún enfrentamos desafíos y tabúes que dificultan el acceso a la educación sexual”, señaló la doctora Gisela Espinosa Damián, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En la actualidad la sexualidad sigue siendo vista como algo malo “debido a que persisten ideologías conservadoras, religiosas y mercantilistas del 10 de mayo, que la colocan en ese punto, si bien ha cambiado ya no sólo se le ve con fines reproductivos, sino como una propuesta de identidad femenina muy vinculada a la maternidad opuesta a la despenalización del aborto o a los derechos sexuales, que aún hoy están en el debate nacional”.
Entrevistada en el marco de la celebración del Día de las Madres, que surgió en México en 1922 como una respuesta conservadora a los impulsos subversivos y revolucionarios expresados en el Congreso Feminista celebrado en 1916 en Yucatán, que proponían que la mujer podía decidir y regular sus embarazos, la especialista de la Unidad Xochimilco reconoció que cuando menos en el último siglo las dimensiones, percepciones y la subjetividad en torno al tema han cambiado profundamente la perspectiva histórica.
A mediados de los años 70 del siglo pasado el promedio de hijos por mujer era de casi siete y ahora es de 1.8, lo cual indica que entonces las mujeres en edad reproductiva dedicaban casi toda su vida al embarazo y la crianza, hoy esas tareas se han reducido casi en un 25 por ciento de lo que fue hace medio siglo.
Ello significa que “en las identidades femeninas, la maternidad ya no es la única forma de realización de las mujeres, hoy tienen aspiraciones de otra índole, como educativas, laborales o artísticas; en muchos sentidos se han enriquecido y no están centradas exclusivamente en ser madres”.
Por tanto, en este cambio cultural, social subjetivo ha crecido la idea de que la sexualidad se expresa en derechos sexuales y reproductivos que se asumen en el país a partir de 1994, como resultado de la conferencia de El Cairo.
No obstante, México ocupa el primer lugar en embarazo adolescente entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), situación preocupante “porque sabemos que el estado de gravidez en edades muy tempranas obstaculiza trayectorias de vida y las expectativas de realización se verán interrumpidas, frustradas, complicadas”.
En este contexto, la académica del Departamento de Producción Económica señaló que 67 por ciento de las mujeres en México tiene hijos; esto es 38 millones de féminas mayores de 12 años, de las cuales 8.5 millones pueden estar solteras, separadas o viudas, mientras el resto vive con su pareja, en unión libre o casadas.
Entonces, “para las mujeres solas tener hijos supone mayores dificultades, riesgos, más encargos y soledad para resolver muchas de las situaciones que enfrentan".
En la actualidad se estima que 17 millones de mamás son empleadas con remuneración económica y de ellas casi la mitad carece de seguridad social.
Situación compartida por la clase trabajadora sin distinción de género, aunque para las madres la falta de seguridad social restringe su acceso a guarderías para el cuidado de bebés, niñas y niños en edades tempranas.
“Casi tres cuartas partes de estos menores está bajo el cuidado de sus madres, familiares o personas remuneradas o en guarderías privadas, o bien el cuidado recae en las abuelas, tías o hermanas puesto que las progenitoras trabajan, lo que lleva a agrandar la brecha de género y a una desigualdad inherente o que acompaña la maternidad en nuestro país”.
En ese contexto es importante la discusión en torno a la creación del Sistema Nacional de Cuidados, en donde parece haber una coincidencia entre todas las fuerzas políticas de su necesidad y de la relevancia no sólo para quienes necesitan cuidados, sino para quienes son cuidadores o cuidadoras”.
La docente del Tronco Divisional y del Posgrado en Desarrollo Rural mencionó que en este contexto de violencia en el que ha crecido el número de personas desaparecidas de manera exponencial, las buscadoras aparecen como un sujeto emergente, central y como actoras que han politizado el amor materno, más allá de una cosa romántica o como objeto de mercantilización, como una exigencia de justicia, de verdad y de paz personal y social”, puntualizó la doctora Espinosa Damián.
En este sentido, la doctora Ana Karen Talavera Peña, adscrita al Departamento de Salud en la Unidad Lerma, coincidió en la importancia de reconocer y visibilizar este viernes 10 de mayo a estas mujeres buscadoras que no pueden festejar porque están indagando dónde están sus hijos e hijas.
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“Se habla de más de 100 mil personas desaparecidas con registro y en ese contexto se forman colectivos en todo el país frente a la falta de operatividad de las autoridades que renuncian a todo lo demás, dejan de lado su vida, sus roles, su trabajo e incluso a otros hijos por rastrear dónde se encuentran sus vástagos ausentes”, finalizó.