Se dice que en los municipios de San Pedro y San Andrés Cholula, en Puebla, hay 365 iglesias o templos religiosos, dato que asombra a los visitantes y provoca expectativas importantes al momento que pisan por primera vez el territorio.
La realidad es que las dos Cholulas no albergan tantas iglesias, pero sí tienen muchas. Los habitantes de estos dos municipios celebran una fiesta por cada día del año en sus 73 templos. De ellos, 35 están ubicados en San Andrés y 38 en San Pedro.
Esto tiene que ver con su herencia prehispánica y con sus barrios (diez por municipio), que están conformados por grupos de familias que se reúnen en torno a una imagen que veneran y que les da sentido de identidad. Hasta la fecha, los cholultecas saben por su apellido a cuál de ellos pertenecen.
Los españoles que llegaron a estas tierras en el siglo XVI tenían la encomienda de derribar los teocallis (templos prehispánicos) para construir templos católicos.
De ahí que se pensara que Cholula tenía más de 365 iglesias, explica Anastacio Tacho Juárez, miembro del Consejo de la Crónica del estado de Puebla, quien agrega que esto se debió a la interpretación de un escrito que Hernán Cortés envió a los reyes de España en el que narra que la ciudad de Cholula tenía tantas torres como días del año.
“También porque el fraile franciscano Jerónimo de Torquemada en una carta relata que la ciudad a la que llegó era como otra Roma, porque había tantas fiestas como días del año, pero nunca dijo que había una iglesia por cada día, (eso) fue una confusión”, comenta.
Otra teoría del origen de esta afirmación proviene del conquistador y cronista Bernal Díaz del Castillo, quien en su libro Historia verdadera de la conquista de la Nueva España dice que la ciudad tenía más de 400 “cues” (teocallis).
Sin embargo, los templos existentes en estos municipios poblanos son más que suficientes para dedicarles una estancia, ya que ofrecen, además, muchas otras riquezas, entre ellas una zona arqueológica y una enorme variedad de platillos de comida regional.
San Pedro y San Andrés Cholula conforman uno de los centros poblacionales con mayor herencia cultural de México y, aunque ahora está dividida en dos municipios, ambas son consideradas fuera de Puebla como la ciudad más antigua del continente americano.
Cholula, hasta antes de la división en dos territorios, fue un importante centro religioso en Mesoamérica. Por eso, hasta nuestros días, es reconocido como un destino sagrado.
SAN PEDRO CHOLULA
Pasear por San Pedro es muy relajante por su clima templado, por los sitios que hay para conocer, su comida y su gente amable. En el primer día de visita es recomendable llegar temprano y comenzar por el zócalo. Un buen desayuno en cualquier restaurante de los portales será una buena ayuda para planear el paseo de la mejor manera.
Lo mejor es empezar los monumentos de interés que hay en la cercanía.
“La Plaza de Armas de San Pedro Cholula, hoy conocida como Plaza de la Concordia, posee una de las fuentes más antiguas de la ciudad y fue regalada por Felipe II. Representa a San Rafael Arcángel, patrono de los viajeros. También tenemos un monumento dedicado a Miguel Hidalgo y otro a Benito Juárez, como símbolo de la independencia y la libertad”, señala el cronista.
“El portal es uno de los más largos que hay en América Latina y se cree que fue fraccionado cuando se construyó la parroquia de San Pedro. En algún momento funcionó como cárcel, también fue casa de los gobernadores de la ciudad y en el siglo XIX ahí se estableció la sede del gobierno municipal. Algunas partes fueron ocupadas por particulares que, actualmente, es donde están los comercios”, dice.
Los portales fueron construidos en 1573 con un total de 46 arcos. La construcción, con 170 metros de longitud, es una de las más largas de su tipo en el país.
En esta Plaza está la iglesia de San Pedro Cholula, que se empezó a construir en 1640 y en 1641 fue nombrada como parroquia por el noveno obispo de Puebla, el beato Juan de Palafox y Mendoza.
“Este templo guarda en su interior obras de arte, tales como una pintura del Cristo Flagelado de Diego de Borgraf, un calvario del pintor novohispano José Rodríguez Carnero y una pintura de San Miguel Arcángel de Cristóbal de Villalpando. La iglesia conserva el antiguo bautisterio, que siempre estaban al inicio de los templos porque el bautismo era la entrada a la vida cristiana”, detalla el especialista.
Al salir del templo se puede recorrer el jardín, donde hay carritos con artesanías, comida y golosinas. Es muy refrescante pasear entre sus arboledas. Una buena opción es comprar pepitas para alimentar a las ardillas que bajan de los árboles para comer.
FORTALEZA DEDICADA AL CULTO
Del zócalo sólo hay que cruzar la calle para conocer el Conjunto Conventual de San Gabriel. Se identifica fácilmente porque parece una fortaleza ya que su barda esta coronada por almenas (prismas) típicas de la arquitectura militar.
Además del convento franciscano que aún funciona como tal, están el templo de San Gabriel Arcángel, la Capilla de la Tercera Orden, la Capilla Real y la Portería de los Peregrinos.
Aquí se llevó a cabo la matanza de Cholula, que ha sido uno de los episodios más tristes de esta ciudad milenaria. Fue cuando Cortés pensó que los indígenas preparaban una emboscada para aniquilar a los españoles. Se calcula que murieron seis mil civiles que estaban completamente desarmados.
“El conjunto franciscano se edificó en el siglo XVI sobre un antiguo templo dedicado a Quetzalcóatl. Fue en octubre de 1519, cuando todavía se tenía culto por esta deidad, que sucedió la famosa matanza de Cholula, en la que corrió mucha sangre”, lamenta el cronista.
En la Portería de los Peregrinos se encuentra la Biblioteca Franciscana y Centro de Estudios Fray Bernardino de Sahagún. Alberga todo el acervo bibliográfico de esta orden y siempre está abierta al público. Cuenta con una pequeña galería de arte sacro en la que a veces están expuestas piezas del patrimonio del convento.
“A su lado reposa el templo de San Miguel Arcángel, que en la parte inferior de su fachada luce un alto relieve del jarrón con las azucenas, que es símbolo de la Inmaculada Concepción, patrona de la catedral de Puebla, lo que quiere decir que esta iglesia está adjudicada a la diócesis desde los primeros tiempos de la evangelización”, señala.
Adentro se aprecian una serie de pinturas que cuentan la vida de San Francisco de Asís, realizadas por el poblano Isauro González Cervantes, y otras obras de pintores novohispanos como Antonio de Santander, Luis Berruecos y Gregorio José Lara.
La portada barroca y columnas salomónicas de la Capilla de la Tercera Orden del siglo XVII saltan a la vista al salir del templo y continuar el camino por el conjunto conventual que está lleno de tumbas de la época. Por ahora ésta permanece cerrada y sólo se abre durante Semana Santa.
“Siguiendo el conjunto franciscano llegamos a la Capilla Real del convento, que está dedicada a la Virgen de Guadalupe. Adentro encontramos arte sacro maravilloso: una pintura de Isauro Cervantes, Santa Susana y Santa Lucía, que son obras del pintor novohispano Pascual Pérez y obra de Luis Berruecos”, detalla.
En el perímetro interior del templo hay una serie de capillas que llaman la atención por el auge devocional que tienen sus imágenes como la Virgen de la Encarnación, que es una de las más veneradas del municipio.
Hay que dedicar tiempo a la Capilla Real, con su techo de 49 cúpulas que traen a la memoria una mezquita y tienen que ver con la resonancia de los cánticos en latín que en esos tiempos se acostumbraban.
“Cuando había algún tipo de consagración en los altares se cantaba. El canto apaga las voces de las demás personas y eso sólo se logra con estas cúpulas. Si vas a una iglesia plana no se nota, ese es el trabajo de la acústica ¡imagínate un Regina Caeli!”, exclama Tacho Juárez al tiempo que canta unos acordes.
El complejo conventual franciscano es el centro ceremonial más importante de San Pedro Cholula. Aquí se reúnen integrantes de los 10 barrios de la localidad para realizar las grandes fiestas religiosas.
Es normal que en los atrios de las iglesias se vendan muéganos de piloncillo, “rodeos”, que son galletas en forma de dona espolvoreadas de azúcar glass, junto con el cacao de agua (xocolátl), una bebida ancestral muy refrescante de Cholula.
OTRO DÍA
Para conocer a fondo la comida regional de Cholula hay que visitar el mercado Cosme del Razo, que se ubica detrás de los portales.
Su área gastronómica está rodeada de fogones y cazuelas de barro donde las cocineras cholultecas hacen gala de sus tradiciones culinarias. Para desayunar se puede encontrar desde huevo en salsa, complementos como pata, nopalitos con queso y chipotles en piloncillo, pasando por moles, chalupas, cemitas y barbacoa, hasta las memelas o garnachas poblanas.
Digna de probar es la típica cecina cholulteca que se acompaña con rajas rojas, queso blanco y aguacate. Es un buen momento para probar el xocolátl (cacao de agua). Se trata de una bebida elaborada a base de espuma que tradicionalmente se sirve en jícara y es fría.
Hacia el sur y al poniente del mercado de San Pedro se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de Tzocuila, que data del siglo XIX, un templo de estilo barroco salomónico. Tanto su fachada como su cúpula fueron pintadas con mucha personalidad en tono anaranjado claro que contrasta con el tono oscuro de su decoración.
“El origen del santuario se debe a una pintura hecha sobre la pared en la casa de un antiguo cacique del siglo XVII que se llamó Antonio Abad Choloi. Él mandó a pintar la Asunción de María para venerarla en su casa, que con el tiempo quedó abandonada. Para el siglo XVIII un sacerdote fue al pueblo de San Francisco Coapa a dar misa y al pasar por la edificación en ruinas vio la pintura de la virgen y le pareció una falta de respeto que estuviera a la intemperie”, narra.
“Entonces, el sacerdote le pidió a un indígena que la raspara y así lo hizo. Más tarde se fueron al pueblo y regresaron en medio de la lluvia, pero grande fue su sorpresa cuando encontraron la imagen como si estuviera recién pintada. Entonces la volvieron a raspar y a la semana siguiente la pintura apareció nuevamente. Así (ocurrió) por otras dos ocasiones más. Por eso se llama Tzocuila, que en náhuatl significa pintura que se repite”, detalla.
La imagen permaneció en una pequeña capilla, pero se volvió tan venerada que durante el siglo XIX se reubicó en su santuario actual, sobre la calle 7 Sur, entre 9 y 11 Poniente.
“Cuando inició el movimiento de la Revolución, la Virgen de Tzocuila se invocó de tal manera que fue nombrada Patrona de la Paz. Es la única imagen mariana que tiene un patronato nombrado por una autoridad religiosa y por eso es la única en Cholula que se ostenta como patrona de la región”, asegura el cronista.
UN SANTUARIO IMPONENTE
De regreso al zócalo de San Pedro, a sólo un par de cuadras hacia el norte, se encuentra la Gran Pirámide de Cholula que, partiendo de su base, es considerada la más grande del mundo. Para entender la magnitud de esta estructura se afirma que dentro de su base caben dos pirámides como la del Sol, que se encuentra en Totimehuacan.
Su primera estructura fue localizada en 1966 por los arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Para explorar el interior de la pirámide se realizaron 10 kilómetros de túneles, de los cuales sólo 280 metros están iluminados. La pandemia por coronavirus hizo que fueran cerrados al público y actualmente se mantienen así.
Este basamento está coronado por el Santuario de Nuestra Señora de los Remedios, desde donde se puede admirar la mejor panorámica de la antigua ciudad sagrada.
“Los conquistadores creyeron que era un montículo natural y fueron los frailes franciscanos quienes se dieron cuenta de que era un sitio de culto indígena porque ellos querían poner en la parte más alta de la ciudad una cruz, y así lo hicieron, sólo que fue derribada por varios rayos. Entonces empezaron a rascar y encontraron objetos del culto idolatrado”, subraya Tacho el cronista.
En 1594 se consagró el área con una campana bendita y se hizo una pequeña ermita en la que los franciscanos colocaron una imagen de la Purísima Concepción. Con el tiempo y debido a las gracias recibidas, los pobladores le dieron el título de Nuestra Señora de los Remedios.
Durante el siglo XIX un temblor destruyó el templo y solamente quedó en pie el camarín, que es lo único que se conserva original porque la iglesia se volvió a construir. La finalidad de esta área es guardar todas las pertenecías y las alhajas que le regalan los fieles a la imagen.
Este lugar se encuentra a espaldas de la virgen que está en el altar, es como otra pequeña capilla, y se puede acceder a él para estar lo más cerca posible de ella, en oración y contemplación.
“La portada del templo es una obra de arte de estuco y el interior es estilo neoclásico. Aquí encontramos pinturas de Isauro González Cervantes, una pintura del poblano novohispano José Joaquín Magón, y diferentes imágenes de la virgen que son las peregrinas y bajan a los templos cuando hay festividades”, refiere.
“También encontramos un órgano monumental y la imagen de San Homobono de Cremona, patrono de sastres y modistas. Llama la atención la cúpula en la que están reflejadas las figuras de los santos franciscanos que exaltan a la virgen y sus virtudes, que son representadas por matronas romanas: la templanza, la fortaleza, la justicia, etcétera”, agrega.
Este es el punto más alto de la antigua ciudad sagrada, desde donde se tiene una panorámica de 360 grados de Cholula.
En la parte exterior del templo está la Capilla de las Veladoras, en donde los fieles oran y prenden veladores para hacer sus peticiones a la virgen.
Después de tanto recorrer llega la hora de comer. Al bajar del santuario, justo en la esquina, se encuentra el restaurante La Lunita, para refrescarse con una sangría, un bull o un Cholula en llamas, que es su bebida más representativa, hecha a base de sidra que se produce en la región. Su menú incluye comida prehispánica.
Un lugar más relajado y al aire libre es la Finca Ensamble (7 Oriente 418). Es un lugar con un encanto especial porque fue una casona del siglo XVI y la parte que aún se conserva de la estructura mantiene las ventanas y las vigas en la que se aprecia una escritura en latín.
SAN ANDRÉS CHOLULA
La pirámide ha servido como frontera natural para delimitar las dos cholulas. Partiendo de su base, un par de cuadras hacia el oriente, se encuentra la calle 5 de Mayo, que es la avenida principal de San Andrés (la otra Cholula), que lleva al zócalo, donde se encuentra el segundo convento franciscano.
“La parroquia de San Andrés Apóstol, en algún momento de la historia, fue convento franciscano con advocación a San Diego de Alcalá, un santo muy venerado y milagroso. Mucha gente no sabe esto y todavía se puede recorrer parte de lo que fue el claustro, era pequeño, las crónicas narran que aquí vivieron cuatro franciscanos”, expone la historiadora Refugio Gallegos Torres, cronista municipal de San Andrés Cholula.
El 9 de abril de 1557 fue otorgada la cédula para erigir este convento, pero se tardó mucho tiempo en construir y hubo una denuncia ante el Concejo de Indias que afirmaba que había sido construido sin licencia.
“Se terminó de edificar en 1672 y al año siguiente se mandó a demoler por la denuncia. Se dio la orden de que sacaran los santos, las alhajas y todo se llevó al convento de San Pedro. En ese momento se dio un milagro muy importante y es que la imagen de San Diego de Alcalá se hizo tan pesado que ni 20 hombres lo pudieron mover. Entonces estuvo cerrado 13 años. Y a partir de 1640 autorizaron que fuera utilizado como parroquia”, expresa.
“Por dentro el templo es como del siglo XVI, de una sola nave, y en el siglo XVIII se le anexa el órgano que aún se toca y el sagrario que es un museo de pinturas y esculturas. El retablo es de madera estilo neoclásico. Algunos se preguntarán por qué si fue convento franciscano se llama San Andrés, y es que se tuvieron las dos imágenes”, puntualiza.
En contra esquina de la parroquia está el restaurante OCHO30, en el que se puede disfrutar cocina urbana rodeado de un ambiente ecléctico. Es un centro de reunión y su carta es muy amplia, son famosas sus pizzas. Para tomar, una mezcalina, un coctel muy refrescante elaborado a base de mezcal.
TONANTZIN, DIOSA DEL MAÍZ
A cuatro kilómetros al sur del zócalo de San Andrés se encuentra el templo de Santa María Tonantzintla, de estilo barroco indígena, que fue terminado en el siglo XVIII.
“Tonantzintla es una de los templos de Cholula más conocidos a nivel nacional e internacional. Su estilo es un barroco muy cargado que asemeja al propio indígena, porque ellos hacen su propia reinterpretación de las imágenes”, advierte Elizabeth Ramírez Ramírez, arquitecta con especialidad en conservación del patrimonio e integrante del Consejo de Cronistas del estado de Puebla.
Su interior resguarda decoraciones policromadas en las que destacan los ángeles morenos, frutas regionales y mazorcas de maíz. Caso contrario a todos los templos donde las imágenes se replican tal cual, en este caso los indígenas dibujaron las frutas, las flores, los animales e incluso a las personas como las veían en su entorno.
“Ese es el encanto único de este templo. Los indígenas adecuaron las imágenes como ellos las entendían de tal forma que el color de tez y las dimensiones son diferentes. Encontramos leones, tigres y hasta sirenas (representan pureza) como parte de la simbología religiosa. En el interior encontramos retablos de madera originales del siglo XVIII e imágenes pasionarias que son menos apreciadas que la propia ornamentación de yeso llena de color, de oro y muy llamativa”, relata.
Al salir del templo es momento de refrescarse con una nieve de maíz azul o piloncillo, típicas de la zona, o un cacao bien frío.
LA IGLESIA DE PORCELANA
Muy cerca de Tonatzintla se encuentra el templo de San Francisco Acatepec, cuya portada, revestida de mosaicos de talavera de múltiples colores, es considerada una obra maestra del barroco mexicano. El color de la cerámica hace alusión a la Virgen María (blanco y azul) y a San José (verde y amarillo).
“En la noche de Año Nuevo de 1939, el templo se incendió en su interior, pero gracias al reporte fotográfico que había realizado Guillermo Kahlo (papá de Frida), junto con Gerardo Murillo, a principios del siglo XX, fue restaurado íntegramente. Lo que vemos actualmente es yesería réplica de la original y toda la ornamentación se volvió a dorar en hoja de oro de 22 quilates”, advierte Ramírez.
La puerta del bautisterio está labrada con columnas, ángeles y cabezas de querubines. En su interior la pileta está en su ubicación original y hay una pintura que representa el bautizo de Cristo.
El templo está repleto de ángeles, querubines, niños asexuados con y sin penachos, y tres retablos que incluyen el altar principal, cuyos adornos están chapeados con hoja de oro. Hay siete obras pictóricas de incalculable valor y espejos que tienen un simbolismo religioso.
“Los espejos corresponden a todas las virtudes que una persona debe de tener y que te van a llevar hacia el cielo, que es la representación que hay en la cúpula, por eso es circular, porque es la bóveda celeste”, concluye.
Luego de conocer estas dos joyas poblanas de San Andrés Cholula y con apetito, hay que ir al restaurante La Palapa, muy cerca de la zona, que ofrece un buen bufet de espadas con vasta barra de alimentos, cuenta con granja y áreas verdes para los pequeños. Se ubica en el kilómetro 15.5 de la carretera federal Puebla-Atlixco, a la altura de Chipilo.
Otra opción es ir a la ciudad de Puebla. Desde Tonantzintla el centro histórico de la capital del estado está a sólo 30 minutos en automóvil, por la carretera federal hasta llegar a la zona de Angelópolis o la zona de La Paz.
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En transporte público hay que retornar a San Pedro, buscar el inicio de la Recta a Cholula (vialidad que conecta el sitio de destino con la capital) y abordar un autobús que lleva hasta unas cuadras del zócalo.