/ martes 7 de marzo de 2023

Las huellas de la violencia de género: víctimas sufren afectaciones físicas y cognitivas 

En México, siete de cada 10 mujeres de 15 años o más han experimentado al menos un incidente de violencia psicológica, física, económica, patrimonial, sexual o de discriminación

Andrea tiene 31 años, de los 16 a los 24 fue víctima de violencia de género en manos de su novio con quien vivió durante algunos años cuando se mudaron de Salamanca, Guanajuato a la CDMX.

Ella estuvo sometida al control y la manipulación, poco a poco la aisló y le prohibió hablar con hombres, amigas y compañeros de trabajo.

Puedes leer: Igualdad de género tardaría tres siglos en concretarse

Un día tuvieron una pelea a raíz de los celos de su pareja, como ella se defendió de los forcejeos; él comenzó a llamarla violenta, peligrosa y loca, esas palabras repetidas durante mucho tiempo la llevaron a creer que de verdad había perdido la razón.

Cuando su relación llegó a ese nivel de violencia, Andrea tenía 24 años, no tenía una clara percepción de lo que estaba bien o mal en un noviazgo, dudaba de lo que percibía y se sentía culpable por todo.

“Eso aumentó mucha mi sensación de locura, yo sentía que no diferenciaba lo que era real y lo que yo me imaginaba, yo sólo sentía que estaba alucinando”.

Ella cuenta que al haber pasado con su expareja los años más importantes de su adolescencia, mientras construía su personalidad, al terminar la relación con su violentador, sentía que no sabía quién era.

En el 8M las mujeres toman las calles para denunciar la violencia de género. l Foto: Daniel Galeana l El Sol de México

“Estar con él implicó una anulación de mi personalidad, nada de lo que a mí me gustaba era válido, a mí me tenía que gustar lo que a él le gustara”, recordó.

Andrea comenzó a tomar terapia y así fue como pudo reconocer que había sido una víctima de violencia.

Ella se sentía presionada por la sociedad porque pensaba que estaba obligada a perdonarlo, además, le costó aceptar que la habían violentado porque no tenía evidencia física y era muy difícil de explicar lo que le había pasado.

A raíz de la violencia sufrida Andrea se deprimió, aún padece crisis de ansiedad y experimenta en ocasiones ataques de pánico.

“En terapia entendí que no tenía que perdonarlo, que había sido una víctima, y eso me ayudó de alguna forma a superarlo, pero de que me trastornó la vida me la trastornó”, finalizó.

Siete de cada 10 mujeres mexicanas han padecido violencia a lo largo de su vida

Así como Andrea, en México, el 70.1 por ciento de las mujeres de 15 años o más han experimentado al menos un incidente de violencia psicológica, física, económica, patrimonial, sexual o de discriminación en al menos un ámbito a lo largo de su vida, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

La violencia psicológica es la tipo más común de agresión, con 51.6 por ciento, seguida de la violencia sexual, 49.7 por ciento; la violencia física, 34.7 por ciento; y la violencia económica, patrimonial y/o discriminación 27.4 por ciento.

De octubre de 2020 a octubre de 2021, el 42.8 por ciento de las mujeres indicaron haber sufrido algún tipo de violencia.

Las de mujeres de 15 años y más experimentaron violencia psicológica, 29.4 por ciento; seguida de la violencia sexual, 23.3 por ciento; la violencia económica, patrimonial y/o discriminación, 16.2 por ciento y la violencia física, 10.2 por ciento.

Víctimas pueden experimentar problemas físicos y cognitivos por la violencia de género

En entrevista con Diana Paz Trejo, maestra en Neurobiología por la UNAM y especialista en temas de género, comentó que estar sometida a violencia de género de forma sostenida puede causar problemas físicos y cognitivos.

Por ejemplo, cuando una víctima de violencia doméstica está constantemente expuesta a distintos tipos de abusos, puede influir en que en una parte del cerebro, el sistema hipotálamo pituitario adrenal genere más cortisol y por ende más estrés.

“El cortisol puede generar que el sistema active una respuesta inmunológica de cansancio, y saturación por tratar de luchar con un sistema de amenaza y provocar un debilitamiento del sistema inmunológico”, indicó la especialista.

Las mujeres protestan por exigir sus derechos y un alto a la violencia. l Foto: Daniel Galeana l El Sol de México

El estrés al que una víctima de violencia de género está sometida, puede desencadenar otros padecimientos físicos como diabetes, hipertensión, aunque pueden variar de persona a persona.

La maestra Diana Paz explicó que algunos síntomas que se pueden presentar son hiperventilación, incremento de la frecuencia cardiaca, congelamiento, necesidad de lucha o huida, aunque no necesariamente alguien esté siendo atacada en ese preciso momento.

Las respuestas fisiológicas pueden sentirse aún después de haber atravesado alguna agresión, por ejemplo, al presentar una exposición en la escuela, en el transporte público o en cualquier actividad en la que el sistema de alarma del cuerpo se encienda y reviva los síntomas que se experimentaron durante un ataque.

“Esta reactividad fisiológica se encuentra presente en ausencia del estímulo, una situación traumática activa el sistema y dice -tengo que cuidarme para que jamás en la vida me vuelva a pasar- y entonces comienza a ver peligros en todos los espacios”, señaló la especialista.

Otras consecuencias que pueden padecer las víctimas de violencia de género son falta de concentración, olvidos, bajo sistema inmunológico, trastorno de ansiedad, problemas metabólicos y digestivos, caída de cabello, debilidad de uñas y fatiga.

La maestra Paz Trejo indicó que la forma en la que las víctimas pueden afrontar el daño causado por la violencia de género, es en primer lugar, aceptar que ellas no tienen la culpa, el único culpable es el agresor.

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En segundo lugar, buscar grupos de apoyo, ya que la colectividad es importante, pues les permitirá identificarse con otras víctimas y entender que lo que vivieron es parte de una estructura machista. Por último, recibir una atención integral para superar las secuelas traumáticas.

“La atención psicológica es sólo un vértice, también se requiere atención jurídica, asistencia social y acompañamiento”, agregó Diana Paz Trejo.

El próximo miércoles se conmemora el 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, el país se cubrirá por la marea morada, en donde miles de mujeres saldrán a cantar consignas como “Ni Una Más”, “El patriarcado se va a caer” o “Hermana yo sí te creo”, para exigir un año más el derecho a vivir libres y sin miedo.

Andrea tiene 31 años, de los 16 a los 24 fue víctima de violencia de género en manos de su novio con quien vivió durante algunos años cuando se mudaron de Salamanca, Guanajuato a la CDMX.

Ella estuvo sometida al control y la manipulación, poco a poco la aisló y le prohibió hablar con hombres, amigas y compañeros de trabajo.

Puedes leer: Igualdad de género tardaría tres siglos en concretarse

Un día tuvieron una pelea a raíz de los celos de su pareja, como ella se defendió de los forcejeos; él comenzó a llamarla violenta, peligrosa y loca, esas palabras repetidas durante mucho tiempo la llevaron a creer que de verdad había perdido la razón.

Cuando su relación llegó a ese nivel de violencia, Andrea tenía 24 años, no tenía una clara percepción de lo que estaba bien o mal en un noviazgo, dudaba de lo que percibía y se sentía culpable por todo.

“Eso aumentó mucha mi sensación de locura, yo sentía que no diferenciaba lo que era real y lo que yo me imaginaba, yo sólo sentía que estaba alucinando”.

Ella cuenta que al haber pasado con su expareja los años más importantes de su adolescencia, mientras construía su personalidad, al terminar la relación con su violentador, sentía que no sabía quién era.

En el 8M las mujeres toman las calles para denunciar la violencia de género. l Foto: Daniel Galeana l El Sol de México

“Estar con él implicó una anulación de mi personalidad, nada de lo que a mí me gustaba era válido, a mí me tenía que gustar lo que a él le gustara”, recordó.

Andrea comenzó a tomar terapia y así fue como pudo reconocer que había sido una víctima de violencia.

Ella se sentía presionada por la sociedad porque pensaba que estaba obligada a perdonarlo, además, le costó aceptar que la habían violentado porque no tenía evidencia física y era muy difícil de explicar lo que le había pasado.

A raíz de la violencia sufrida Andrea se deprimió, aún padece crisis de ansiedad y experimenta en ocasiones ataques de pánico.

“En terapia entendí que no tenía que perdonarlo, que había sido una víctima, y eso me ayudó de alguna forma a superarlo, pero de que me trastornó la vida me la trastornó”, finalizó.

Siete de cada 10 mujeres mexicanas han padecido violencia a lo largo de su vida

Así como Andrea, en México, el 70.1 por ciento de las mujeres de 15 años o más han experimentado al menos un incidente de violencia psicológica, física, económica, patrimonial, sexual o de discriminación en al menos un ámbito a lo largo de su vida, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

La violencia psicológica es la tipo más común de agresión, con 51.6 por ciento, seguida de la violencia sexual, 49.7 por ciento; la violencia física, 34.7 por ciento; y la violencia económica, patrimonial y/o discriminación 27.4 por ciento.

De octubre de 2020 a octubre de 2021, el 42.8 por ciento de las mujeres indicaron haber sufrido algún tipo de violencia.

Las de mujeres de 15 años y más experimentaron violencia psicológica, 29.4 por ciento; seguida de la violencia sexual, 23.3 por ciento; la violencia económica, patrimonial y/o discriminación, 16.2 por ciento y la violencia física, 10.2 por ciento.

Víctimas pueden experimentar problemas físicos y cognitivos por la violencia de género

En entrevista con Diana Paz Trejo, maestra en Neurobiología por la UNAM y especialista en temas de género, comentó que estar sometida a violencia de género de forma sostenida puede causar problemas físicos y cognitivos.

Por ejemplo, cuando una víctima de violencia doméstica está constantemente expuesta a distintos tipos de abusos, puede influir en que en una parte del cerebro, el sistema hipotálamo pituitario adrenal genere más cortisol y por ende más estrés.

“El cortisol puede generar que el sistema active una respuesta inmunológica de cansancio, y saturación por tratar de luchar con un sistema de amenaza y provocar un debilitamiento del sistema inmunológico”, indicó la especialista.

Las mujeres protestan por exigir sus derechos y un alto a la violencia. l Foto: Daniel Galeana l El Sol de México

El estrés al que una víctima de violencia de género está sometida, puede desencadenar otros padecimientos físicos como diabetes, hipertensión, aunque pueden variar de persona a persona.

La maestra Diana Paz explicó que algunos síntomas que se pueden presentar son hiperventilación, incremento de la frecuencia cardiaca, congelamiento, necesidad de lucha o huida, aunque no necesariamente alguien esté siendo atacada en ese preciso momento.

Las respuestas fisiológicas pueden sentirse aún después de haber atravesado alguna agresión, por ejemplo, al presentar una exposición en la escuela, en el transporte público o en cualquier actividad en la que el sistema de alarma del cuerpo se encienda y reviva los síntomas que se experimentaron durante un ataque.

“Esta reactividad fisiológica se encuentra presente en ausencia del estímulo, una situación traumática activa el sistema y dice -tengo que cuidarme para que jamás en la vida me vuelva a pasar- y entonces comienza a ver peligros en todos los espacios”, señaló la especialista.

Otras consecuencias que pueden padecer las víctimas de violencia de género son falta de concentración, olvidos, bajo sistema inmunológico, trastorno de ansiedad, problemas metabólicos y digestivos, caída de cabello, debilidad de uñas y fatiga.

La maestra Paz Trejo indicó que la forma en la que las víctimas pueden afrontar el daño causado por la violencia de género, es en primer lugar, aceptar que ellas no tienen la culpa, el único culpable es el agresor.

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En segundo lugar, buscar grupos de apoyo, ya que la colectividad es importante, pues les permitirá identificarse con otras víctimas y entender que lo que vivieron es parte de una estructura machista. Por último, recibir una atención integral para superar las secuelas traumáticas.

“La atención psicológica es sólo un vértice, también se requiere atención jurídica, asistencia social y acompañamiento”, agregó Diana Paz Trejo.

El próximo miércoles se conmemora el 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, el país se cubrirá por la marea morada, en donde miles de mujeres saldrán a cantar consignas como “Ni Una Más”, “El patriarcado se va a caer” o “Hermana yo sí te creo”, para exigir un año más el derecho a vivir libres y sin miedo.

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